jueves, 30 de diciembre de 2010

Viajes 2010

AOG, Londres

Otro año se acaba y ya no parece que vaya a haber más viajes, así que voy a hacer la lista de lugares donde he estado en 2010. 

El criterio es simple: haber pasado al menos una noche en el lugar.  Me gusta que este año se incluyan sitios favoritos, nuevos y antiguos. 

No siempre fue así.

Sin ningún orden particular:

  1. Bilbao
  2. Barcelona
  3. Madrid
  4. Londres
  5. Estambul
  6. Sitges
  7. Banbury
  8. Valladolid
  9. Valencia
  10. Santander
  11. Castro Urdiales 
  12. Madremanya

lunes, 27 de diciembre de 2010

Vínculos tardíos

AOG, Santander


Hay personas que nacen en un sitio, y viven en él el resto de sus días. 

Otras, nacen en un sitio, y viven no muy lejos de él. También hay otras que nacen en un sitio, y nunca vuelven a él.

Hasta hace algunas horas, estuve a punto de ser una de estas últimas. La relación de la ciudad de Santander conmigo es extraña. 

Además de haber nacido ahí, nada más me ata al sitio.

Mi vida entera la he vivido alejado de ella y poco, por no decir nada, sabía de esta capital marítima.

Llegué en coche hace unas horas y, confieso, que la entrada a la misma desde Bilbao no me encantó del todo. Mucha industria, mucho centro comercial, poca alma en el aire.

Luego, una vez dentro de ella, tampoco me gustaba mucho lo que veía.

Era todo luces brillantes un poco antiguas y, la verdad, el clima no acompañaba tampoco. 

Estamos en diciembre y decir que hace frío es decir poco. Y en esas me vi, en el principio (plaza del ferrocarril) tratando de buscar algún vínculo conmigo, sin suerte.

Mi pareja y yo fuimos al hotel, que estaba muy bien por cierto, a dejar las maletas, a ducharnos, y al poco rato salimos a cenar. 

La señorita de la recepción nos recomendó hasta cuatro restaurantes, y al final, tras dar muchas vueltas y descartar la mayoría por el alto nivel de ruido, o de humo, o de gente, o de todo junto, nos vimos una vez más frente al primer restaurante que nosotros habíamos descartado: El Riojano, en la calle Río de la Pila.

Al entrar, dos cosas nos hicieron querer quedarnos ahí. Uno, la falta de humo, y dos, el bajo nivel de ruido. 

Entramos, y nos sentaron enseguida. Las mesas estaban muy bien espaciadas, y el sitio tenía un buen ambiente. Aire limpio y se respiraba una cierta tranquilidad en el comedor.

La comida estaba deliciosa. Para el postre, pedimos en vez de tarta o pastel, fruta. Habían manzanas, naranjas y quizá melón. Pedí melón, si hubiese, y si no, una naranja.


No había, y en vez de melón, primero nos trajeron una mesa, luego una copa de cristal vacía, un cuchillo largo como la cola de un gato, y el Maître, quien se dispuso con una cierta destreza, a pelar una de las dos naranjas que trajo consigo, pinchada en un tenedor, como quien pela su barba con crema de afeitar. Toda una ceremonia. La dejó limpia y después procedió a sacar únicamente la parte central de cada gajo con el filo del cuchillo.

Fue todo un espectáculo.

Después, nos venció el cansancio y volvimos al hotel. Yo estaba más o menos reconciliado con la ciudad. Al fin y al cabo, solo había visto unas 4 o 5 calles.


Al día siguiente, nos levantamos temprano para ir a devolver el coche que habíamos dejado aparcado cerca del puerto. Fue de aquella manera que empezó a gustarme Santander. Frente al mar.

Mi primera impresión fue que las calles estaban muy espaciadas entre sí. 

Y la segunda, que los comercios mantenían la imagen que tendrían las tiendas, me imagino, hace 30 o 40 años. Los escaparates de las tiendas que no eran la típica cadena multinacional (Zara, Mango, etc), mostraban una elegancia antigua. 

La ciudad mantiene la idea de que lo que vende no es la presentación, sino la calidad aparente del artículo en sí. Esto es algo que, obviamente, se ha perdido con el tiempo. Hoy compramos la apariencia del artículo, no el que nos vaya a durar años. 

¿Quizá sea porque no queremos que las cosas nos duren años y buscamos la excusa para cambiarlas en cuanto podemos? Sí, me temo que es un síntoma de nuestra sociedad consumista y moderna.

El caso es que Santander mantiene una manera antigua de hacer las cosas. Antigua y encantadora. 
 Lo segundo que pude apreciar de la ciudad, fue su entorno natural. 

