martes, 26 de diciembre de 2006

Ejemplos varios de odio y conciliacion

Parece ser que el PSOE se aburre. En su afan de encauzar los ríos desviados de la historia, el gobierno español estudia indemnizar a las personas homosexuales que sufrieron su represión y persecución bajo las leyes draconianas del franquismo con unos 12,000 euros. Me parece muy bien. Aunque si de indemnizar se trata, a los homosexuales de hoy en día que han (que hemos) sufrido y siguen (seguimos) sufriendo ataques por ciertas partes de la sociedad....¿nos indemnizará algún gobierno futuro? ¿Sólo las dictaduras pueden pasarse los derechos humanos por el sobaco? Por supuesto que no.

Mientras que en España el gobierno trata de desenredar los enredos del pasado, en Nigeria el gobierno (digamos democrático) estudia rizar el rizo en lo que concierne a los homosexuales. Y la iglesia episcopal del país le apoya aduciendo que en Nigeria están rodeados por el Islám y que si no tienen mano dura con los homosexuales, la iglesia episcopal nigeriana desaparecería en ese país.

Según cuenta el NYT en un artículo acerca del arzobispo episcopal nigeriano Peter J. Akinola, el parlamento nigeriano estudia aprobar una ley que criminalizará el acto sexual entre dos hombres además de cualquier expresión pública de la identidad homosexual con penas de hasta cinco años de cárcel. También prohibirá el matrimonio homosexual y, según el departamente de Estado de EE UU, la ley que se planea tiene clausulas tan extremas que violarían los derecho humanos si se aprueba tal y como está ahora mismo redactada.

Si se interpreta estrictamente, la ley prohibirá que dos personas homosexuales puedan ir al cine o a cenar juntas además de permitír el arresto y encarcelamiento de personas miembros de organizaciones que provean de servicios sociales de diversos tipos, incluyendo particularmente a aquellas personas que socorren a los enfermos de SIDA. Y occidente, según el gobierno nigeriano, no puede dictar a Nigeria qué leyes aprobar, bajo pena de ser acusados de colonialismo. Que excusa tan pobre, pero eficaz a la vez.

El arzobispo Akinola tampoco se queda atrás. Ya es famoso por haberle dado la mano a un hombre homosexual en Nueva York y arrepentirse de ello delante de él en cuanto se enteró de que lo era.

También se está haciendo célebre por mandar curas nigerianos a los EE UU para que administren las congregaciones que están en desacuerdo con la postura semi civilizada de la fe anglicana (episcopal fuera del Reino Unido) con respecto a las personas homosexuales. Parece ser que en EE UU tienen su caldo de cultivo y el arzobispo se jacta de mandar misionarios africanos a occidente, y no al revés.

Nigeria y el odio de algunas confesiones para según qué personas no cesan de asombrarme. Y yo que pensaba que vivía en 2006 y no en 1006.

lunes, 25 de diciembre de 2006

Israel Light

AOG, Wigginton, Reino Unido

Ayer llegué a Londres desde Madrid en el primer vuelo de la mañana de easyjet. En Barajas resulta que no abren la puerta del control de policia hasta las 06:30 de la mañana. Hay que hacer cola un buen rato delante del control si se llega al aeropuerto con mucho adelanto. Y así fue. Ya en Londres llegué a casa y me fui a la calle con la misma. Tenía que hacer las compras de último momento.

Mi hermana me ha pedido ropa de M&S. Había un Zara casi puerta con puerta. Ropa moderna y contemporanea
versus ropa tradicional y clásica. Pensé en lo que le gustaría a ella, y no entré en Zara ni de asomo. Aunque estuve muy tentado a hacerlo. Es lo que tiene tener una hermana que vive en la campiña inglesa. No se puede llevar tacones y faldas de volantes por modernas que sean cuando al salir de casa tienes un campo con hierba y árboles y abejas y pájaros. Hay que llevar ropa de campo. Y para eso, M&S son muy buenos. Sorry Zara.

Luego por la tarde al llegar a casa medio muerto- estaba despierto desde las 04:00 y ya eran las 17:00- me acosté al entrar por la puerta. Al despertarme, había una chica nueva en casa. Es de Israel y es mi nueva compañera de piso.

