martes, 16 de octubre de 2012

Crisis y más crisis

AOG, Madrid
Veo como poco a poco la economía de España se desploma sin que nadie haga nada. Eso es lo que más miedo me da, el que nadie haga nada. Y que lleven meses sin hacer nada. Y lo que queda. 

Este dato es de El País:

"España 2012. Más de 5,6 millones de empleos y decenas de miles de techos arrasados por el huracán de la crisis. Más de 300.000 ejecuciones hipotecarias iniciadas en los últimos cinco años, muchas de las cuales han derivado en desahucios —más de 100.000— a los que se suman los motivados por el impago de alquiler".

Más allá de reprochar a estas alturas al Gobierno de Rajoy, o al de Zapatero, o al de nadie, que por qué estamos como estamos, ahora me preocupa sobre todo el por qué estamos empeorando. 

Hemos perdido poder adquisitivo. La mayor caída en 27 años. Hay muchas familias a punto de caer en la pobreza.

¿Por qué nadie en el Gobierno hace nada?

Veo con horror y con espanto que la clase política española sigue cobrando como si nada sus pensiones vitalicias, sus dietas y demás privilegios, mientras suben el IVA, rebajan las prestaciones sociales, recortan salarios y pensiones a diestra y siniestra, y me asusta que ellos actúen como si no pasara nada. Como si esto fuera de lo más normal.

Hablando con algún entendido del tema, me suelen soltar que bueno, que esos privilegios de la clase política verdaderamente son sólo el chocolate del loro. 

No lo dudo pero francamente no creo que estemos ni para loros ni para chocolates. 

A la vez, veo que a las puertas del Carrefour hay personas que se acercan a buscar de comer. Y hay de todo. Tanto vagabundos como personas que, al menos desde la distancia en que les veo, parecen de todo menos pobres. 

Quizá ese es el problema, que en España, país de la eterna apariencia, país en la que ésta siempre ha de guardarse, las apariencias engañan. 

Y creo que engañan todas ellas, y quizá por eso nosotros estamos acostumbrados a que nos vendan gato por liebre, y no nos quejamos. 

Y sí, hay algunos que se quejan, pero ¿y qué con eso? 

¿De qué ha servido el movimiento indignados de momento? 


Sí, sus triunfos, ahí donde los ha habido, son necesarios pero, por la razón que sea, no han transcendido. 

¿De qué sirve el ocupar el Congreso de los Diputados? De nada.

¿De qué serviría el expulsar a los gobernantes del poder en una supuesta Fronde a la española? ¿Quién los reemplazaría? 

Conjeturas aparte, y volviendo al tema, hoy en día, lo que más me preocupa es que no veo por ninguna parte la manera en que el Gobierno está haciendo algo para que la economía crezca. 

No veo medidas para, no ya ayudar económicamente, sino para sacar a cinco millones y medio de parados del desempleo. 

¿Ha pensado alguien en Moncloa la manera de acabar con este gran problema? 

Diría que no, y a las pruebas me remito. Ahí siguen las familias, con sus economías maltrechas y sus esperanzas destrozadas.


Y mientras que la economía española se desmorona cada día un poco más, el Gobierno se preocupa por  mantenerse en el poder. 


Por ganar las elecciones en Galicia (claudiquemos), en el País Vasco (riámonos), en Cataluña (apaguemos y vayámonos). 

Por mandar al señor Rajoy a la ONU para hablar de Gibraltar –y él cree que tiene tan pocos problemas, y que estos están tan solucionados, que lo mejor que se le ocurre es pasearse por Nueva York fumando un puro–; por tantas cosas inútiles para la gente que lo está pasando mal que me pregunto: ¿exactamente qué cree este Gobierno que son sus deberes y responsabilidades para con los ciudadanos y el electorado?



Mientras que el señor Wert, ministro de Cultura , lanza puyas pseudo-franquistas a diestra y siniestra, caldeando cada vez más los ánimos, y mientras que en Cataluña se rasgan las vestiduras con el tema independentismo, veo que la gente sigue pidiendo comida a la salida de los grandes almacenes cuando estos cierran. 

Veo que España ha perdido 1 millón de habitantes porque la gente se está volviendo a sus países de origen (¿cómo es posible que el Gobierno no sepa lo negativo que es esto?). 

Observo con pavor como el tema de conversación del señor Rajoy es un eterno vaivén con el supuesto rescato-préstamo-panacea de la economía española por parte de la Unión Europea, mientras que los medios Europeos no hacen más que preguntarse que a qué espera España para que la rescaten.

Parecemos tontos. Es obvio. 

