martes, 28 de noviembre de 2006

Ojos vemos.....

AOG, Madrid


Hace un año, la prensa daba la noticia del primer transplante de cara. Un año más tarde, se publican las primeras fotos de Isabelle Dinoire, la mujer que obtuvo una cara nueva a través de la cirugía tras ser desfigurada por un perro.

Veo las fotos y me percato de que ha cambiado ligeramente. A mejor. Que el trauma, aunque de proporciones sobrehumanas, fue superado en cierta manera. Al menos estéticamente. El trauma interno creo que nunca lo conoceremos. Cómo dicen en México (mi eterna fuente de sabiduría abueleña- o sea, de la abuela), Ojos vemos, penas no sabemos.

Ayer en la Plaza de Chueca, al salir del metro, me topé con un chico cubano al que conozco desde hace más o menos un año. Emilio.

En noviembre de 2005, cuando vine a Madrid a hacer las pruebas del Master, lo conocí a través de otro amigo cubano. Muy pronto nos unió un propósito común: la necesidad de compartir un piso a partir de enero. Al final no pudo ser por distintas razones, la principal de ellas que él encontró piso por su cuenta y se olvidó de mi y de nuestro plan común. Pero eso es lo de menos.

Desde entonces me lo he encontrado un par de veces por Madrid. Hablamos poco, sobre todo porque yo suelo tener prisa cuando le veo y estoy yendo o viniendo de algún sitio. Pero sucedió ayer que me regalé unos minutos con él y sus dos amigos paraguayos.

Me contó que no era feliz en Madrid. Que no le gustaba el capitalismo del todo, que es brutal. Que en Cuba la gente era feliz. Que él ahí nunca pasó penas, al menos no en su familia, o en su pueblo. Que recordaba que una vez le dijo a una amiga que, de todos los sentimientos, nunca había sentido depresión. Que ese sentimiento le pareció siempre muy elegante. “La melancolía, que tan bien sienta. Tan fina la melancolía”. Y que ahora la había sentido, y se arrepiente de sus palabras. Pero no volverá a Cuba; no a vivir.

Él defendió a su país. Pero no sé si defendía a Cuba. Defendía su versión particular de su país, la que él conoció. Su Cuba. Hasta ayer, no sé si me había dado cuenta de que todos tenemos una versión de nuestro entorno por dentro.

Creo que todos llevamos un país por dentro. Uno con su propia capital, sus fronteras, sus comarcas y provincia, sus ríos, montañas y playa, sus riquezas naturales y sus glorias y derrotas. Uno que, a veces es invadido, con el que a veces invadimos nosotros, que hipotecamos, o que enriquecemos. Que abre y cierra embajadas, monta ejercitos, rige su economía, firma tratados y pactos y que, en fin, existe sólo en nuestra cabeza. En nuestra memoria. Que nada tiene que ver con el país en el que vivimos, o del que somos. ¿Será que los países son tan extensos que sólo los entendemos a trozos? ¿O será que el intelecto los divide y los trocea para entenderlos mejor? Recuerdo haber leido una vez que el tamaño de Rusia abrumaba y confundía a los rusos. Que era un país tan grande que los rusos no lo podían contemplar apenas. Propongo que los países pueden ser un ente tan inabarcable que no importa su tamaño. ¿Entienden los habitantes de Mónaco a su país? ¿Andorra?

El escritor británico Leslie Poles Hartley escribió al comienzo de la novela The Go-Between (El Mensajero) que “El pasado es un país extranjero. Ahí las cosas se hacen de manera distinta” ("The past is a foreign country; they do things differently there”). Qué razón tuvo. Todos cargamos una versión, mucha veces edulcorada, de nuestro pasado. ¿Qué hay en nuestro intelecto- o qué le falta a éste- que no nos permite ver el pasado tal y como fue?

Mi amigo cubano nos contó anécdotas de su país, de su Cuba. Sobre todo de su infancia. “Ese país ya no existe” le decían sus amigos y yo asentaba con la cabeza. Pero yo me pregunto si alguna vez existió. Y me pregunto a mi mismo la misma cuestión. Estos países que tengo en la cabeza, estos países que llevo por dentro y deploro o defiendo según el momento, ¿existieron?