Nos quedamos hasta las tantas hablando. No es para nada religiosa ni política, aunque el haber vivido en Israel obviamente le da una perspectiva diferente de las cosas. La violencia, las bombas suicidas, todo lo que pasa en esa parte del mundo, le parece normal de alguna manera. Me dijo que debería visitar Israel algún día. Cuando le dije que la gente que se inmola me da un poco de miedo, me respondió que bueno, que eso era parte de la vida, y que no me tenía que preocupar. Que sólo era accidental. Que la gente vive ahí y llevan vidas normales. Me cuesta entender.

Le quitó importancia al asunto. Supongo que cuando te acostumbras a la violencia, lo ves todo normal. Y lo explicas a los demás como si lo fuese. Aunque no lo sea. Pero no quise discutir con ella. Por supuesto que ella sabe más del conflicto que yo, y no quería empezar a culparla de todo, como bien sé que se tiende a hacer en cuanto uno conoce a una persona de algún país problemático. Los convertimos en embajadores de ese país quieran o no. Y lo dejamos así. Mejor. La convivencia no puede estar pendiente de temas secundarios.

Esta noche fuimos a misa de gallo por primera vez en muchos años. Creo que no he ido desde 1985. Fuimos a una iglesia preciosa (St Mary's en la foto) en el pueblo de Bloxham. Anglicana. Es decir, Católica Light. No quiero hablar de religión pero diré que en las misas protestantes, se está de pie mucho más que en las católicas. Y no se arrodilla uno nunca. En los papelitos que dan para que uno siga la misa (que por cierto, nunca van con el orden de las cosas y me paso la vida pasando páginas buscando la sección en la que estamos), pone que se invita a los miembros de otras denominciones a hacer la comunión. Algo que no creo que las iglesias católicas hacen. No es que me interese mucho el tema, pero creo que podrían hacerlo. Es mucho mejor construir puentes que murallas. Pero, como dije, la iglesia no me interesa demasiado. Por no decir nada. Despues de misa volvimos a casa. Y mañana....regalos!!!

martes, 19 de diciembre de 2006

Cena del Master y alguna despedida


Hoy lunes acudí, no sin un poco de aprensión, a la cena oficial del Master de periodismo. Fue en un sitio llamado "Ojalá" en la calle San Andrés Nº1, en el centro de Madrid. Por supuesto, llegué tarde, y cuando llegué, los mejores sitios estaban ya acaparados. Mi culpa claro.

Y no es que me queje de esto, normalmente no me molesta. Pero ocurre que este sitio no tiene sillas. Había que sentarse en el suelo de piernas cruzadas encima de un par de cojines. Posición infernal para mi. Estuve incómodo toda la cena. Y no fui el único. Aunque la comida no está del todo mal, y pagamos unos 20 euros por cabeza, el comer sobre un cojín...y además con suelo de arena... no es lo mío.

Luego de mucho estar ahí, poco a poco nos fuimos yendo. Algunos a casa. Otros a un bar cercano. No sin la típica situación post-cena de "falta dinero". Ya nos pasó en enero cuando empezó el master y fuimos todos al Pizza Jardín. Faltó dinero entonces, y faltaba hoy.

No sé exactamente qué me hizo ir al bar con mis compañeros. No bebo. Estaba un poco cansado (física y mentalmente). Pero, quizá ese estúpido romanticismo que me acompaña siempre a todas partes me hizo caér en las redes de la nostalgia prematura. Y fui. Y me lo pasé bien.

Hablé con algunos de mis compañeros, quizá por última vez. Una de ellas se vuelve a México mañana. No se sabe si volverá o no. Otro de ellos se regresa a Chiapas con la intención de no regresar y trabajar ahí para siempre. Le da igual la beca de enero. Y aunque me cuesta entender sus razones, tengo que respetar su decisión. Aunque me encantaría poder decir en un futuro cercano, que el chico volvió de México para estar en Madrid un año más. Otro de ellos tiene que dar una respuesta el viernes a un futuro trabajo en San Juan de Puerto Rico. Y aunque sabe que tendrá beca, se da el gusto de poder decir que no si no le conviene. ¿Cómo sabe que no le conviene? Esto no lo sé.

Al salir del bar, empezaron los últimos adioses. Cada vez quedaremos menos de hoy al viernes. Algunos vuelven a sus países y ciudades a pasar la navidad. Italia. México. Llagostera. Valencia. Otros se irán de vacaciones: Marruecos, Canarias. Yo mismo partiré hacia Londres el sábado por la mañana y no volveré a Madrid hasta enero.

