martes, 29 de diciembre de 2009

Sin escalera

AOG, Londres

Bueno, llego a Londres y mi habitación inundada. La cama, las sábanas, la colcha, el colchón. También todas las cajas en las que guardo la ropa de cama, mi ropa de invierno, en fin, el desastre padre.

Mis primeras horas en casa consistieron en secarlo todo, empezar a lavar las cosas afectadas, perder la compostura, volverla a encontrar, deshacer la cama, moverlo todo de una habitación a otra, buscar la causa, peritar los daños, preguntarme una vez más las razones detrás del famoso piso de Londres, volver a perder la compostura, poner una lavadora, encender la calefacción, poner las primeras sábanas a secar, poner otra lavadora, recuperar la compostura, ducharme, vestirme, irme al centro, cenar, gritar, relajarme, volver a casa, hacer la cama, asesorar los daños, hacerme un café y algo de malasangre, relajarme de nuevo, y acostarme.

Dormir al final.

Diré que Londres estaba bastante vacío. Era el 26 de diciembre. Fiesta. Las calles algo desiertas, y el aire algo gélido. Húmedo. Como cansado y cansante a la vez. Todo disgusto tiene un desenlace. Al tercer día en Londres, el desenlace aún no había llegado, pero el estrés crecía. La ineptitud del ser humano, casada con la excusa de las fiestas, conspiró en mi contra.

He despotricado, maldecido, y jurado en contra de todo y todos.

Al final, al tercer día, me tuve que dejar llevar por el desinterés. Si al casero no le importa que en el techo haya una gotera, y que al vecino de abajo le llueva lluvia y nieve pasada por mis suelos, ¿me ha de importar a mi?

Bueno, sí. Me importa, pero tuve que decirle adiós a este sentimiento cuando la tercera persona que vino a casa para asesorar la situación se presentó a las cuatro horas y media de haber dicho que venía (habiéndome hecho perder todo el día, y, lo que es peor, la luz del día, ya que a las 16:00 ha anochecido), sin una escalera.

Sí. Sabía que tenía que subirse al tejado a ver qué pasaba. Pero no vino equipado. Ni quise reír, ni quise llorar. Sólo quise que las cosas fuesen distintas, pero no lo eran.

Cerré el grifo sentimental, apagué la llama doméstica, y me fui a disfrutar de mi pareja que llevaba varias horas (4.5 para ser exactos) dando tumbos por la ciudad.

Y el universo que es muy vengativo nos regaló un chaparrón que cuando llegamos a casa convirtió la gotera en caratatita. Pero sólo duró unas pocas horas. El frío pudo más que la lluvia.

Y en dos días más, fin de año, pasado por agua.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Y bueno...felicidades

AOG, Madrid

No soy religioso, y de hecho, las Navidades y demás festividades de esta época me superan.

Sin embargo, sé que estoy sólo en este empeño, y que ustedes no tienen la culpa de esto.

Además, sé que al resto de la humanidad le gustan las fechas.

Entonces, pues nada, a mis lectores, los nuevos, los antiguos, y, si cabe, los que vendrán, no puedo sino desearles/os lo mejor de la temporada y un

P R Ó S P E R O A Ñ O

Un abrazo, aunque sea cibernético.

Cómo aquí

AOG, Madrid

Ayer tuve la suerte de tener el tiempo suficiente como para tomar un café con alguien de Oriente Medio. No puedo decir que fue con un amigo, ya que es amigo de un amigo y lo conocí 24 horas antes. Nunca me ha gustado decir que los recién conocidos son amigos míos. Tampoco es un conocido. Lo será con el tiempo, y si lo vuelvo a ver, cosa que no sé si ocurrirá.

Entonces, no sé cómo calificarlo. Diré solamente que es amigo de un amigo. El chico en cuestión es de Kuwait.


Tuve la suerte de tomar algo con él porque me permitió preguntarle cosas acerca de esa parte tan atormentada del planeta –aunque a decir verdad, Kuwait es, de todos los infiernos de Oriente Medio, uno de los que menos llamas tienen-.

Quise saber de su vida, su trabajo, la vida en esa parte del mundo.

Me pareció curioso el como él, al igual que suele ocurrir con las personas árabes que he conocido que siempre dicen el cómo se parecen a Occidente, concurrió con las demás experiencias que he tenido y me repitió lo mucho que se parece Kuwait City al barrio de Chueca, y a Madrid.

Tenemos cafeterías, así”, dijo, moviendo la mano para abarcar la planta del local. Esto ya le he escuchado de otras personas de origen árabe respecto a sus países.

Como nunca he estado por esa parte del mundo, nunca sé si lo que dicen es así, aunque las fotos que he visto siempre me dicen que no. Que Oriente Medio no se parece a Occidente. Ni de lejos. Pero él insistió.

Me contó como era su vida, sus amigos, su familia. Todo lo que me contaba iba precedido o seguido de un solemne “cómo aquí”. Bueno no todo.