Los chicos paraguayos están felices en Madrid. Ni hablar de volver a Paraguay. Uno de ellos empezó a hablar del país. Al cabo de un rato, el otro chico exclamaba “¡Tampoco es así!”. Había un conflicto de fronteras. El país del uno, estaba invadiendo el país del otro. Y uno concedía que bueno, que quizá no era así. Y el otro hablaba. Y así un buen rato los dos.

Y en esos momentos, creo que empecé a comprender a Isabelle Dinoire en cierta manera. Me refiero en su decisión de acceder a tener una cara nueva. Antes de la operación, no podía comer ni beber. No llevaba una vida normal. Comprendí que no importa que cara tienes, si quieres una vida normal. Y ella quería eso. Como lo quisiéramos los demás en las mismas circunstancias.

Quizá, para obtener esa vida normal, construimos una versión, aunque sea adulterada, de nuestra vida en la cabeza. Y cuando hablamos, hablamos de ese país extranjero, en el que las cosas se hacen de manera distinta.

jueves, 23 de noviembre de 2006

Semi-finales y acciones de gracia... en Madrid


Este sueño loco que empezó en enero está terminando poco a poco. Estoy ante los últimos destellos de la estrella fugaz que es el Master. Fugaz, pues sólo dura un año. Estrella, bueno, esto ya es personal. Se acerca cada día la luz del día y va siendo hora que me despierte. Yo, y mis 39 compañeros. Y creo que ninguno queremos del todo. Cómo bien es sabido, despertarse suele dar mucha pereza.

Ayer escribí mi último artículo para el periódico del Grupo D. Lo próximo que escriba en prensa será ya para el trabajo de fin de curso.

Hoy fue el turno de radio. Mañana tenemos corrección del periódico y entregamos el trabajo de digital. La semana que viene, espero, estaré buscando contactos, ideas, palabras, personas, imágenes etc. para el último periódico o la última revista que haremos en conjunto la vigésima promoción del Master de El País.

No escribo mucho más del tema porque, aunque estoy en la recta final, aún quedan muchas curvas y metraje por delante. Hoy, con la excusa del programa de radio, hablé con algunas personas que ya han hecho el Master en otros años, y ahora están en El País.

La contribución que más me impresionó fue la de Jan Martínez Ahrens, subdirector del Domingo. Él hizo el Master en 1991 y aún le queda un buen recuerdo. Supongo que si dentro de 15 años, me preguntan a mi algo sobre este Master, responderé igual.

Martínez me contó que había que tener mucha humildad cuando se entra en el Master. Mónica Ceberio me había dicho lo mismo 20 minutos antes. Uno de los dos me dijo que en el periodismo había muchos egos de gran tamaño. No había que caer en ese error. Palabras sabias ante las cuales me sentí muy humilde.

La imagen del Saturday Evening Post de noviembre 1928 (revista que se publicó desde 1821 hasta 1969) que encabeza esta entrada, es de Norman Rockwell, uno de mis artistas favoritos. La elegí porque, hoy es el día de acción de gracias en EEUU. El día en que los miembros de las familias cruzan el país de punta a punta para estar con los suyos. Este año no lo puedo celebrar por haber un Master de por medio. Además, todo el día de hoy transcurrió sin que me percatara de ello, aunque por la mañana vi las imágenes de Bush con el pavo que ha sido perdonado este año. El ajetreo del día me hizo olvidar esta fecha. Esperó que en 2007 sí pueda hacerlo. Aunque quizá debería desear estar tan ajetreado como hoy dentro de un año para poder olvidarlo....los chinos dicen que hay que tener cuidado con lo que se desea, no vaya a ser que se cumpla.

Escribo hoy para leer dentro de un año lo que ahora pienso. Quiero que me sirva como grumo de pan hanselygreteliano para recapitular sobre lo que vaya a ocurrir a partir de enero 2007.

De momento, a través de un amigo me han ofrecido la oportunidad de ir a la BBC en Londres para hacer de becario tres meses. Pero yo, lo que quiero, es prensa. Y quiero ir a El País. No a la BBC. Sí, el terco de siempre.

miércoles, 22 de noviembre de 2006

Héroes a su manera



Hoy me he topado con dos palabras que hacía mucho no utilizaba en mi vocabulario. Héroe y Valor. Hoy estuve en compañía de 3 personas que lograron que estas palabras se recolocaran en mi imaginario durante buena parte del día. Sobre todo a partir de las 13:00.