Las despedidas fueron fuertes. Esta vez, no era yo el que se iba. Durante un ratito, quise serlo. Quise tener un lugar a donde irme. Pero, afortunadadmente, Madrid es el lugar donde vivo ahora y es el lugar adonde me he ido para dejar de tener despedidas en las que yo soy el que se va. Para mi, Londres es, más y más cada día, un destino que visito y poco más.
Los lazos con Inglaterra, aunque fortísimos, cada vez me atan menos- aunque estoy atado hasta las pestañas- y el vivir en Madrid se convierte cada día en un punto de comfort personal. En España. Aquí.

Sí, quiero viajar, es cierto. Y vivir en muchos sitios; esta parte de mi personalidad aún no está domada del todo y siempre quiero ver cosas y sitios nuevos y vivir ahí donde visito. Pero está bien tener un hogar al cual querer volver. Algo que Londres, por mucho que haya sido mi casa durante 15 años, nunca logró ser porque no fue mi hogar jamás. Y sigue sin serlo. Y aunque Madrid no lo es tampoco del todo, sí se parece más a un hogar que Londres. Ayer, al volver de Barcelona- que también me agrada muchísimo más que Londres- pensé en lo agusto que iba a estar en mi estudio madrileño. Y el estar agusto en un sitio, ciertamente ayuda a hacer de él un hogar.

Y así acabó la velada de hoy. Abrazos y besos a los que se fueron. Y un saludo a lo que vendrá para los que nos quedamos.

viernes, 15 de diciembre de 2006

Finis


Hoy ha terminado el master para mi. La revista fin de proyecto, llamada El Satélite, cerró a eso de las 14:30 horas. Esta es una de las imágenes que no salieron en la revista. Una de miles. Pero eso es otra historia.

Dado el estado de ánimo de algunos, la redacción estaba casi vacía, salvo por algunos que querían dar por terminado el esfuerzo colectivo de 14 personas, 2 profesores, y un sinúmero de colaboradores. Eramos pocos al final. Algunos quizá estábamos de más.

Fue un poco triste que no hubo aplausos al acabar, solamente suspiros. Apenas nadie se quedó a comer en El País. Algunos de nosotros nos fuimos a Lavapies. Supongo que estaríamos hartos los unos de los otros. Nos fuimos a La Burbuja Que Rie, restaurante asturiano. Curiosamente, y sin yo saberlo, fue el mismo restaurante al que fuimos al finalizar las prácticas de verano en la SER. Mucho dinero para poca comida. Y no tienen coca cola ni sirven café. Agua y sidra.

Después cogí un vuelo a Barcelona.

El lunes tenemos una cena de fin de master a eso de las 21:00.

sábado, 9 de diciembre de 2006

Suso33: El artista del gato sin nombre


AOG, Madrid

Suso33 tiene su estudio/taller/casa cerca de la avenida de Extremadura, en Madrid. Se abre la puerta y, sorprendido de no haber escuchado el timbre, aparece un hombre delgado, muy arropado, con el pelo lacio, largo, y con coleta, de 32 años. “¿Quieres un Cola Cao?”, preguntó.

Se ausenta del espacio inmenso que es su estudio y desaparece al piso de abajo dejando una gata embarazada blanca de manchas negras, que resulta ser muy remolona, como única compañía.

Al subir, Suso33 trae una bandeja con tostadas, miel, galletas, azúcar, mermelada y Cola Cao. Se dirigió hacia su mesa de trabajo y empezó a hablar. Existe un amigo en común- Xavy, de Barcelona, alias freaklub.

Mientras que desayuna, salta el tema de Londres. Él está interesado en saber quien está por allí. Qué se hace. Quien ha salido nuevo. Sobre todo, qué nuevas imágenes han surgido.

Mientras que habla, se le ve inquieto. “Tengo ganas de dibujar” dice. Pero antes, se va hacia el ordenador para mostrar con orgullo, pero también con cierta humildad, su trabajo.

Lo primero que muestra es el homenaje al Guernica de Picasso que el Museo Reina Sofía ofreció a distintos artistas este pasado mes de junio. “El museo me dijo que tenía ocho horas para hacerlo. Utilicé las primeras cuatro para pintar la bandera de Irak. Vinieron unos periodistas del ABC pero no veían cómo vender la pieza al periódico. Se fueron. Las cuatro horas restantes las utilicé para terminar el cuadro”, explica Suso33.