La ciudad está ubicada en una pequeña península y desde la orilla se aprecia la bahía de Santander, y, más al fondo, los Picos de Europa. 

El entorno me pareció espectacular. Era como si fuese un fiordo noruego. No tenía ninguna idea de que esa ciudad fuese así.

Sin embargo, dejando de lado mi afinidad hacia todo lo escandinavo, caminé por las calles santanderinas tratando de encontrar un vínculo entre la ciudad y mi persona. No lo encontré. Miraba a la gente a ver si tenía algo en común con ellos. Y no encontré mucho. Más bien nada.

Sin embargo, el pasear entre estas calles tan espaciadas, y el mirar a estas gentes, para quien soy sólo un viandante más, me hizo reflexionar acerca de los sitios en los que sí encuentro una afiliación sentimental y emocional. 

Y recuerdo las palabras de un amigo toledano con quien perdí el contacto hace años. 

"La vaca es de donde pace, y no de donde nace".

Y pienso que estoy de acuerdo hasta cierto punto. Pero no del todo (esto, en mí, no es algo raro).

Y así, durante algunas horas, conocí la ciudad en donde nací, pero a la que nada verdaderamente me ha atado hasta ahora. 

Hice varias fotos al pasear por sus calles empinadas y ensortijantes, y me pareció curioso que la gente se quitara para dejarme hacerlas, en algunos casos, o que me preguntaran que por qué estaba haciendo fotos por las calles, en otros. 

Esta pregunta me pareció, cuando menos, curiosa. La ciudad es bonita, y, después del incendio que casi la destruyó por completo en 1941, bastante regular en algunas zonas. 

Me pareció algo peculiar que la gente se extrañase al vernos hacer fotos por la calle. 

Pero no menos peculiar fue el hecho de que la ciudad me recordase a otras dos ciudades extranjeras: a Salvador de Bahía y a Lisboa. 

Y también, sobre todo la zona de la playa de El Sardinero, a Neguri.


Recuerdo a una ex-pareja que tuve, del centro de Inglaterra, que me contaba que sus padres, que siempre viajaron en barco porque su madre tenía pánico a volar, sólo les gustaban los sitios que visitaban si les recordaban a su condado británico de Hereford, y si no, no. 

Y de esta manera, entre otros sitios, no les gustó Buenos Aires porque no era como Hereford, pero sí les gustó el sur de España en los años 1970 porque sí les recordaba a su hogar. Y quizá a mi me pasa igual. Si un sitio me recuerda a otro, me gusta, y si no, ¿quizá menos? No sé si esta teoría la tengo comprobada del todo. 

El caso es que muy a menudo, cuando viajo a un sitio nuevo, es cierto que al poco rato de conocerlo empiezo a relacionarlo con otro sitio conocido, para bien o para mal. 

Afirmo que el viaje acabó bien. Que vi mucho, aunque dejé mucho por ver, en la ciudad, y que me voy con ganas de volver y conocerla un poco más. Aunque no tengo vínculos con ella, decidí que me gustaría tenerlos.

Reflexionando un poco, creo que me pedí demasiado respecto a Santander. 

Hay, obviamente, una fuerte carga sentimental con el sitio, y quizá me esforcé demasiado al principio por buscar algo que me uniera a ella. 

Lo habrá seguro, más allá de lo obvio, pero creo que he de dejar que el tiempo me ate a ella de alguna manera, o que me vuelva a alejar. 

Es algo que nunca he podido controlar: mi particular brújula geográfica aplicada a mi vida personal. Y no es que he perdido el norte, es sólo que nortes, tengo más de uno.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Falta de voluntad

AOG, Madrid

Bueno, confieso que mi gran idea de hacer un blog de 50 ejercicios de escritura no va tan bien como yo esperaba.

Decidí ir a otro formato bloguero para hacerlo y me decanté por el de El País. 

Pensé hacerlo en Salon.com, pero luego pensé que un blog en castellano en un sitio en inglés tiene cero sentido común. 

Y bueno, aunque el sentido común no es mi fuerte, en esta ocasión me decanté por él.

Y el blog está hecho. Pero de momento no he metido más que cinco ejercicios y llevo un pequeño retraso de unos cuatro días. 


Mal. Lo sé. Pero así es la vida. Lo bueno es que, al existir el blog, la presión por escribir me llama y me aturde para seguir la nueva rutina.

Confieso dos obstáculos: 

1- Que primero escribo a mano y luego lo paso al ordenador. Un incordio necesario.

2- Si el ejercicio se me atraviesa, vamos mal. 

Y esto es justo lo que ha pasado con el ejercicio que tengo pausado.

Se trata de escribir el origen del sol y la luna en una isla. No se me está dando bien la mitología esta inventada, pero ahí estoy, dale que te pego.