La RAE define las palabras así:

Héroe.

(Del lat. heros, -ōis, y este del gr. ἥρως).

1. m. Varón ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes.

2. m. Hombre que lleva a cabo una acción heroica.

3. m. Personaje principal de un poema o relato en que se representa una acción, y especialmente del épico.

4. m. Personaje de carácter elevado en la epopeya.

5. m. En la mitología antigua, el nacido de un dios o una diosa y de una persona humana, por lo cual le reputaban más que hombre y menos que dios; como Hércules, Aquiles, Eneas, etc.
Valiente.

(Del ant. part. act. de valer; lat. valens, -entis).

1. adj. Fuerte y robusto en su línea.

2. adj. Esforzado, animoso y de valor. U. t. c. s.

3. adj. Eficaz y activo en su línea, física o moralmente.

4. adj. Excelente, primoroso o especial en su línea.

Salí de casa a todo correr, como tengo por costumbre, rumbo a Rivas. Rivas Vaciamadrid. Poblado alejado de la Villa y Corte mucho más de lo que yo pensaba.

Tenía una entrevista con un profesor de instituto y uno de sus alumnos. Ambos son especiales por la siguiente razón: la de ser gay en un entorno escolar. Me enteré hace unos días de un instituto donde había un profesor que daba unas clases (que resultaron ser tutorías) en las que se hablada del tema gay. Sí, ese tema tan amplio. En concreto, el profesor lo que quiere es que el ser gay sea algo normal entre los alumnos y los profesores. Tarea no del todo fácil.

Para ello, él se ofrece a contestar las preguntas y dudas de l@s alumn@s del centro por correo, los más, o en persona, los menos. Pero las palabras no se gestaron ahí. Se gestaron cuando conocí al profesor en cuestión y, suerte entre las suertes, dos alumnos del centro que se prestaron a que un desconocido les preguntase lo primero que le viniese a la cabeza. Y así fue.

Estuvimos cuatro horas hablando. Bueno yo, sobre todo, estuve cuatro horas escuchando, asombrado como estaba por la valentía de las otras tres personas en la mesa. Un profesor que está fuera del armario, un estudiante que también, y otro que se lo está pensando. Este último el más joven de los tres. Me parecieron muy valientes. A su manera, héroes. Como los de la foto de arriba. El monumento a los héroes en Budapest. Ellos, los de Rivas, más modestos que los húngaros. Pero no menos loables.

El ejercicio de hoy me recordó mucho a mi propia infancia. A aquellos años difíciles cuando el ser distinto, por cualquier razón, era motivo de bufa. De broma. De desquicio. Y aquí estaban estos tres, resolviendo esos problemas que yo ya enterré hace siglos.

Admiré su fuerza de voluntad y su desparpajo algo cómico. Pero sobre todo admiré su valentía. Claro, ellos no se ven como valientes. Ellos tienen sus vidas, y sus problemas. Sus historias.

Uno de ellos dijo que no había sido todo un lecho de rosas. Pero lo dijo porque pensó que había dado respuestas muy optimistas. Que quizá la realidad no era así del todo. Y se hizo todo más humano. Me ha encantado haberlos conocido a los tres. A tres héroes. Cada uno a su manera. Y por una vez, la grabadora no se me quedó sin pilas.

lunes, 20 de noviembre de 2006

Scoop


Scoop es la nueva película de Woody Allen. Rodada en Londres, es curioso ver una ciudad que conoces bien en el cine. Uno conoce más o menos por donde andan los actores y donde acaban y empiezan los barrios y calles de la ciudad. Resulta chocante ver a una persona en una calle conocida girar, y, de repente, aparecer en otra que sabemos que está en la otra punta de la ciudad como si nada. Me cuentan que Almodóvar lo hace constantemente. No conozco Madrid lo suficientemente bien para poder apreciarlo. Pero sí conozco Londres, y ver calles de Portobello que acaban en Queensgate, Maida Vale o, ¡peor!, en Knightsbridge, es extraño.