Me encanta España. Es un país muy seguro”, me dijo.

Me pareció curioso que dijera esto ya que España no es de los países más seguros del mundo. Cierto, no es Colombia ni Brasil, pero en España, por desgracia, tenemos muchas personas que profesan demasiado amor por lo ajeno.

Inclusive lo profesan cuando llevas lo ajeno en tu persona y ellos quieren amarlo más de cerca.

Hace un par de años hablaba con un compañero de clase acerca de la seguridad en España. Él había leído un artículo que decía que en las guías japonesas ponía que España era un país peligroso. Toda la clase estaba asombrada. Toda, menos yo.

Bueno, es que España es un país peligroso”, dije.

Tuvimos una de nuestras habituales discusiones en las que me suelo enfrentar a un grupo de personas que nunca antes habían sido refutadas en algún punto en particular.

Les pareció muy curioso que los japoneses pensaran que España era un país peligroso y que yo estuviera de acuerdo.

Supongo que cada quien se acostumbra a lo que vive, y normaliza cualquier aspecto anormal de su entorno.

Lo mismo pasa con los comentarios machistas. La gente ( y no sólo los hombres sino que muchas veces también las mujeres) cree que son normales. Piensan que decirle a una compañera en el trabajo que tiene un buen culo es normal. Y no lo es. Es una falta de respeto.

Pero volviendo al kuwaití.

Según me contaba, trabaja para algunos de los negocios de sus padres, que son, dijo él, gente normal, humilde, y con poca educación.

Tienen varios negocios. Yo trabajo en el de importación de refracciones de automóvil.

¿Y viajas mucho?

Sí, me permite viajar, y me gusta.

Con el tiempo, empezamos a hablar de la vida gay en Oriente Medio. En principio, no existe.

"Es todo privado. No hay nada público."

Y nadie bebe alcohol, pero todo el mundo tiene alcohol en casa. Le dije que en Occidente eso que me contaba era la idea que se tiene, más o menos, de el mundo árabe en general.

El puntualizó que Kuwait es distinto.

"Somos un país normal, con una constitución, un parlamento, con mujeres en el parlamento, con leyes. Todo como aquí."

Pero no puedes ser gay.”

No, pero eso es algo personal. Claro que se puede, de hecho muchos lo son.

Supongo que muchos que lo son estarán casados.”

Bueno claro, como aquí. Muchos se casan porque lo dice el Islam.

Cuando mencioné el trato a las mujeres, no sé si no me entendía lo que decía, o no quería opinar al respecto. Es dificil interpretar una sonrisa silenciosa y semi penosa.

Le comenté que siempre he leído el trato deparado a las personas homosexuales en los países islámicos: Irán, Irak, Egipto, Arabia Saudí. "Sí...bueno, pero en Kuwait no es así", me decía una y otra vez. Era una apología de lo más extraño. Como si con él no fuera la cosa.

También le conté de un par de amigos que viven en Dubai que nos contaron que cuando la policía arresta a homosexuales, les inyecta hormonas masculinas en la cárcel si no son occidentales.

Esta vez, su silencio se convirtió casi en una negación. "Eso no puede ser así. No en Dubai." Podría ser incredulidad, aunque definitivamente era asombro sobre todo.

Más adelante le pregunté acerca de su vida personal.

“¿Vives solo o con tu familia?
Vivo sólo pero con mi familia.

Esta respuesta, confieso, no la entendí del todo. Aunque este chico hablaba inglés bastante bien, quizá se escudaba un poco en el sintaxis. O se escondía de él.

No quise dejarle en evidencia y continué la conversación.

¿Tienes pareja?

¿Qué quieres decir? ¿Un amante?

No, pareja. Un novio.

No. Tengo amantes, como aquí. Ya no tengo novios. He sufrido mucho.

Precisamente ahí sí que empezó ahí a parecerse a aquí. A pesar del sintaxis.

¿Y saben que eres gay?
No, claro que no.
¿Y eso?
Como te dije, son gente sin mucha educación, no lo entenderían.

Siempre me parece curioso que la gente piensa por los demás. La gente sin mucha educación, a veces, nos sorprende. Quizá por que lo que les falta en educación, les sobra en humanidad.

¿No te preguntan que por qué no te has casado?

Antes, mi padre me lo preguntaba, pero mi madre le decía que dejara de preguntarme. Que era mi vida y que podía hacer con ella lo que quisiese mientras que fuera feliz.

Entonces, tu madre lo sabe.”

Todas las madres lo saben de alguna manera, pero es una de esas cosas de las que no se habla. Está ahí, pero nadie habla de ella.

Y en ese momento, por primera vez en la noche, algo de allá era como lo de aquí.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Nunca aprenderé

AOG, Madrid

Han bajado las temperaturas en Madrid. Hoy amaneció nevado. Bueno, cuando yo asomé la cabeza, no nevaba; llovía.

El frío se palpaba en mi minicasa por toda superficie.