No tiene sentido ya insultar a nadie, ni calificar de nada a nadie, ya que eso no resuelve el problema. 

No sé de qué le sirve a una pobre mujer que tiene que dar de comer a sus hijos el escuchar que el señor Rajoy no está a la altura de las circunstancias. 

No sé como ayuda a una familia, donde todos viven de la pensión del abuelo o la abuela de turno, la eterna cantinela del PP de que la culpa es del PSOE, que esto lo heredaron ellos. 

Únicamente me percato a diario de que de esta  situación, nadie en el Gobierno de España sabe como salir. 

Puedo entender que el señor Rajoy no se sienta capacitado para sacar a España del agujero. 

No le puedo recriminar que no sepa hacerlo. Al fin y al cabo lo suyo es ser registrador de la propiedad y católico devuelvecódigos robados. 

Pero sí le puedo pedir que me explique cómo justifica su presencia día tras días en la Moncloa cuando a todas luces él no sabe qué hacer para sacar a cinco millones y medio de las listas del paro. Y es que no hay otro tema ahora mismo. Es ya un tema de humanidad. En Grecia hoy aprobaron una ley por la que se permite la venta de artículos comestibles ya pasados de la fecha de caducidad. 

Estamos en el siglo XXI, ¿no es esto un escándalo? No, no le puedo echar la culpa de esto a quien no la tiene, es decir, el PP. Pero mucho me temo que España va por el mismo camino.

Lo siento señores gobernantes pero es que ni siquiera el tema catalán es tan importante como el bienestar de los parados ahora mismo. 

Es un problema de hondo calado social. Es una situación de ansiedad diaria, de hambre y frío. Donde la dignidad humana se pierde poco a poco mientras que los dirigentes miran al electorado con desdén y se despreocupan del tema.

Y si el señor Rajoy no sabe qué hacer para hacer que la economía de España crezca, y sus consejeros tampoco, sí que puedo pedirles que se apeen del carro y dejen a otros hacer lo que ellos mismos no son capaces de lograr. 

Sin acritud. Sin ideología ninguna. Sin vergüenza ni insultos. Sin crisis de Gobierno.

Y no, hacer recortes y reducir el déficit no hace que la economía crezca ni que los parados tengan trabajo mañana.

Simplemente, si usted no sabe como hacer algo, quítese de en medio para que aquel, o aquellos, que sí lo sepan, puedan obrar. 

¿Es mucho pedir?

Por mi parte, me limito a copiar unas líneas de Benedetti:

"Todo este terremoto nos ha dejado rengos, incompletos, parcialmente vacíos, insomnes. Nunca vamos a ser los de antes. Mejores o peores, cada uno lo sabrá." 
Mi gran duda es si la tierra ha dejado de moverse, o si es que aún ni siquiera ha empezado a temblar.

lunes, 15 de octubre de 2012

Ranas

AOG, Madrid

Cuando era pequeño, como todos los niños pequeños, participé con mis congéneres de la información disponible a nuestro grupo y a nuestra edad, con todo lo que esto conlleva.

Con el tiempo, como muchos, fui descartando la mayoría por imposibles (reyes magos, ratones Pérez etc.), otras por fantasiosas (súper héroes, fantasmas etc.) y otras simplemente por ignorantes (si comes mucho chocolate te saldrán lombrices).

Sin embargo, aún hoy contemplo algunas cosas que escuché en mi infancia como pequeños ejemplos de sabiduría, o de crueldad, colectiva, cuyo uso aún no percibo y, francamente, mejor que así sea.

Recuerdo claramente la época durante la cual mis amigos y compañeros de clase estaban investigando la crueldad a los animales. Digo investigar ya que lo que ellos hacían era experimentar con aquel famoso “que pasaría si...”.

Sin haberlo comprobado yo mismo, hasta hoy me acompaña el resultado del experimento ‘gato en el microondas’.

Por no hablar del ‘cuete en el culo’ de gatos y perros.

Ojala no lo supiera pero, cosas de la infancia, quizá la crueldad de aquel momento me ha ayudado a ser una persona más humana, menos cruel.

Es obvio que somos una especie cruel, y que nos pasamos toda la vida luchando contra este sentimiento innato en nosotros. La madurez ayuda, y mucho. Espero, porque a veces parece que somos unos niños para muchas cosas.

Me explico.

Recuerdo, algo más mayorcito, una particular lección de bilogía y como ésta se aplicaba a la sociología política: Si quieres hervir una rana, no la eches a una cacuela de agua hirviendo; la rana saltará y se escapará.