Scoop (que no sé hasta qué punto está basada en la novela de Evelyn Waugh del mismo nombre) me ha gustado más que Matchpoint. La razón principal es que Scoop no es un refrito Alleniano de ninguna novela rusa del XIX (id est Crimen y Castigo de Dostoyevsky), lo cual se agradece.
Scoop es una película de intriga en la cual sale un Woody Allen operadísimo haciendo el mismo personaje que ha hecho en todas sus otras películas, o sea, él mismo. Digo operadísimo, porque no se puede tener la piel tersa que él lleva con 71 años. Por lo demás, es él en todas las escenas. Quizá un poco más pedante que en las demás de sus películas. Scoop es divertida, tiene momentos entretenidos y se aproxima bastante al suspense de Hitchcock, aunque, of course, no lo supera.

Scarlett Johansen parece un poco perdida en el papel de Sondra Pransky. No por ser mal actriz, sino por, quizá, no haber sido dirigida lo suficiente. Ni qué decir del nombre de la protagonista: Sondra.
Sondra, parece una corrupción del nombre Sandra. No sé de donde habrá sacado Allen ese nombre. Algo, también, muy americano esto de los nombres escritos a la usanza propia. A Johansen hay veces que se la ve casi olvidada en el papel de Sondra. Como si el personaje se lo hubiera tenido que sacar ella sola de la manga, algo que hace bien, pero que podría estar mejor. No basta con ser guapa.

Hugh Jackman hace el papel de Peter Lyman, hijo de Lord Lyman, e Ian McShane hace el papel del periodista Joe Strombel (nombre también harto extraño en el Reino Unido). Jackman, Australiano, es bastante convincente como rico aristócrata heredero inglés. El acento británico le sale muy bien (sí, es que hay que ver las películas en versión original siempre y nunca dobladas). Aunque quizá no es muy convincente en sus actos hacia el final de la película. No, no voy a contar de qué va.
A McShane lo conozco de hacer una serie de televisión británica en la que hace de anticuario y detective en los años 80-90 llamada Lovejoy. Una especie de Kojak británico, pero con clase. En Scoop juega el papel de un periodista. Al igual que Allen, hace de si mismo.

Como crítica general, diré que no entiendo al 100% esta fascinación repentina de Allen por la aristocracia británica, ni mucho menos su lectura de la misma. Sí, particular lo es, pero no, no es del todo certera.
Lo achaco, como de costumbre, a la visión que suelen tener los estadounidenses de todo lo que sea extranjero. Para ellos, al igual que-deduzco- para Allen, los países del mundo son una especie de Disneylandia global en la que todos los países son una versión de EE UU.
Es quizá una manera más positiva de ver el mundo, sobre todo cuando en Europa lo que primero se trata de ver es cómo los demás son distintos a nosotros. Aunque no me quedo con ninguna de las dos perspectivas como la mejor o la definitiva. Como dicen en México, ni tanto que mate al Santo, ni tan poco que lo deje cojo.

En fin, buena película, pero no de las mejores de Woody Allen. Quizá ahora que es más mayor, se puede dar el lujo de hacer cine sin mucho esfuerzo. Quizá es esa una de las venias de la vejez: el poder hacer lo que queremos sin esforzarnos mucho. Por que, quizá, ya no tenemos que probar nada a nadie. El estar vivo es suficiente. ¿Será?

Por cierto, Scoop, en inglés, significa algo así como primícia. Una noticia dada a una persona primero, y a nadie más. "Give me the scoop!" es la frase. "¡Dame la noticia!"

miércoles, 15 de noviembre de 2006

El club de los países decentes



Leo con gusto en el
New York Times que Sudáfrica acaba de aprobar los matrimonios homosexuales.

Son el quinto país del mundo en hacerlo y por ende, entran en el club de países que han dado un paso más en la creación de una sociedad más decente- cómo dijo el presidente Zapatero en el Congreso de los Diputados cuando se aprobó la Ley en España el año pasado.

El presidente del Gobierno consideró que la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo construía "un país más decente, porque una sociedad decente es aquella que no humilla a sus miembros". Algo que en España hace mucha falta teniendo en cuenta como solemos tratarnos en general unos a otros.
A saber, los cinco países en cuestión son:

España

Sudáfrica

Bélgica

Holanda

Canadá

Es curioso que los países que se supone eran del futuro están bastante anclados en el pasado. Y viceversa.

De los cinco, nunca lo hubiera esperado de España ni de Sudáfrica, pero sí de los otros tres. Sudáfrica se convierte así en un país bastante único en el mundo.