La mesa donde escribo: fría. El teléfono: frío. El suelo de cocina y baño: helado. Las sábanas, tras dejar el lecho unos segundos: gélidas al volver . El aire que respiré: frío.

Me incorporé y puse la calefacción inmediatamente, a la vez que abría la ventana para despejar el aire del ambiente. El vecino de enfrente aún no había corrido las cortinas. Era más tarde de lo que pensaba.

Puse la lavadora, encendí el ordenador, y contemplé la posibilidad de salir de casa para ir a tomar un café al Diurno.

Desistí ante lo gris del cielo. Del día. De mí.

Al rato, me duché. Al principio el agua estaba caliente, pero no era suficiente. El cuerpo necesitaba calor, y fui incrementando la temperatura poco a poco, hasta que la piel empezó a picarme un poco con la nueva temperatura.

Al terminar, me sequé enseguida. Me vestí enseguida. Y enseguida me puse a hacer una ensalada. Comí y me fui a trabajar.

Madrid se levantó nevada, pero en la calle sólo queda nieve derretida en forma de agua y charcos.

Y por si fuera poco, me mojé los zapatos de ante.

Nunca aprenderé.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Este modelo

AOG, Madrid

Ayer tuve la suerte de estar invitado a dos eventos sociales: un cumpleaños, y una cena de navidad. Tras la ansiedad inicial de tener que escoger uno sobre el otro, decidí acudir primero al cumpleaños, y después a lo que quedaba de la cena, que a esas alturas eran copas y no cena.

Cuando vas a un cumpleaños, es más que probable que conozcas a gente nueva. Siempre me parece curiosa la fauna personal que cada uno acumulamos con el tiempo, y que cuando se conoce entre sí, convive más o menos educadamente al tener un vínculo en común: el/la festejad@.

Así pasó ayer por la noche. De todas las personas que conocí, la que más me impactó fue una chica no española que llevaba 17 años en Madrid.

Nos pusimos a hablar y me contaba del Madrid al que ella llegó, y como éste era distinto de la ciudad de hoy en día.

"La vida nocturna era mucho mejor. Había más cultura", fue la frase que nos mantuvo ocupados bastante tiempo. Ella dijo una cosa, y yo entendí otra.

Se refería a la oferta músico-social y cabaretera de la época que, "Aún vivía del coletazo de la Movida", me dijo. Parece ser que antes, por Madrid, salir era encontrarse con cualquier cosa por la noche. Bailes y músicos que hacían lo suyo de repente y sin avisar. "Happenings" antes de que existieran los "Happenings".


"Ahora Madrid es como el resto de Europa. Está muy aguada".

Yo entendía, al principio, que el problema era que la gente que sale, o al menos la que yo veo, suelen ser jóvenes con poco bagage cultural. Y utilicé la palabra "corriente". Y ella la tomó para significar otra cosa, y me dijo "Sí, corriente, como en el resto de Europa". Y de repente vi lo que quiso decirme con eso. Que algo había cambiado, pero no a mejor.

Me pareció muy interesante el utilizar la vida nocturna de un país para hacer una crítica social de 17 años.

También es cierto, aunque yo no se lo dije, que ella era 17 años más mayor, y también lo serían aquellos que a la ciudad dieron ese sello de originalidad.

Y podría jurar que el relevo generacional no se ha producido. Creo que no me equivoco al decir que, hoy en día, nuestra sociedad va perdiendo poco a poco su punto de originalidad para enseñar su cara más descafeinada y anodina.

Es curioso que cuando uno viaja se encuentra las mismas tiendas más o menos. Y esto tiene su repercusión social. Si vestimos todos igual, y consumimos todos igual, ¿acaso no existe el riesgo de que acabemos todos igual?

Hace unos 12 años, cuando estaba estudiando, escribí un ensayo para la clase de Filosofía en la que hablaba del mundo gay. Se titulaba simplemente "The Gay City".

Mi argumento era simplemente que la "Ciudad gay" es la misma vayas donde vayas: se repiten los mismos bares, tópicos, tipos, música, modas, drogas, &c.

Los argumentos que defienden esta teoría van desde la necesidad de imponer un frente común y homogéneo ante una sociedad que nos discrimina, hasta el simple complejo de inferioridad que acarreamos todos los humanos al creer que todo lo de fuera es siempre mejor.

Gracias a dios, (y no, no quiero utilizar la mayúscula), hay variantes. Pero en general, en la ciudad gay, escuchamos más o menos lo mismo, nos vestimos más o menos igual, y vivimos más o menos con las mismas preocupaciones y limitaciones sociales.

Para conseguir mi propósito, le pedí a varios amigos gays que trabajaban en aerolíneas, que me trajesen ejemplos de la publicidad gay de aquellas ciudades donde fuesen.