Después del cuadro, siguieron las Ausencias. Las Ausencias son figuras, o más bien, siluetas, o las sombras de las siluetas, que él dibuja en las ventanas y las paredes tapiadas de los edificios abandonados o derruidos. También las pinta en las secciones de muro que suelen quedar en los edificios que están junto a un terreno baldío, o algún solar vacío. Las paredes que parecen un recorte en vivo de 13 Rue del Percebe donde se ven las baldosas del baño, las de la cocina, el papel de la pared de la sala, el contorno de las escaleras.

Son espacios muertos que guardan el recuerdo de las personas que vivían ahí. “Madrid ha evolucionado mucho en los últimos diez años. Ha habido, y hay, mucho movimiento en la ciudad. Aquí se notan y se sufren una despersonalización y una deshumanización que nunca antes habían ocurrido en ninguna ciudad española. Yo plasmo las imágenes donde quedan estos espacios vacíos”, explica.

La gata se sube a la mesa y Suso33 se ofrece a llevarla abajo y dejarla ahí para que no moleste ni de alergia. Se sube al patinete que tiene al lado de la silla y viaja rodando hasta las escaleras que están en la otra punta del estudio. Suelta al (resulta que es macho) gato, y vuelve a la mesa montado de nuevo en el patinete. Sigue hablando de su trabajo.

A continuación enseña orgulloso unos videos de lo que él llama Telegraffiti; la unión de varios medios artísticos, durante un concierto en León. Una especie de evento posmoderno donde se juntan la creación visual, aural, el baile, el performance, en fin, casi todas las disciplinas del arte en un momento irrepetible.

Tan es así, que Suso33 no suele vender las piezas producidas en ellos. “Están ligadas a ese momento, y sólo tienen sentido dentro de él. No quiero vender algo irreproducible. Además, las piezas suelen tener fallos. No son perfectas”, explica. Cuenta, entre risas y no risas, que hubo una galería que quiso vender unas imágenes que Suso33 produjo dentro de la galería y que chorreaban pintura hasta el suelo. La galería las montó sobre una madera que colocaron enfrente de la pared para protegerla. “El cliente quería incluso la pared con el chorro de pintura. La galería, por supuesto, estaba dispuesta a venderles la pared. ‘Si van a pagar por ello’ me dijeron. No estaba de acuerdo. Esas piezas eran únicas precisamente por eso, por haber sido pintadas así”, relata Suso33.

Esta sobreprotección de su obra quizá le venga de la mala costumbre que tienen los medios de robar su imagen y su trabajo sin su consentimiento. “Los de las tiendas, Zara, Corte Inglés, ven una imagen mía por la calle. La copian y la estampan en un a camiseta. Me han robado el diseño, y yo no me he beneficiado en absoluto”. Ahora cuando pinta en público, usa ropa especial que lleva su logo “Para que no me vuelvan a robar la imagen para vender algo”, relata algo enfadado, si es que a Suso33 se le puede ver enfadado.

El gato sube del destierro subterráneo y se mete entre las piernas de su amo adoptado. Al preguntar, resulta que el gato no tiene nombre porque fue Suso33 el que resultó el adoptado, y no al revés. “¿No has visto nunca Desayuno con Diamantes?”.... La respuesta es “Todavía no”. Sin embargo, sí ha visto la Guerra de las Galaxias. Algunos de los juguetes, las naves, y los muñequitos de las películas están en una repisa de su sala. “Me gustan más los originales. Me gusta su rigidez. Los nuevos tienen muchas curvas”, explica.

Accede ha hacerse unas fotos enfrente de un corazón que la Pasarela Cibeles rechazó por parecerse su estilo al de Ágatha Ruiz de la Prada, y esconde el diseño que ha hecho para Cibeles 2007. “No puede haber fotos de él antes de los desfiles”. Se pone una camiseta con su Logo personal, y posa. Cierra mucho los ojos durante la corta sesión. “Es un reflejo, seguro. Lo hago porque cuando pintas con aerosoles, la pinturita se te mete en los ojos y duele, entonces siempre los estás cerrando un poco para poder pintar”.