El viernes la historia avanzó un poco. De alguna manera el sol acabará en el firmamento. Ya es un paso. Lo de la luna ni idea.

Claro, también puedo hacer otro ejercicio menos enrevesado y volver a este. Pero esto sólo se me acaba de ocurrir ahora.

Ayer por la noche salí con unos amigos. Les conté lo del blog de ejercicios. Se apuntaron a seguirme y leerme. 
Ahora, claro, hay más presión.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Ejercicio completado

AOG, Madrid


Bueno, lo he conseguido. Hice el ejercício de creación literaria de hoy. 

Creo que me voy a ver obligado a hacer el blog ese de 50x50. 

Aún me falta como titularlo. No me gusta 50x50. 

Parece una tienda de joyería barata. O una especie de rebaja. 

Bueno, cuando lo haga, si lo hago, pondré algún enlace a él. Se aceptan sugerencias.

Madrid va clausurando el domingo envuelta en lluvia y frío. Ha estado así todo el día, menos durante unos minutos, que llegué a ver el sol desde una terraza poco acogedora de Starbucks en la calle Fuencarral. 

Enlace del día, (por cierto): Fauna Mongola.

Me gusta la manera de ver la vida callejera del autor. Suele dar bastante en el clavo.

Escrituras

AOG, Madrid

Bueno, mi gran plan de la escritura hoy se topó con su primer domingo. 

Pensé que podría hacer un ejercicio al día, y, con algo de tiempo, pasarlos a limpio y subirlos a un blog que aún no existe pero que pensé podría inugurar.

Pensé que podría ir haciendo algunos ejercicios de antemano para ir subiéndolos según haga falta. Lo digo porque dentro de poco empieza la temporada navideña y escribir uno al día va a ser algo casi imposible. No imposible 100%, pero casi.

Y cuando digo casi, quiero decir que, bueno, la temporada ya está con nosotros.
Hoy fui de paseo con mi pareja por la Gran Vía madrileña. ¿Qué vi? Todas las tiendas con sus músicas a todo volumen, robándose entre sí la atención de los viandantes para que pasen y compren. Pasen y compren. De premio, una tienda bien caliente, no como la calle fría y húmeda. 

Por no hablar de la locura en la que se está convirtiendo la tienda de Doña Manolita, lotera por excelencia. La tienda. La Doña ya no está con nosotros. 

El caso es que la cola es enorme. Inmensa. Bestial.

Todos comprando en un sitio que la superstición popular cree que es afortunado. Que da suerte comprar ahí. Que la suerte les puede acompañar esta Navidad y sacarles de su miserable existencia, cortesía de uno, o varios, millones de euros. 

No me río de eso. A mi también me arreglarían la vida algunos millones de más. Pero es, por desgracia, triste, que, si se compara con el año pasado, cuando la economía estaba un poco mejor que ahora, no había tanta cola y tanta necesidad. Bueno, esto último no lo sé a ciencia cierta. 

La necesidad de cada quien es infinita y no debo ser yo quien la cuestione. 
Aún queda una hora y 15 minutos antes de que acabe el día. Quizá sí consiga escribir algo.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Ángeles caídos


AOG, Madrid

Hoy me encontré con un poco de tiempo entre las manos, y decidí darme un gusto. 

Me fui (que levante la mano el que ya lo sabía) a tomar un café al Diurno y me llevé un libro de ejercicios de escritura que compré hace más o menos un año cerca de la Plaza de Santa Ana, y que ha estado olvidado en una repisa desde entonces: Taller De Escritura, 1303 Ejercícios De Creación Literaria. De Felipe Montes.

No es que estuviese olvidado, pero no le prestaba mucha atención; fiel y perturbante reflejo del añito que he vivido.

Sin embargo, hoy decidí que haría un esfuerzo y me dediqué a escribir unos 30 minutos. 

No fue fácil. Más bien al contrario. El encontrar un ejercício que me gustara fue bastante dificil. Sin embargo, al final lo conseguí. 

Hice el ejercicio número 854: LOS ÁNGELES CAÍDOS. 

Se trata de escribir el monólogo interno de uno de los ángeles caídos.

El escrito me tomó unos 30 minutos en escribir. 

Fue extraño y no creo que nadie que sea Cristiano lo podrá leer sin molestarse. 

Claro, no lo escribí para incordiar a nadie, pero el tema es jugoso. A la vez trascendental. Y da mucho de sí.

Antes de escoger el ejercicio 854 descarté uno que me pedía poner un anuncio donde busco personajes, un sitio donde ambientar la historia y la trama. 

No me gustó al principio, aunque luego pensé que si la gente me escribía con esa información sería interesante. 