Al cabo de un par de meses, tenía en casa unos 200 ejemplos de Europa, EEUU, Hispanoamérica y Asia que me decían a gritos lo que yo sospechaba, que, al menos estéticamente hablando, la imagen del hombre gay en 1997 era la misma tanto en México como en Barcelona, París, Bangkok o San Francisco.

Y se puede resumir con la siguiente idea: el hedonismo. Un culto al cuerpo, a la música, a la noche, ¿al placer?

Es obvio que mucho de la Grecia clásica pervive en el mundo gay. Y con razón, ya que Grecia fue de las pocas sociedades de la historia de la humanidad en la que las relaciones entre hombres no estaban formuladas como una enfermedad, o un desvío, o un pecado, o cualquier otra de las estupideces con las que nos topamos hoy en día, gracias, sobre todo, a las religiones monoteístas.

Pero dejemos ese tema para otra ocasión.

El caso es que la queja de mi nueva amiga ayer se puede ver en otros sitios.

Londres en los años 1970, Nueva York en los 1980.

"Culture" & "counterculture"

Y poco a poco la cultura occidental canibaliza lo local y lo cambia por lo universal. ¿Y qué es lo universal?

Las definiciones abundan, pero propongo esta para la época en la que vivo, es decir, los últimos días del año 2009, lo universal es aquello que se parece en todos los aspectos a la doblegación de una cultura de altos vuelos vista, vivida, y rechazada por las masivas clases populares que no han tenido suficiente acceso a ésta, y no saben, ni entienden, nada de ella, y, al no tener la confianza suficiente de crear algo propio, les es más fácil adquirir algo ajeno.

Y el mejor ejemplo de esto, al menos en España, es ver a chicos que han salido de los famosos 'barrios periféricos' vistiendo y comportándose como si fuesen chicos nacidos en los 'barrios periféricos' de EEUU. Es decir, inmersos en los aspectos de la cultura urbana negra de EEUU.

Escuchar Rap español, o alemán, o francés, o inclusive británico, es algo muy extraño. Tan extraño como escuchar flamenco cantado en ruso.

Y no es que lo hagan bien o mal, es que es algo que puede influir, pero no influye sino que directamente invade, y por invitación propia. Tengo amigos que me explican que es que ellos ven el movimiento cultural como algo propio, les llena y les habla. Y me parece bien. ¿Quien soy yo para criticar?

Pero el problema no son ellos. El problema es la gente que los ve, y no entiende lo que ven, pero lo copian, sin ir más allá de lo estético.

En general los llaman 'chonis', 'raperos' y hasta 'bakalas', aunque estas tres tribus urbanas no son lo mismo, sí tienen cosas el común.

Entiendo que rechazen la cultura nacional, por las rzones que sean, pero no ofrecen una alternativa propia; ofrecen una fotocopia (aunque con tinta nacional) de un movimiento contracultural extranjero. Popular, sí, pero de tilde estadounidense.

Y aunque no niego el impacto cultural del mayor productor de cultura popular del momento, todos sabemos que es más fácil copiar que innovar.

Ya ocurrió antes entre los Beat y los Hippies algo parecido aunque con matices propios, claro.

Unos estudiaban filosofía para rechazar el mundo moderno, y los otros lo rechazaban sin más.

Y sin ir más lejos, supongo que toda la historia de la humanidad ha sido (y probablemente será) este modelo.

De vuelta a la noche de ayer

Tras el cumpleaños me reuní con los compañeros de la cena de navidad. Estaban en una especie de disco-bar madrileño.

Es obvio que España está en crisis porque la cola para entrar era inmensa, el precio de la entrada (con consumición) bastante alto, el sitio estaba desbordado, la gente iba muy encopetada y la música era repetitiva no en el sentido de que era estridente, sino que cada 4 canciones, ponían otra vez la misma.

Un compañero me dijo que seguramente en Londres no había sitios "cutres como este", uno de los más famosos de Madrid y con 4o años de historia.

Y me tuve que callar la respuesta.


jueves, 17 de diciembre de 2009

Basta con ser normal

AOG, Madrid

La personalidad de cada uno, me pregunto, ¿es maleable o cambiante? Sí cambiamos, ¿seguimos siendo nosotros mismos?

Hace un par de días, estaba tomando algo con un amigo de EEUU por Madrid centreville. Me contó que hace unos años él estaba de paseo por su ciudad natal, de visita a su familia, y una persona que le gustaba se le acercó.

Él, me confesó, se hizo pasar por español para cerrar el trato. Pensó que le hacía más apetecible, sexy, y exótico. Funcionó el truco.

Al día siguiente, esta persona le confesó que nunca antes se había acostado con un europeo.

Y sí, ambos nos reímos un poco cuando caímos en que seguía sin haberlo hecho.

Me contó que desde que vive en España él se ha notado un cambio. Que ya no es como era.

Se ha hecho más ‘echao pa’ lante’ me dijo. “Y antes no era así”.

No quise preguntarle si antes usaba engañifas para ligar. Aunque bien pensado, ¿no las utilizamos todos?