Primero por ser, de momento, el único país del mundo que ha
renegado de su potencia nuclear y está desechando sus armas nucleares, y , segundo, por ser el único país africano en aprobar esta ley. De momento, diría yo.

Si hay algo que los siglos XIX y XX nos han enseñado es que, en lo que a progreso se refiere, nunca hay marcha atrás.

O como dicen los ingleses, una vez fuera, es imposible meter al genio dentro de la botella otra vez.
Sólo me resta dar las gracias al genio del gobierno de Sudáfrica a título personal.

Thank you South Africa, for doing the right thing. Once again.

domingo, 12 de noviembre de 2006

Little Miss Sunshine


Hace un par de días fui a ver esta película, Little Miss Sunshine. Me encantó. Para mí, significa, o al menos, ilustra, cómo una familia problemática (¿Y cual no lo es?) hace lo que puede para sacar adelante un proyecto. Luchan a su manera y a pesar de ellos mismos, consiguen algo: ser una familia. Tiene escenas verdaderamente brillantes con un humor muy sigiloso. Vale la pena verla. En Inglés por supuesto.

Guerra y Paz - Madrid

AOG, Madrid


Ayer fui con Jordi, un compañero del master, a Belmonte de Tajo, un pueblo cerca de Chinchón en la provincia de Madrid para hacer fotos de un viñedo para la clase de digital.

Cogimos un autobús en la plaza del Conde de Casal (¿primo de Tino?) que tardó un poco más de una hora en llegar al pueblo. Como compañeros de viaje hasta Chinchón, había un grupo de ingleses algo varipinto. A eso de las 12:30 una chica del grupo empezó a recordarles a todos que debían de mantener un minuto de silencio a las 12:00.

¿La razón? Ayer se conmemoraba el aniversario del final de la 1ª guerra mundial (lo que en el Reino Unido llaman Remembrance Day), la cual terminó a la undécima hora del undécimo día del undécimo mes. Es decir, a las 11 de la mañana del 11 de noviembre (de 1918). El Armisticio. Un día que se celebra con amapolas.

Recuerdo que, cuando vivía en Londres, siempre que este día se celebraba, me sentía en cierta manera afectado por él. Es cierto que España no participó en la contienda (aunque la guerra no pudo sino que afectar al país claro), pero, mi familia, no sólo de sangre española, se vio afectada por los acontecimientos de la misma. Supongo que como la de millones de personas. Pero en España, este día pasa sin que nadie se entere. También es cierto que aquí hay otras tragedias que olvidar.

Pero ayer, camino de Belmonte, al escuchar una fecha que ya había olvidado, me di cuenta de lo lejos que va quedando Londres, lo lejos que están las ceremonias de estado de Inglaterra. Un poco cómo Pierre Bezukhov, quien se da cuenta de que después de la guerra y los cambios que ha vivido y visto, ya nada puede ser como antes, y, mucho menos, uno mismo.


Ya por la tarde, en un momento de reflexión, pensé en las ceremonias de estado en España. Las pocas que hay. Y en las ceremonias de religión que hay por todo el país, que son muchas. Y como en Inglaterra es al revés. Un poco como el español y el inglés.

Concluí que, quizá, para este país, el estado aún no se valora como algo positivo, y lo trascendental aún pesa más que lo tangible para los que viven aquí. No pienso que es mejor ni peor; únicamente diferente. Pero esta reflexión explica mucho el estado político de las cosas en España.

jueves, 2 de noviembre de 2006

Cuestionario prestado (aunque en verdad, ya robado)


Acabo de pasar un buen rato surfeando (neología anglófona pero...) y he encontrado el blog de un chico en México (Toloache) que me pareció un poco curioso. En él, hay un pequeño cuestionario semi filosófico que me recordó muchísimo al tipo de cuestionarios que cuando era pequeño, las niñas de mi clase creaban y que además guardaban con mucho celo y en los cuales era casi un honor participar. Las preguntas solían ser públicas, y las respuestas privadas. Sólo ellas sabían el orden y la participación de sus cuestionarios.
En honor a ellas, y también a mi infancia, he decidio añadir y responder al cuestionario de Toloache, y reproduzco tal como él hace, las instrucciones del mismo (tras haber añadido un par de preguntas más):
La dinámica consiste en esto: Se trata de contestar las preguntas usando títulos de canciones de un sólo grupo o individuo. Mi grupo elegido son Mecano

