lunes, 23 de febrero de 2009

Una dimisión bienvenida

AOG, Madrid



Hace unos años, un trágico accidente de avión con 62 militares españoles a bordo no consiguió que reinara la vergüenza y que el ministro de Defensa en el momento, Federico Trillo, renunciara.

El diputado del PP y ex ministro de Defensa, Federico Trillo, aseguró en su momento ante el Pleno del Congreso, que no supo de informes alertando de riesgos en el Yakovlev 42 antes del accidente en el que murieron 62 militares españoles.

De paso, anunció que no dejaría de ser diputado porque nadie le puede pedir un escaño que es de los electores de Alicante que le votaron en las generales.

Parece ser que la opinión pública tampoco, aunque fuese esta la responsable la obtención de dicho escaño.

¿Será que la especie humana, al alcanzar un ministerio, cree que lo ha hecho por providencia divina y borra toda participación humana del hecho?

El País trató el tema así.

Hoy, por un delito menor, menos mal, el ministro de Justicia ha dimitido.

Las razones por las cuales lo ha hecho, en mi opinión, son lo de menos. Para mi, lo importante es el ejemplo que da.

No se puede pedir de los ministros que sean perfectos, ni que sean menos humanos que los demás.

Sí se les puede pedir, cuando no, exigir, que si se equivocan, su error no quede impune.

En un país mal acostumbrado a que no renuncie nadie, pase lo que pase, lo que ha hecho el señor Bermejo es laudable.

El presidente del Gobierno también lo cree así.




Fomento

Es mucho pedir que a su vuelta de Siberia, la señora Álvarez, nuestra flagrante ministra de Fomento, haga lo mismo.

Pero creo que más de uno piensa que debería hacerlo.

Pero claro, como ella dice, como es mujer, andaluza, y socialista, toda crítica a su labor siempre es un ataque a su condición de mujer, andaluza, y socialista y nunca a su gestión de los proyectos que su ministerio lleva a cabo.

Como si el ser mujer y/o andaluza y/o socialista te exculpase automáticamente de una mala labor.

Creo que no.

No criticaré su viaje a Rusia, aunque si algún día en España nieva con el ímpetus que lo hace en Siberia, entenderé mucho mejor la razón de su viaje.

Supongo que con el tiempo, el señor Bermejo acabará de nuevo en el Gobierno. Un error no significa falta de capacidad.

Un error no reconocido -cuando no, defendido y excusado de aquella manera-, inclusive uno que horroriza a la opinión pública, puede significarlo.

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