Un par de días más tarde, estaba cenando con un matrimonio chileno, amigos míos.

Me contaban, entre otras cosas, lo parecido a Japón que les parecía Zurich, donde ambos viven ahora.

Todo lo que les contaba referente a la eficiencia japonesa tenía un paralelo en la república helvética. Según ellos.

Habiendo estado en ambos países, puedo decir que sí, hay paralelos, pero a mi ver, Japón supera a la nación alpina en muchas cosas.

Aunque entiendo que ellos, que son chilenos y han vivido en España, vean en Suiza una versión enchocolatada del nivel de perfección humana al cual un país puede aspirar. Pero discrepo.

ismos” 2009

Sin embargo, lo que más se quedó conmigo de la cena (en la que también había un par de periodistas españolas), fue la conversación respecto a una amiga de ambos en Zurich, y el desenlace que esta anécdota tuvo.

Me parece que es lesbiana”, me dijo mi amiga. “Lleva el pelo corto, se viste de manera masculina, y la verdad es que no es muy varonil. ¡Pero es un encanto!”, me contaron.

“¿Y por qué no le preguntan si lo es y salen de dudas?” (por favor nótese que cuando hablo con personas hispanoamericanas dejo el “vosotros” un poco apartado y utilizo el “ustedes” de toda la vida).

¡Pero como le vamos a preguntar eso!”, me dijeron. “¿Y si se molesta?

Mi respuesta:

1) Si se molesta es problema suyo, no de ustedes. Además, ¿por qué le iba a molestar? Creo que a lo mejor prefiere que se lo pregunten a que no se lo pregunten , y se especule con ello. Yo prefiero que me pregunten.

2) Y normalmente, a las mujeres no les importa que les pregunten si son lesbianas.

Mis amigos asintieron. Ella me dijo “Es verdad. ¿Por qué será?” Y nos pusimos a hablar del tema.

Tratamos la invisibilidad de la mujer, la maleabilidad de su sexualidad, el hecho de que viven en una sociedad machista, que a los hombres las lesbianas les suelen gustar, y más cosas. Y con el tiempo hablamos de lo mismo, pero con los hombres.

Le pregunté a mi amigo “¿A ti te importaría que te lo preguntaran? ¿Que pensaran de ti que eres gay?” Su respuesta me desconcertó un poco.

Primero se quedó callado unos segundos con la mano sobre el labio inferior y con la vista sobre la mesa, pensando. Su mujer se quedó mirándolo.

Le miré, sonriendo, y le dije “Creo que tu silencio te delata”, y me miró y respondió: “Lo pensé. Entonces sí me molesta”, dijo un poco enrojecido.

Y no, mi amigo no es homófobo ni mucho menos. Pero es cierto que se crió en una sociedad homófoba y machista. Y una cosa es que tengas amigos gays y les tengas cariño y aprecio, y otra que la gente piense que tú eres gay –que en su caso no se da en absoluto-.

El tonto fui yo por pensar que este tipo de temas, la gente de mi edad, o más joven, los va dejando por el camino. Y bien es cierto que es así. Que mucha gente directamente ni los incorpora a su vida.

Pero creo que a mi amigo lo pilló el tema desprevenido.

Él, como yo y muchos otros hombres, aún luchamos con, o somos víctimas de, o nos vemos sumidos en, la concepción occidental de la masculinidad que no admite muchas alternativas a todo aquello que no sea macho varón masculino bruto grosero y bestia.

La imagen a la derecha lo explica bastante bien, creo.

Y no hace falta ser gay para no cuajar del todo en ese patrón. Basta con ser normal.

domingo, 13 de diciembre de 2009

41 preguntas prestadas

AOG, Madrid

Hace un par de días estaba leyendo el blog de la escritora mexicana Ángeles Mastretta.

En él, por separado, la autora de 'Arráncame la vida' responde a una entrevista que me pareció interesante.

Será mi afan de protagonismo, junto con mi deseo por concerme mejor, lo que me llevó a responder las mismas preguntas que a ella le hacen.


Algunas me costaron mucho responderlas, y otras menos. Es curioso, y súper egocéntrico, el responder preguntas formuladas para otra persona. No sé si llega a perverso, pero confieso que es algo que me apetecía mucho hacer. Repito que, más que nada, quería ver y dejar constancia para mi mismo, de la manera en que iba a responder.

En fin, he aquí el resultado.


1.-¿Cuál fue el último objeto inservible que compró?


R.- Unos sujeta-trapos que se pegan a la pared que no se pegan bien.

2- ¿En qué invertiría los restos de su cuenta de ahorros?

R.- No tengo ahorros, o sea que en nada. Vivo al día, como los de Mauritania.

3.- ¿Cuál es el aparato que quiere que inventen?

R.- Una máquina que quite el dolor, tanto físico como emocional. O sino mejor, una máquina que lo cure todo.

4.- ¿Cuál es el aparato que no ha aprendido a manejar?