También descarté un ejercicio que versaba 'Ella lo mató', a partir del cual había que hacer un pequeño relato, y el ejercicio que se titulaba 'Tuerca', en el que había que escribir una frase, y pasarle la hoja al compañero de al lado, que seguiría la historia, y así sucesivamente hasta que acabase la historia. 

Al estar yo solo, esta instrucción sería dificil de llevar a cabo.

Pero surgió una idea mientras escribía. Quizá rara. Quizá inalcanzable. Aún no lo sé.

Me explico.

Hace un par de semanas vi, casi por error, la película Julie & Julia. Confieso que no me gustó.

La parte de Streep sí, claro. Pero la parte moderna me pareció continuamente desangelada. 

Sin embargo, dicha cinta me dio una idea que tiene que ver con ella. 

En este film, resulta que una chica decide hacer durante un año las recetas del libro de cocina de Julia Child y contarlo todo en un blog. 

No, a mi no se me ocurrió hacer 500 recetas en un año. 

Pero sí se me ocurrió que podría hacer 50 ejercicios de escritura en 50 días. 

Bueno, al principio se me ocurrió que podría hacer los 1303 escritos que el título del libro sugiere. Pero creo que no me puedo comprometer a hacer todo eso. 

Y ni siquiera creo que pueda hacerlo durante 50 días. Lo cual es curioso ya que escribo a diario, aunque no de manera creativa. 

En fin, me lo estoy pensando.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

¿Preguntas nuevas?

 AOG, Madrid

Ayer volví a Madrid después de pasar unos días en la bella ciudad de Barcelona. 

He de decir que, de alguna manera, sobreviví con paz y tranquilidad a la debacle electoral del PSOE en la Comunidad Autónoma catalana. 

La noche anterior a las elecciones, un amigo me instruyó un poco acerca de las distintas posibilidades y ramificaciones políticas que se podrían llegar a dar, aunque creo que todos sabíamos que sería CiU el partido que ganaría las mismas. Y así fue.

Por otra parte, lo curioso de la jornada fue que mi pareja me mandó un enlace a una página web (aquí el enlace) que te hacía tomar un pequeño cuestionario al final del cual te decía por quien deberías votar en dichas elecciones. 

Varias de las personas que lo hicimos teníamos en común al partido Ciutadans, y no muy lejos, al PP. 

Jugábamos con la idea de que fuese el propio partido Ciutadans el que programó dicha página para darse publicidad.

Este domingo acompañé a mi pareja, residente en la ciudad condal, a votar. Ejercício democrático sin más. Todo transcurrió con total normalidad, con sonrisas y buen temple entre el público. Todo muy civilizado.

Nos tomamos un café después y  nos fuimos a ver la exposición del World Press Photo 2010 en el CCCB.


Una colección de unas 170 fotografías que resumen lo brutos que somos los humanos. 

El video que añado más arriba termina diciendo "Sentimos tener que informarte". Y lo entiendo. Yo lo sentí y mucho. 

Hubo imágenes impactantes, humanizantes y deshumanizadas. Y muchas de ellas duelen en el alma. 

La que más me impactó (que no puedo mostrar pues no he encontrado la imagen por internet) no era necesariamente la mejor, ni la más interesante. 

Era simplemente una cabeza de una niña pequeña que sobresalía de entre los escombros de la casa donde ella vivía en Palestina, hecha por el fotógrafo  de la agencia Reuters Mohammed Salem. 

El ejército israelí había bombardeado la morada. La pobre niña muerta parecía la cabeza de una muñeca. Descabezada. Tenía los ojos cerrados y el pelo alborotado.

Nada más verla los ojos se me llenaron de lágrimas. Me pregunté, como siempre solemos hacer las personas, ¿por qué tuvo que morir esta niña? ¿Por qué Israel y Palestina se tienen que matar constantemente? ¿De qué sirve todo esto? No tengo las respuestas. Quizá porque este tipo de preguntas nunca las tienen. O, no lo descarto, deberíamos hacer preguntas nuevas porque las viejas ya no nos sirven de nada.

El señor Salem es demasiado bueno capturando las imágenes de la vida del día a día en Palestina.

  Aquí su portafolio.

Cuando digo demasiado bueno, quiero decir que, por desgracia, nos retrata sin lugar a dudas, tal y como somos los humanos. 

Lo bestias que somos. Lo inhumanos (irónico, ¿verdad?) que somos. Lo desgraciados que podemos llegar a ser con nosotros mismos y con nuestros congéneres.


Pero había más. Y pensé, al salir de la exposición, en la suerte que tenemos los que vivimos en un país de los que llaman "aburridos". Aunque no tanto. España no es un país demasiado 'aburrido'. 