Para llegar a hervirla, métela en agua fría y sube la temperatura poco a poco hasta que la rana muera.

Si uno estudia historia, es fácil extrapolar la lección a la política de nuestra especie en un sinnúmero de ejemplos.

Hoy en día, sin ir más lejos, el populismo en ciertos países hispanoamericanos nos hace ver la mejor manera de cómo acabar con una democracia utilizando sus instrumentos. 

Ya ocurrió lo mismo en las urnas alemanas previas al comienzo de la locura que fue el Tercer Reich.

En España, aunque no lo parezca, desde hace unos meses nos tienen metidos en una cazuela de agua fría, que cada día sube un poco más de temperatura. 

Pero no me refiero a la situación política o económica. Ojala fuera solo eso.

Me refiero al sigiloso, y a la vez venenoso, interés por parte del Gobierno en RTVE y en controlar la información, que, en teoría, debería ser libre. 

No contento con ‘enmendar’ la ley del PSOE que hacía del ente público un órgano de comunicación independiente, el PP ha organizado una caza de brujas en la que muchos de los mejores profesionales fueron substituidos por otros más afines a la ideología del partido en el poder. 

Bienvenido siglo XXI, como te pareces en esto al anterior.

Estos cambios, igual de sigilosamente, aunque no por ello menos perversos, se han ido implantando levemente en el telediario de las 9, por ejemplo. 

Ese telediario que se pasa 15 minutos hablando de Artur Mas mientras que en Madrid hay disturbios frente al Congreso de los Diputados.

Un programa que gusta de acompañar noticias referentes al PP con la cancioncilla triunfal del partido y luego repasa a toda velocidad cualquier cosa referente a los demás partidos, más por cumplir que por interés en hacerlo. Sí, eso parece. Lo siento.

O que, mientras nos cuenta lo maravilloso que fue la fiesta del 12 de octubre, "en la que no hubo pitidos como en otros años" a la vez nos informa de que la infanta Elena estaba junto “al líder del principal partido de la oposición”, a secas. Sin más introducción.

Menos mal que hasta Tele5 abrío con los disturbios, y no pasó a hablar del señor Mas y Cataluña hasta más tarde.

Por suerte para nosotros, la España de 2012 no es la misma de 1972. 

Es decir, menos mal que, por lo menos de momento, tenemos otros medios (aunque muchos de ellos se auto posicionen a la derecha, a la derecha de la derecha, o inclusive, a la derecha de la derecha de la derecha) y la prensa es libre a su manera.

O al menos eso me gusta pensar.

Menos mal que hay Internet, y que la gente, sobre todo la gente joven, aunque también los más mayores, están cogiéndole el gustillo a las noticias por Internet.

Sin embargo, no puedo sino reflexionar en el daño que hace a nuestra sociedad que TVE nos venda una normalidad adulterada como trigo limpio. No lo es.

No lo fue cuando la administración del señor Aznar nos vendía cosas como ‘C-C-O-O’ como si fuese una cosa normal. 

Por no hablar del circo que fueron las horas inmediatas a la tragedia de Atocha. Más lo que vino después.

Y por desgracia, y gracias a las urnas, aquello se convirtió en esto. Las razones son muchas, no quiero enumerarlas.


 Pero quizá hay una que se nos escapa y a la que pocos, o nadie, tiene respuesta. 

¿A qué se debe que el PP y la derecha en España sean algo tan anacrónico? 

¿Por qué no hay en España una derecha moderada como la Europea, cuna de la social democracia?

E igualmente pregunto, ¿por qué en España no pedimos un sistema republicano normal y corriente y nos limitamos a pedir una tercera república que, parece ser, sería una fotocopia de la derrocada en 1936? 

Es curioso que nuestro discurso público no habla de tener un sistema republicano, sino que hablamos de mandar al rey a freír espárragos y de instalar aquella república una vez más. 

Es decir, no hay un debate acerca de convertirnos en una república sino en convertirnos en aquella.

¿Es esto ser un país en paz consigo mismo?

No lo sé. No sé si lo somos y si lo estamos.

Y sí veo, por desgracia, que nos envenenan la libertad de expresión desde las altas esferas del Estado con niñerías como las antes citadas. 

Y todo esto me preocupa. No sé qué nos pasa que parecemos incapaces de superarnos a nosotros mismos. 

Diría que me da vergüenza, pero lo que me da, verdaderamente, es pena. 

Por que veo que, de momento, socialmente hablando, más parece que vamos hacia atrás y no hacia delante.

¿Alguien me puede explicar por qué nos tratan como ranas?