R.- Todavía estoy aprendiendo a utilizar el Mac y la cámara de fotos digital.

5.- ¿Qué tema elude recurrentemente?

R.-Depende de con quien estoy, pero no me gusta hablar de dinero. Ni de los que no están presente.

6.- ¿Qué ventajas tendría ser del sexo opuesto?

R.- Creo que la fuerza emocional. Pero las mujeres me parecen tan complicadas en general que prefiero quedarme como estoy. Y supongo que las mujeres pensarán lo mismo.

7.- ¿Qué se ha robado?

R.- Una taza del Starbucks.

8.-Un verbo para conjugar en el futuro?

R.- Estar.

9. ¿Cree en algo que jamás ha visto?

R.- En los espíritus. Y en la bondad innata de la gente.

10.-. ¿De qué se sigue arrepintiendo?

R.- De no haber sido capaz nunca de controlar mi cuerpo.

11.-. ¿En qué lugar le gustaría que lo sorprendiera el fin del mundo?

R.- En ninguno.

12.- ¿A quién le gustaría conocer?

R.- De momento, a nadie en particular.

13.- ¿Cuál es el insulto que más le ha dolido en su vida?

R.- Todos. Todo insulto es una trasgresión deshumanizante que sólo sirve para que el insultante se sienta mejor a tu pesar.

14.- ¿Cuál es el ingrediente imprescindible en su comida?

R.- Depende del plato. Me gustan las especias.

15.- ¿Cómo le gustaría morir?

R.- Durmiendo.

16.- ¿Qué miedo de la infancia conserva?

R.- Sigo temiendo a la pobreza. Es demasiado fácil caer en ella. Y demasiado difícil salir.

17.- ¿Cuál es el motivo de su último desvelo?

R.- La lectura.

18.- Cree en la vida después de la muerte?

R.- Me gustaría responder que sí, pero respondo con lo que creo, y creo que no.

19. ¿Qué olor lo devuelve a la infancia?

R.- El olor a tierra mojada después de llover.

20. ¿Cuál es su autor favorito?

R.- Reinaldo Arenas me ayudó a encontrarme como escritor; Borges y Bioy casares expanden mis fronteras, igual que Bradbury, Huxley, Orwell, Asimov, Golding. También Kafka, Nietzsche, Sartre. De la infancia conservo a O’Henry. Pero ninguno es mi favorito. Favorito no tengo. Es parte de mi incapacidad de pronunciarme sobre uno/a sobre todas las cosas. Todos aportan algo. Y el que más lo haga no estoy consciente de ello.

21. ¿Cuál es el último libro que no fue capaz de terminar?

R.- El libro más difícil de leer fue ‘Celestino antes del alba’. Pero lo terminé. Ahora estoy con uno de Alberto Moravia. Leí unas tres páginas y caí en la desilusión. Como todavía no estoy en el hastío, quizá lo retome más adelante.

22. ¿Cuál fue la mejor película que vio?

R.- La palabra "mejor" es para mi una enteléquia. No existe lo mejor. De las mejores sin duda, para mi, "Fanny & Alexander" (quizá mi favorita), "Amadeus", "Las amistades peligrosas", "La guerra de las galaxias", "Lo que el viento se llevó",

23. ¿Qué hora prefiere para el amor?

R.- El amor no es cosa de horas, es cosa de épocas.

24. ¿Cuál es el cambio de "look" más radical de su vida?

R.- Cuando tenía 14 años me fui a cortar el pelo. El peluquero me dejó casi rapado. Lo que más me preocupaba era que no tenía ropa a juego del cambio. Me compré esa misma tarde una camiseta sin mangas con la bandera británica, otra negra con unos números fluorescentes, y una muñequera de cuero con pinchos. Al día siguiente en el colegio me confiscaron la muñequera por considerarse un arma, y dos días más tarde, mi coqueteo con el Punk estaba terminado. No tenía una tercer camisa al juego del pelo, y no quería repetir. Quizá haya habido otro cambio, pero ese es el primero del que tengo memoria.

25. ¿Qué invento casero lo sigue deslumbrando?

R.- El agua caliente y la electricidad. Creo que eso sí que ha cambiado nuestra vida en este planeta.

26. ¿Cuál es su sueño recurrente?

R.- Ninguno en particular por su temática, pero sí se repiten los sueños angustiosos.

27.-¿Cuál es el objeto que más tiempo lleva en su mesa de noche?

R.- Ahora ninguno porque no tengo mesa de noche. Antes, botellitas de colonia.

28. ¿Qué obra de la arquitectura lo emociona?

R- Sin haber estado nunca, San Petersburgo. Habiendo estado, Tokio.

29. ¿Qué música busca por instinto?

R.- Música relajante pero contemporánea.

30. ¿Qué personaje lo haría cambiar de acera?

R.- Cualquiera que me parezca agresivo y/o violento.

31. ¿Cuál ha sido la peor imprudencia de su vida?