Ya por la noche vi el telediario. Vi la concesión de la victoria del President Motilla al señor Mas. Mi pareja dijo que sus palabras nunca antes habían sido pronunciadas en la política española. 


"Los ciudadanos han hablado y nuestros adversarios, a los que felicito, han ganado claramente".

Parece ser que en España, hablar así aún no se estila mucho. Algo debe decir a los oídos del electorado que a los partidos no les gusta mucho. No lo entiendo, si es así. No son más que palabras sanas y honestas. ¿Demasiado difíciles para un país como España?

Algo menos diría yo, tras haberlas escuchado al menos una vez y, se comprueba, el país sigue en pie. 


Quizá en Palestina, palabras como estas son demasiado difíciles de pronunciar todavía. 

jueves, 18 de noviembre de 2010

Francés oral


AOG, Madrid

Hoy tuve un examen oral de francés. Parte de la oposición es conocer la lengua de Molière a la perfección (al igual que la de Shakespeare).

Hace más o menos un mes asistí a la academia de idiomas que  mi preparador aconsejó para hacer las pruebas. 

El resultado fue algo calamitoso y el tutor que lo corrigió recomendó que hiciese un curso de preparación. 

Yo conozco mi nivel y sé que, cierto, la gramática francesa no es mi fuerte, pero mi nivel oral y de comprensión es bastante avanzado. 

Pedí a la academia que me permitiese hablar con el tutor en cuestión, lo cual me costó conseguir, para que viese que aunque cojeo en "grammaire Française", en lo demás no ando tan mal. 

Resumiendo, hoy tuve la dichosa cita. 

Duró unos diez minutos y salí bastante airoso. Me dijeron que tenía un buen acento, y también una muy flluída conversación.

Quizá lo que más me sorprendió fueron mis respuestas a algunas de las preguntas. 

Historia oral

Recuerdo que en Londres, mi profesora de metodología, fan a muerte de la historia oral (actividad de la que quedé contagiado), siempre decía que la gente nunca sabemos lo que vamos a decir hasta que abrimos la boca. 

No se equivocaba. 


Ante la pregunta de en qué parte del mundo me gustaría trabajar, respondí lo que pensaba que no respondería: África. 

Seguido de Japón, China y la India. 

Hegel dijo en su ensayo "La razón en la historia" que la lengua es cultura, y yo, respondiendo en francés, me pregunto si hubiese respondido lo mismo en otros idiomas. 

Ciertamente la idea de trabajar o vivir en África me parece interesante, pero yo pensaba hasta hace unas horas que preferiría trabajar en Europa o Hispanoamérica. Pero no. Respondí que, aunque me gusta mucho, no tenía un particular interés en trabajar en esa parte del mundo. O en Europa. Y llevo pensando en ello todo el día.

Ortodoxias varias

Al salir del examen me encontré no muy lejos de la Plaza Mayor en Madrid. Entré en ella y salí al poco rato, con la idea de visitar una librería que descubrí hace un par de años. 

Llegué a la misma casi a oscuras (sépase que no me gustan los días tan cortos) y, al ver la tristeza de sus vitrinas, decidí no entrar. Preferí seguir caminando y me topé enseguida con una iglesia católica de apariencia ortodoxa. 

Se trataba de la Real Parroquia de Santiago y San Juan Bautista, de la plaza de Santiago, cercana al Palacio de Oriente. 

Entré a investigar y me pareció como algo sacado de otro tiempo. Un tiempo con menos dinero pero bastante elegancia. Tiene varios nichos con vírgenes vestidas con telas y  coronadas. Y en vez de una cruz tras el altar, la iglesia muestra orgullosamente un cuadro inmenso de Santiago Matamoros a caballo. Cosa rara.

Después me fui caminando por la zona y acabé en los restos de la muralla árabe que dan al principio de la calle Mayor. 

Y luego a casa, dónde no dejé de pensar en los eventos del día, encontré otra librería muy interesante. 

Cercana al antiguo Ayuntamiento de Madrid, me encontré con un establecimiento muy virado hacia los libros de autores rusos (sobre todo pero no únicamente), muchos de los cuales no conocía.

Antes de salir, le pedí al cajero/dueño/gerente una tarjeta. Con cara algo confundida, me otorgó la misma. 

jueves, 11 de noviembre de 2010

Elitismo británico


AOG, Barcelona

Ayer Reino Unido se levantó para presenciar un cierto malestar producido por las medidas económicas del tándem gubernamental Torie-Liberal Demócrata, unidas al, para algunos, descaro de David Cameron.