¿Eres hombre o mujer?:

Aire

Descríbete:

Hijo de la Luna

¿Qué sienten las personas cerca de ti?:


No es serio este cementerio

¿Cómo te sientes?:

50 palabras, 60 palabras o 100

¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental?:

Cruz de Navajas

Describe tu actual relación con tu novio/a o pretendiente:

La fuerza del destino

¿Dónde quisieras estar ahora?:

1917

¿Cómo eres respecto al amor?:

El amante de fuego

¿Cómo es tu vida?:

Barco a Venus

¿Qué pedirías si tuvieras sólo un deseo?:

Un año más

Escribe una cita o frase famosa:

Una rosa es una rosa

¿Qué dicen de ti?

Aire

¿Qué te ha enseñado la vida?

No tienes nada que perder

¿Qué cambiarías de ti/ el mundo/ la vida/ los demás/ otro....?

Maquillaje

¿Qué será tu legado al morir?

La bola de cristal

Ahora despídete:

Me cuesta tanto olvidarte

Prometo que en el futuro, le sacaré más jugo al tema y volveré a responder al cuestionario utilizando otro grupo, o quizá las frases de algún poeta (Pero no Antonio Machado).

miércoles, 1 de noviembre de 2006

Más o menos una democracia


Hay días que pienso que soy de otro planeta. Hoy es uno de ellos. Por todas partes se habla de las elecciones en Cataluña. A favor, en contra, mitad y mitad. Todo el mundo airea su opinión. Claro, en una democracia es lo normal. Y más raro pareceré cuando confiese lo que me cuesta el considerar a España una democracia. Claro, lo es. No es un racimo de uvas. Tenemos un gobierno más o menos democrático. El problema es ese "más o menos". Siempre es la mejor excusa para todo. El "más o menos" nos sirve para llenar los huecos que las definiciones absolutas de nuestras vidas dejan a cada rato. ¿Hace frío? Más o menos. ¿Pero... te gusta? Más o menos. Y así ad infinitum.

Lo que me insta a escribir hoy, son las declaraciones que los políticos hacen durante la campaña. Los insultos velados, los intentos a disuadir al ciudadano con historias y teorías que se sacan de la manga para quedar bien, y ganar. Claro. Siempre hay que ganar; ganar a a toda costa.
Me parece que ellos creen que no hacen daño a la sociedad. Que sus palabras se las lleva el viento y decir una calumnia más o una menos verdaderamente no tiene mucha transcendencia entre el pueblo. Pues yo creo que sí la tiene.
Creo que una cosa es ganar a toda costa, y otra ganar sin hacer daño. "Pero es que si no hacemos daño, ¡no ganamos!" Sí para ganar teneis que hacer daño, quizá no deberíais ganar. "¡Pero si somos los buenos!" Sí, claro, los buenos. Resulta que los buenos son ambos bandos, pero según se mire. ¿No es así?

Creo que ésta es la mejor razón por la cual nunca seré político, porque la política te impide ver nada con perspectiva, y te da lo que buscas utilizando una única brújula, la que apunta a tu norte y nada más.

Está tarde vi de reojo una declaración por parte de Artur Mas acerca del PP. Aunque no me la sé de memoria, decía algo así como "Cataluña no entendería un gobierno del PP". Por supuesto no voy a defender al PP, pero, ¿este señor de donde saca la potestad para decir lo que Cataluña entiende o deja de entender? Bueno, la potestad es lo de menos. ¿De donde saca la sabiduría divina que le indica lo que Cataluña entiende o no? Supongo que él quiere decir que Cataluña sí entendería un gobierno de su partido, porque claro, sólo él y nadie más conoce lo que Cataluña quiere. Ahora resulta que Cataluña es un ente.

Repito, ¿De donde saca él esta revelación semi bíblica? Obviamente no se le puede tomar en serio. Pero claro, él no es el único que dice disparates. No nombraré los demás que he leído porque, al fin y al cabo, esta bitácora no es una plataforma política. Pero lo que leí me avergonzó además de enfurecerme. Veo que la clase política sigue pensando que el electorado es idiota, la prensa está drogada, y lo que cuenta es ganar como sea. Y con este panorama, me tengo que creer que España es una democracia. Bueno, sí, lo es. Más o menos.