R.- Además de haber nacido, miles de ellas. Consciente e inconscientemente.

32. ¿Cuál fue el motivo de su fiesta inolvidable?

R.- Negativamente, una de Halloween el último año que viví en Houston. Apuñalaron a un amigo mío. Positivamente, la de mi 40 cumpleaños en Barcelona. Fue una fiesta sorpresa. Me sentí muy querido. Sobretodo por aquellos que vinieron del extranjero.

33. ¿En dónde le gustaría estar sentado?

R.- En una casa de mi propiedad frente al mar, al atardecer.

34. ¿Cómo supo que había llegado el hombre de su vida?

R. Porque había predicho en broma su llegada. Creo que es de las pocas predicciones que he hecho que se cumplieron.

35. ¿Cuál fue el primer pensamiento de este día?

R.- Tengo sueño.

36. ¿Cuál fue su último motivo de celebración?

R.- Casi siempre que voy a Londres celebro que ya no vivo ahí.

37. ¿Qué lo acompleja?

R.- Las ojeras que tengo desde siempre. Pienso que me envejecen.

38. ¿En qué amuleto sigue creyendo firmemente?

R.- En los que me da mi madre. Creo que me los da con todo su amor, y por tanto, no creer en ellos sería demasiado cruel.

39. ¿Qué obra de arte sustraería de un museo para tenerla en su casa?

R.- El tapiz de ‘La dama con el unicornio’ del museo deCluny , en París.

40. ¿Cuál es el único ritual imprescindible en su vida?

R.- El café matutino y las plegarias inacabadas nocturnas.

41. ¿En dónde queda el paraíso?

R.- En algún universo al cual los de este planeta no tenemos acceso.


Punto: Sigo buscando amigos de la infancia por el Facebook. De momento, el resultado ha sido cero.

Música para hoy: Pasé de la brasilofília a la japonofília a principios de noviembre. Ahí sigo.

Foto de ayer: Aminatu, la activista saharahui, luchando por su vida en las Españas a pesar de Marruecos.

Súplica de hoy: Que el 2009 acabe bien, y el 2010 acabe mejor.

Cita de hoy: Todavía no doy crédito: "Benedicto XVI es el Papa de las sorpresas tranquilas" Navarro-Valls

Desacuerdo de hoy: No creo que Berlusconi se merece el mal trago de hoy; la violencia no resuelve nada....

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Paga, llama, destripa y calla

AOG, Madrid

Toda empresa se constituye para ganar dinero. Espero que todos los que vivamos en un país capitalista (creo que todos, los chinos y los norcoreanos y hasta los cubanos, vivimos en uno de estos - o al menos en uno que lo es aunque sea a pesar suyo-) tengamos esto claro.

En España, capitalista pero a su manera, desde hace tiempo las cadenas de televisión decidieron esconder su naturaleza como empresa, y nos empezaron a vender basura a precio de oro.

Sin ir más lejos, en España, a partir de cierta hora, ponen programas interminables en los cuales una aspirante a famosa con mucho escote, mucho pelo, y mucho todo menos intelecto, salta, brinca, grita y rabia para que llames, trates de descifrar un acertijo, o adivinanza, o estupidez por el estilo, con el engaño de que te llevarás un gran premio monetario. También lo hacen los varones.

"¡¡¡Llama y gana!!!" nos exigen durante horas y horas, programa tras programa, canal tras canal, prometiendonos riquezas con sólo llamar por teléfono.

Este género tiene dos curiosidades, la primera, que no gana nunca nadie. Y dos, que la gente llama a pesar de esto.

Bien es cierto que cada quien es libre de hacer de su vida un tambor y buscar quien se lo toque, pero no deja de asombrarme el como la gente se aprovecha del bajo nivel cultural de mis compatriotas.

¿No se dan cuenta de que esto es un engaño como la copa de un pino?

Parece ser que no, y aquí abajo un buen ejemplo.



No ayuda el que las cadenas mismas atisben a la gente durante todo el día con programas diseñados para encandilar las pasiones, y dejar al intelecto dormido, por no decir en coma.

Prensa rosa

En lo llamado, 'programas del corazón', tenemos hora tras hora de personas llamadas periodistas (que quizá lo sean, pero en ese momento ejercen de porteras, con perdón de las porteras de verdad) y de un sinnúmero de colaboradores (sacados de las mejores cloacas del país) que se dedican a descuartizar incesantemente las vidas de personajes y personajillos de la farándula española como si algo de eso de verdad tuviera trascendencia.

"¡Porque tú le dijiste a fulano que no ibas a ir con mengano, y eso es una mentira, porque tenemos las fotos!". Cielos, ¡las fotos!.

Decir que es una vergüenza es decir poco. Entiendo que en España haya personas que, dado su nivel cultural, crean que ver ese tipo de programas es divertido.

Y no puedo atreverme a criticar a las personas que así lo crean, porque ya lo dicen los ingleses, "Lo que para mi es veneno para ti es medicina".