Resumiendo un poco el tema, parece ser que unas 52.000 personas se manifestaron en el centro de Londres, entre estudiantes y antisistémicos (que por desgracia se apuntan a todo lo apuntable y que a los estudiantes les ha hecho muy poca gracia), por las medidas económicas de Cameron que incrementarán el coste de ir a la universidad del máximo actual de 3.500 Libras al año hasta  unas 10.000 Libras anuales. 



Para algunos analistas (y supongo que para cualquiera con dos dedos de frente), esto supone un encarecimiento que solo las personas de clase media para arriba podrán afrontar. 

Y curiosamente, fueron precisamente estos, los burgueses, los que ayer se manifestaron y quienes hoy, junto con la prensa, se quejan de que los antisistemas les estropearan la fiesta y "secuestraran" la misma. 

No olvidemos lo mucho que los británicos desprecian el demonstrar cualquier emoción en público. Mucho menos la furia.

Esta subida del coste de la educación producirá más gente sin estudios y una separación social propia del siglo XIX en un país ya de por sí con demasiadas distancias sociales. 

Ya en 1997, cuando el partido Laborista ganó las elecciones y empezaron los recortes a las ayudas para estudiar, Europa avisó a Reino Unido de que esas políticas producirían una escasez de "middle managers", que únicamente sería suplida con mano de obra europea proveniente de aquellos países donde no se habían dado estos recortes en la educación. 

Sin embargo, el Gobierno británico siguió adelante con la medida en aquel entonces. 

Puede argumentarse muy facilmente que las medidas de Cameron no hacen más que rematar la faena laborista.

Pero no acaba ahí la cosa.


 'Vanity Staff'
Por desgracia, el señor Cameron ha contratado por unas 35.000 libras anuales -cortesía del erario público-, a un fotógrafo personal, (algo que el Parlamento no permitió a su sucesor, Tony Blair) además de algún que otro consultor de imagen, y a muy buen precio. Apenas unas 100.000 Libras al año. 

Es lo que la prensa británica llama su "Vanity staff", es decir, 'personal para la vanidad'. Entiéndase que la personal del primer ministro.

Esto en tiempos de crisis. 

Y no hay que olvidar que el Gobierno de coalición también ha buscado trabajo, permanente o temporal, para unas 82 personas más dentro de la Administración Pública británica. 

Personas a las que se les debía algún favor por haber ayudado a su respectivo partido político (ya sea Torie o Liberal-Demócrata). 

Una Administración que el Gobierno considera demasiado cara y la cual encara recortes de personal de unas 500.000 personas.

Para algunas personas, esto no es más que la personificación de un primer ministro que proviene de una clase social privilegiada y alejada de la mayoría. Y para muchos, apesta a hipocresía y abuso.


Problemas con la coherencia política...


 Por su parte, el viceprimer ministro, Nick Clegg, aseguró hoy que no debería haber prometido en su programa electoral que se opondría a recortar los beneficios a los estudiantes universitarios -una declaración asombrosa ya que ésta era una de las piezas clave del mismo-.
 
La prensa británica tomó nota y asevera que, después de los universitarios, vendrán más recortes que afectarán a enfermeras, profesores, bomberos et cétera. Se espera lo peor, y ya algunos estudiantes han dicho que lo de ayer era "solo el comienzo".

Si estuviésemos hablando de un país mediterráneo, o continental, es más que probable que los analistas a estas alturas, estuvieran haciendo sus cábalas para adivinar cuanta vida le queda a esta coalición. 

Sin embargo, tratándose de Reino Unido, es más que probable que no veamos elecciones anticipadas.

No es este un pueblo al que le guste el, por utilizar una palabra mexicana, desmadre gubernamental.

Pragmáticos ante todo, es más que probable que a menos que ocurra una desgracia impredecible, Cameron seguirá como primer ministro hasta que termine la legislatura. 

Hemos visto como el viceprimer ministro Clegg parece dispuesto a no romper la coalición, pase lo que pase.


miércoles, 10 de noviembre de 2010

Las camas

AOG, Barcelona

Hoy vi una de esas cosas que hace tiempo mi vida expulsó de ella pero no por ello dejaron de existir: las mantas.

Mi infancia la recuerdo debajo de una colcha (alias un cubrecama), seguida de una sábana, cuando vivíamos en México.  Esto para primavera y verano. 

Plaza del Zócalo y la catedral de México
 Hay que decir que la ciudad de México tiene el mejor clima del mundo y que yo me enteré de que las demás estaciones existían, cuando dejé definitivamente (no he vuelto en más de 20 años, pero, ¿fue definitiva la partida? aún no lo sé. Quiza lo sabré al morir.) el DF.

En invierno, debajo de la colcha solía haber una manta, y debajo de la manta, la sábana. 