La entrevista se va acabando y el gato sin nombre quiere salir a pasear. “Sale pero luego siempre vuelve”. Se despide tosiendo pues aún tiene un poco de catarro y sonríe un poco. Le gustaría una copia de la entrevista si es posible.


miércoles, 6 de diciembre de 2006

Polo Lunar

AOG, Madrid

Hoy al volver a Madrid después de una semana muy concurrida en Londres, leí una entrevista hecha a Haruki Murakami respecto a su último libro Kafka en la orilla. Al poco de empezarla me sorprendo cuando leo que Murakami comenta que Japón ha cambiado mucho en los últimos 30 años. Que la situación de, por ejemplo, las mujeres ha mejorado. Me sorprendo porque, por alguna razón, cuando pienso en Japón, nunca imagino que su sociedad sea muy capaz de protagonizar muchos cambios sociales más allá de los que ya ha sufrido desde que occidente obligó a Japón a abrir sus puertas el 8 de julio de 1853; puertas que Japón nunca volvió a cerrar.

Supongo que mi asombro parte de mis deseos de que Japón, país que nunca he visitado en persona (aunque muchas veces lo haya hecho con la imaginación y el intelecto a través del cine, de las novelas, su poesía etc.) nunca cambie. Para mi es de esos sitios que están bien como están, como Canadá, o Suecia. Que mejor será para el planeta si siguen como están pues su cultura es única y además no incordian a nadie.

Y al poco rato de leer la entrevista, y de sentirme un poco defraudado al ver que inclusive Japón ha sucumbido al mundo moderno, me doy cuenta de mi propia ignorancia y falta de visión.

Yo, que siempre me quejo de lo atrasada que está Europa (por no nombrar países en particular), y de pedir que cambie, me indigno al leer que Japón cambia. Y no sólo Japón. EEUU cambia; y México; y Rusia; y China; y España; y Argentina, y todas las sociedades -si tienen suerte- cambian. No sé de donde me habrá venido la sorpresa con respecto a Japón. Quizá sea la distancia, o la imaginación, que me nublan las ideas con respecto a los sitios donde nunca he estado.

O quizá sea el deseo de no querer que cambien los sitios antes de llegar a ellos por miedo a haberme perdido algo. Cuando estuve en Lisboa en Septiembre comenté, semi nostálgicamente, que España habrá sido así hacía 30 o 40 años. Y a la vez que me alegraba que ya no era así, también pensaba en qué algo se habrá perdido con tanto cambio. Quizá eso es lo que no quería de Japón. Que haya perdido algo de su esencia, aún sin haber estado ahí nunca.

Hoy mismo hemos sabido que dentro de unos años, se supone que hacia 2020, es decir, 14 años, la luna, dejará de ser sólo un satélite nocturno y pasará a ser una colonia de la tierra con vistas a servir de trampolín hacia Marte. Y me pregunto ¿cuánto tiempo pasará desde que el hombre monta una base en la Luna hasta que nace el primer bebé Lunático? ¿Y qué nacionalidad tendrá? ¿Y qué edad tendré yo cuando esto ocurra? ¿Seguiré escribiendo esta bitácora? ¿Habrá todavía Internet?

Y al llegar a Madrid por la tarde de hoy desde Londres, me entero de que se confirma que en Marte hay agua. O al menos líquido. Las fotos tomadas por la sonda marciana lo confirman.

Y antes de acostarme me pongo a pensar si no perderemos algo, por muy beneficioso que sea a largo plazo (porque ya se dice que a corto plazo la base lunar será un elefante blanco de costes faraónicos) de la luna en este proceso. Pero no sólo de la luna, sino también de nosotros mismos.

¿Seremos capaces de sobrevivir los cambios que estamos enarbolando desde hace tanto tiempo? Somos una especie que ha sido desarrollada para sobrevivir en este planeta. Y todo lo que nos rodea, aunque nos llene de asombro y lo queramos entender y explicar, tiene su propósito. No presumo de conocer el propósito de la luna.

Pero me preocupa que lleguemos a descubrirlo. O peor aún, que le demos un propósito propio y subjetivo. Imagino que no hará mucho, alguien en la NASA se habrá preguntado ¿para qué sirve la luna? Al fin y al cabo, desde 1972 nadie la ha vuelto a pisar. Y creo que no hace mucho, alguien en la NASA habrá respondido algo así como “la luna nos sirve para esto”. Y nadie se ha puesto a pensar si la luna debería servir o no para algo. Obviamente alguien ya le ha dado un propósito. El "nos" sobraba.

domingo, 3 de diciembre de 2006

Tragicomedia, arte y gatos

AOG, Londres


Hay días en los que las cosas que ocurren son trágicas, hasta que se las cuentas a alguien. Y te mueres de risa al hacerlo; y te das cuenta de que sí, son trágicas, pero no de la manera que pensabas. Son trágicas por ser únicas.