No sé en qué momento dejé atrás las colchas, pero sé que ya en Texas, yo utilizaba una colcha de satén púrpura en la cama, y debajo de ella, la sábana.
Algo así pero más oscuro

Recuerdo que cuando vivíamos en EEUU, yo tenía una cama de agua, la cual adoraba, adornada por esa colcha, acolchada, de satén, o raso, del más profundo púrpura mezclado con fucsia. 

Era una cosa eléctrica, que a mí, niño impresionable, electrificaba nada más tocarla. Era una colcha de persona mayor pero toda mía. No era la de un niño con dibujitos y monerías. Y la adoraba profundamente.

La veía como la cosa más moderna de mi vida. Algo que sólo veías en las películas. Como la cama de agua. 

Colchón de cama de agua
Era un buen invento aquello. 

Primero que nada, al que nunca haya dormido en una, hay que decirle que tiene algo de  gracia la situación. 

Uno se mete, y no flota, no, más bien rueda por encima del colchón de agua, hasta que está dentro. 

Se mece y no para quieto. Pero es algo de  una comodidad increíble ya una vez dentro, acomodado  y apaciguado. Y se duerme muy bien.

Yo de pequeño no entendía muy bien como funcionaba el hechizo de la cama, hasta el día que la señora de la limpieza la desconectó de la pared para enchufar la aspiradora, y yo me metí en una cama helada aquella noche. 

No me quejé, por eso de que los niños como yo, es decir, los tontos, no se quejan nada más les pasan las cosas, sino que lo hacemos cuando hemos procesado un poco la situación. En mi caso, ocho  frías horas más tarde.

Al día siguiente se lo comenté a Madame Mère, quien no tardó en explicarme como funcionaba la cosa.

También recuerdo con gusto que la cama de agua, a veces, tenía alguna fuga de agua. Algún agujerito. Una verdadera tragedia la primera vez que ocurrió. 

Se lo dije a Madame, y, ni corta ni perezosa, sacó el remedio del botiquín del baño: tiritas. Así la primera. 

La segunda y siguientes tuvieron que ser arregladas con el "kit" que te vendía la tienda de camas de agua. La recuerdo muy bien, Big Sur Waterbeds

Era una cadena muy famosa y recuerdo sus anuncios todavía. Cuando mis amigos venían a mi habitación, y la de mi hermana, se sorprendían muchos de ellos de que tuviésemos semejante lujo asiático a nuestra edad. 

Dormí sobre una cama de agua hasta que vine a Europa. 

Y fue aquí donde, quizá hace 20 años ya, que dejé las colchas de la infancia atrás y descubrí los edredones, de los que soy fan eterno. 

Sin embargo, hoy, desde un autobús, vi una vitrina por la ciudad que exponía mantas, mantas y más mantas. 

De muchos tipos y texturas. 

Y volví atrás en el tiempo, y recordé algún invierno, yo descalzo por casa, envuelto en una manta por toda la casa, tomando leche con galletas para desayunar. 

Igual que hoy, pero sin el edredón, que abarca mucho más que las mantas, o que las colchas finitas mexicanas. Siempre las recuerdo de color rosita claro, o blancas, o color salmón.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Regreso

AOG, Madrid

Vuelve el frío a Madrid. Desde hace un par de semanas, he empezado a cerrar la ventana por la noche, solo para volver a abrirla por la mañana. 

Pero lo curioso, lo bello de esta ciudad en la que vivo, es que a pesar del frío, a pesar de que el viento ya hiela el vello, que uno necesita cada vez más una bufanda o un cuello vuelto para proteger garganta y vértebras, a pesar de esto, el sol brilla casi todos los días. 

A pesar de todo, la luz no nos deja. No nos olvida. 

Es una curiosidad que en Madrid, aún en los momentos más profundos del invierno, muchas veces el sol no deja de surcar el cielo castellano. Es de agradecer. 

España y Dios y así nos ven desde fuera...

Hoy leí un post de una bloguera mexicana: Coyoacán Jane. Dejo aquí el enlace

Una de las frases que leí -con respecto al matrimonio homosexual y la adopción en España-, que más me gustó, por pendenciera, clara, exacta, acertada, atinada, cabal, correcta, precisa, fiel y certera es esta: 

"El primero que integró todos los derechos –matrimonio y adopción- fue España, en el 2005; cosa que podría sorprender viniendo de un país católico y franquista, pero que por otro lado no sorprende de un país que siempre se ha cagado en Dios." 

Obviamente, yo no llamaría a toda España hoy en día "franquista" pero lo demás...

¿No es maravillosa? 

Me recuerda a cuando estaba estudiando los reinados de los Reyes Católicos. Los autores aseguraban que, por muy católicos que fuesen, los monarcas hispanos lucharon a muerte con Roma por controlar dentro de sus reinos a la iglesia, Dioses, Vírgenes y Jesuses aparte. 

Y fue de los primeros países en no obedecer ciégamente los dictámenes de Roma, a menos que Roma estuviese controlada por algún aliado fiel. 

Claro que todo eso cambió con el tiempo y la ignorancia de la época, pero es notable que los reinos ibéricos de aquel entonces se enfrentaban al máxime representante del Dios que ellos adoraban en la tierra. No deja de ser una osadía. 

Y no se equivoca Coyoacán Jane cuando aprecia ese aspecto tan ibérico de cagarse en todo lo que le plazca, Deidad suprema incluida.

martes, 2 de noviembre de 2010

El dios de la espuma del café

AOG, Madrid

Desde hace un mes aproximadamente, mi vida se ha reconvertido una vez más hacia el estudio. 

Sí, la famosa oposición. Me quita todo. Horas, momentos, suspiros, sueño.
En fin, todo. 
Mis pocos amigos madrileños han sabido, a su manera, llevar poco a poco esta nueva faceta de servidor en la que me ven poco y rápido. 

Normalmente al salir de la Biblioteca a las 22:00 (hora de eche circulodebellasartésico) suelo quedar una o dos veces por semana en el Diurno. 

Ahí, medio dormido, enteramente cansado, y con la cabeza inmersa en el DIP (abreviación de Derecho Internacional Público) y los tratados, estados, costumbres consuetudinatias, y los consabidos CV de 1969 (Convención de Viena sobre los tratados de 1969), les hago un poco de caso. 

Me cuentan cosas y les oigo, y veo que ese mundo al que aún pertenezco, se me presenta un poco alienígena. Un poco extraño. 

Así es, esta es la vida del opositor/ escritor/ periodista/ fashionista/ actor/ modelo/ cantante/ guionista/ fotógrafo/ artista/ hijo/ hermano/ novio/ amigo/ buena persona/ maldito/ amado/ odiado  (o lo que quiera que sea de una buena vez) de hoy.

Por supuesto, huelga decir que mi antiguo yo se rebela con todo esto. El ego es, después de todo, remolón como él solo.

Hace un par de días me vino una mini historia a la cabeza que no pude sino escribir de corrido o me moría. Tenía que hacerlo.
Me consumía el tener que empuñar el bolígrafo contra el papel y dejar que corriese la tinta. 

Una tontería pues la historia en sí no tiene mérito. Creo que era un síntoma de algo más grande, del artista/escritor que hace tiempo dejé de alimentar y se queja.

Reproduzco a continuación las pocas líneas del "relato".

  
El dios de la espuma del café

Estaban un día hablando el dios de los humanos y el dios de los perros. Discutían sobre quien de los dos era más querido, y quien menos.



-A mí me convocan diariamente para que les ayude y les salve de los enredos en los que ellos se meten, dijo uno.



-Pues a mí me hablan incesantemente con todo lo que hacen, no me piden nada, y me alaban hasta cuando duermen, dijo el otro.



-Pero eso no es amor. Eso es un acto de automatismo.



-¿Y es amor la súplica incesante? ¿No te parece que te quieren a cambio de que les ayudes?



-No digas tonterías. Me quieren conscientemente. Saben que me quieren.



-¿Y si no te quisiesen?



-Pero lo hacen; aunque nunca les dé nada, o aunque les dé todo, no me olvidan. Saben que estoy ahí, con ellos. Los tuyos no tienen opción de no quererte. Lo hacen sin más, sin quererlo o queriéndolo. El resultado es el mismo.



Mientras que discutían, el dios de las cosas pequeñas reía hacia adentro.



-No saben que el más querido soy yo. Soy siempre al que menos invocan, pero cuando lo hacen, es con un fervor tal, que sonoriza todos los silencios anteriores. Ante tal amor, ¿cómo no sentirse el  más querido?



El dios de las cosas pequeñas quiso acercarse a los otros dos dioses y asegurarles que era él al que más querían, pero se le interpuso el dios de la espuma del café.



-Déjales que discutan, sabes que no ganarás el argumento.



-Pero, ¡si yo llevo la razón! ¿No crees que mis hermanos verían con gusto su equivocación y dejarían de discutir por algo tan absurdo?



-Has de entender que esa discusión es necesaria para su existencia.



-¡Eso no es cierto! Antes de discutir, ellos ya estaban. Y yo. Y no estoy discutiendo con nadie.




-Resulta que eso no es así. Ellos discuten y se entretienen. El día que no lo hagan, el momento en que uno de ellos tenga la razón, este Universo dejará de ser. ¿No lo sabías?