Empecé el día buscando galerías de arte. Primero fui al White Cube Gallery en Hoxton Square. Hacía años que no iba por ahí. El espacio no está del todo mal, pero la exhibición me pareció un poco fracasada. Tres paredes y 5 cuadros enormes de una temática casi idéntica. La artista Carroll Dunham. Algo faltaba. Luego, en la planta superior, más o menos lo mismo. Los genitales de un humanoide.

Después, me puse a buscar la galería Store. Se supone que estaba en el numero 92 de Hoxton Street, pero no. Se ha mudado al #27.

En el # 92 hay un galería privada llamada Associates. Llamé a la puerta y entré. Había una exhibición conceptual preciosa. Pero la pena es que estaba desaprovechada. El espacio es mínimo.

Según entras, hay unas luces rojas como de láser que cruzan la habitación de techo a pared y de lado a lado que te hacen pensar que acabas de llegar al rodaje de Misión Imposible.

En las paredes se proyectan dos imágenes de las artistas (Kim Coleman y Jenny Hogarth) como si fuesen fantasmas.

En la ventana, debajo de una mesa de cristal, contra la pared. Muy conceptual todo. Después resultó que los láser son un nuevo material que puede conducir luz muy bien. Parece cuerda fosforescente.

El problema es que el espacio es tan reducido, que tienes la cuerda en la cabeza y entre los pies y no puedes andar ni obtener una perspectiva del espacio que no sea a primer plano.

Lo positivo de esta experiencia es que la curator (que no es la dueña) resultó ser una chica chilena que está haciendo una colaboración con una fotógrafa italiana (Ottavia Castellina) que está montando una exhibición sobre la inmigración a Londres. Intercambiamos contactos y espero poder hablar con ellas dentro de poco.

Después me dirigí hacia Store. Llamo a la puerta. Me contesta una chica. Me abre la puerta. El edificio está en obras y no sabes hacia donde tirar. Subo las escaleras y llamo a las puertas según llego a ellas. Nadie abre. Bajo las escaleras. Otro chico está haciendo lo mismo detrás de mí. Él ha visto una puerta en la planta baja. Vamos los dos. La puerta está entreabierta.

La ayudante de la galería resulta ser una chica turca con muy malos modales que le dice al chico que lo siente, pero que ella no sabe nada de su portafolio. Cuando él le explica que ha venido desde Norwich a buscarlo porque le escribieron diciéndole que lo haga la chica no se inmuta. Se pone un poco borde. El chico se exaspera.

Después fue mi turno. Ni le interesa quien soy, ni que hago ahí, ni nada de nada. Le interesa únicamente seguir leyendo la pantalla de su ordenador. Te habla sin mover la mirada de la pantalla. ¿Estaría viendo YouTube Ankara? Trato de hacerme el simpático pero nada.

Me voy y, afuera, veo al chico en cuestión. Le pregunto si es artista. “Bueno, sí, no lo sé. Creo”. Le empiezo a hacer preguntas y me dice “Escuché lo que pedías ahí dentro. No sé si te servirá lo que yo hago”.

Le pregunto que hace.

Bueno, hago esculturas de arcilla y luego hago fotos de mis gatos mirándolas”. Ajá.

No. Yo tampoco creo que es artista. Creo que es psicópata.

Pero seguramente me comeré mis palabras cuando este chico gane el Turner Prize un día de estos. Se llama Rob Filby.

Continúo.

Voy hacia Broadway Market, en Hackney en autobús. Veo a dos galeristas. Uno no me sirve. El otro un poco más. Hay un chico que hace piezas súper interesantes que se llama Yak Boew Seah. Produce lo que se llama muebles urbanos. Cosas cómo señales de tráfico, asientos etc. Son parecidos a los de verdad. Y ese es su arte: nadie sabe que no son de verdad. La gente no se suele dar cuenta hasta más adelante.

Después de eso, cogí un autobús que me llevó por una parte de Londres la cual no piso desde 1994. De repente me encontré delante del Hackney Empire. El primer teatro donde actué en una obra. Se me había olvidado completamente el sitio, la calle, el barrio. Todo está cambiado. Limpio. Hay negocios y tiendas. Sobre todo de vietnamitas.

Después al Soho. Ceno con Madame Mère y a casa. Vienen 2 amigos a ver una película. Te doy mi ojos. La tengo que ver porque he de entrevistar a Paul Laverty, quien está casado con la directora, Iciar Bollaín.

A eso de las 3 am me acuesto.

viernes, 1 de diciembre de 2006

Exhibiciones varias

AOG, Londres

Esta mañana me levanté en Madrid a las 4 para coger el vuelo a Londres de las 7:25 desde Barajas. Estoy aquí para hacer un artículo sobre la agitación cultural en la capital británica.

Un compañero de clase irá a París para hacer lo mismo. Parece ser que en los Banlieue, especialmente en Clichy-sous-Bois, hay un cierto movimiento artístico-cultural el cual queremos plasmar en la revista de fin de curso.

Desgraciadamente para mi, en Londres no hay Banlieues de los que hablar. Es una ciudad integrada en donde casi todos los barrios tienen pobres y ricos viviendo unos enfrente de los otros (menos en Mayfair claro). Es un modelo de integración que los ingleses creen que es bastante modélico y suficiente para ellos. En cierta manera tienen razón.

Al no haber suburbios del estilo de París, los disturbios que ahí ocurrieron el año pasado no se dan. Se suelen dar otros, pero los ingleses aún no acaban de entender el por qué se han dado. Con lo cual, el impacto de este modelo en la sociedad británica está aún por conocerse.

En fin. Tras hablar con una amiga de la facultad, Nicky, que ahora vive en Jativa desde enero, empecé a contactar con las personas que ella me recomendó para hacer el artículo.

Me fui a la Royal Academy of Arts en Picadilly para hablar con una de ellas. La chica en cuestión no sabía nada de mi. Nicky no le había contado nada. “Typical Nicky!” me dijo.

Al final no me pudo ayudar. Lo que busco parece ser demasiado underground para el personal de la Royal Academy. Sin embargo, antes de marcharme me preguntó si quería ver la exhibición del Rodin. No puedo más que recomendarla. La escultura de Rodin es mucho más impresionante de lo que yo pensaba. Recuerdo haber visto a El Pensador de pequeño, no sé en que país lo habré hecho.

Desde entonces no lo he vuelto a ver hasta hoy. Me encantó poder volver a verlo. Tienen la figura original, en pequeño, y la versión en grande. Ambas son grandiosas.

También tienen El Beso. Una pieza que nunca he visto en vivo, sólo en foto, y que, al tenerla enfrente, no pude más que inspeccionar y admirar el genio que tuvo Rodin para esculpir el punto en que ambos se tocan. Es sublime.

Las demás piezas también son muy buenas. Las hay de todos los tamaños, y las más grandes, como Los Burgueses de Calais, que además de asombrosa por su composición, por su escala es impresionante. La belleza en conjunto de las piezas es sorprendente.

Es curioso como son las cosas. Esta mañana en Madrid no pensé que vería una exposición de Rodin. No lo esperaba. Pero así es Londres. Inesperado. Quizá no es Londres. Quizá sólo es que la vida es así cuando eres periodista. O al menos tratas de serlo.

Por la noche, ya en casa, vi una película coreana de 2002 llamada El camino a casa. Trata de una señora de Seúl que se ve obligada a dejar a su hijo de 7 años con la abuela, que vive en el campo. La buena señora es sordomuda y vive en la más absoluta pobreza.

El niño de la película es un demonio y a la pobre señora le hace una tras otra. Se siente abandonado por su madre y a la abuela la trata con muchísima crueldad. Es una película que duele mucho verla. Y al niño lo quieres matar ¡claro! La abuela trata al nieto con un amor y una paciencia ejemplares. Es muy dificil ver cómo el niño trata a la abuela. Pero es muy interesante a la vez.

El chico vive en un mundo muy distante al de la abuela y no tienen nada en común. Lo moderno con lo antiguo no se acaban de casar, pero al final conviven. Y ahí empieza la vida. Una vida nueva.

Y mañana, a buscar más artistas underground por Whitechapel.