Pero lo que me molesta es la excusa barata de algunos apologistas del género que se escudan en el ya muy trillado "es lo que la gente pide". No es verdad.

Lo que es verdad es que sí es a lo que la gente se ha acostumbrado, pero no lo que la gente pide.

Aún así, no abogo por que se prohiban estos programas.

Repito que para algunas personas pueden ser su única fuente de entretenimiento, como para otras lo puede ser el fútbol retransmitido o una misa dominical.

Y aunque a mi no me guste, con un simple cambio de canal dejo de verlo y asunto acabado.

Sin embargo, el cambio de canal no significa que este programa no tenga un gemelo en otra cadena.

Por desgracia, todo lo malo se pega.

Y en España, todas las cadenas tienen algún tipo de programas de lo denominado "prensa rosa".

Por si alguno no sabe a lo que me refiero, les dirigo a esta página, y esta, y esta. No son las únicas, hay muchas más.

Y bien, puedo vivir con ello, no alcanzo tamaño nivel de intolerancia. Mi queja no es que existan estos programas, en los cuales a la audiencia se le pide constantemente que llame y participe, por un "módico" precio por minuto, sino que no se moleste nadie en que haya otro tipo de programas.

Realities a babor y estribor

Bien es cierto que en España, y en el mundo, la ola de los "realities" nos inundó hace tiempo. Pero no sé por qué en este país se hacen los peores.

No tanto por el contenido, que puede gustar más o menos, sino por la necesidad de desangrar al espectador con anuncios y promociones diseñadas para que a los emisores les llueva el dinero a costa de la audiencia.

¿Es esto justo? ¿Es coherente con alguna idea de civilizacion avanzada?

Lo dudo.

Siempre mi queja es la falta de alternativas, la flojera por parte de la empresa de gastarse el dinero y producir programación de calidad. La falta de conciencia social. De imaginación. La idea de que está bien producir programación de calidad cuestionable como si nada.

Y sí, es cierto que las televisiones no tienen por qué educar a las masas. Pero es igual de cierto que lo hacen, y que lo vienen haciendo desde hace décadas.

Quizá bien, quizá mal, pero lo hacen. Y es absurdo pensar que la televisión se puede abstener de esta realidad a conciencia. No pueden. Ni tampoco deben.

También es difícil exigirle a un negocio, cuyo principal interés es ganar dinero, que tenga conciencia social. Pero su naturaleza se lo exige.

A través de la mal llamada caja tonta (de tonta no tiene un pelo), sociedades enteras digieren la realidad que les rodea, que les oprime, que les informa y aculturiza o embrutece. Sobre todo lo segundo.

Y es que, con perdón de Marshall Mcluhan, el problema no es el medio.

Es el contenido.

Esa pequeña pantalla tiene la necesidad de emitir con responsabilidad. Hace falta más cultura. Aunque cueste dinero.

Y no, no pido que sea todo ópera y conciertos desde Viena. La cultura es mucho más que eso. La cultura es, inclusive, los programas de la prensa rosa. Cierto. Pero no es sólo eso.

Es más.

Es deporte. Es documentales. Noticieros. Festivales. Concursos. Baile. Tómbolas. Cortos. Música. Humor. Cine. Imagen. En fin. Todo. Lo es todo. ¡Hasta publicidad!

Pero las cadena se abstienen motu propio de aceptar esto. Y se decantan por lo más barato. Lo que acaba siendo más zafio.

Es mucho más barato pagar un plató, el sueldo de un presentador, el de unos colaboradores, y el de unos técnicos y cámaras (más el catering del público presente que rie las gracias sin gracia del show), que pagar a un equipo creativo para que te produzcan una serie, o un documental. O cualquier otro tipo de programa del cual se pueden sacar créditos culturales. La gente se queja, o se quejaba, de las series de EEUU. Lo que en el mundo hispano llamamos la "Americanada". Pero EEUU siempre ha sido líder en materia televisiva. Y hoy más que nunca. No nos engañemos, las series del gigante Norteamericano triunfan. Y lo hacen porque ellos tienen acceso a un presupuesto que presupone calidad. Porque en EEUU calidad presupone dinero, publicidad y audiencia. Es obvio que en ese país, la calidad cultural no está reñida con el marketing.

Es una pena que en España no sea así. Sobre todo porque no veo que esté cambiando. Más bien al revés. Veo que en España la televisión va de mal en peor.

Y dejo para otro día la avalancha publicitaria que tenemos que comernos día a día. Más que vergonzoso es perverso.

Y como siempre, ¿a quien le pedimos cuentas?

lunes, 7 de diciembre de 2009

Picaportes

AOG, Madrid

Desde hace un par de días, la puerta del baño de casa no tiene picaporte. Bueno, tener, tiene, pero no cierra. Esto crea un sentimiento de ansiedad cada vez que voy al baño ya que la puerta se puede abrir en cualquier momento, y uno puede quedarse en evidencia repentinamente.

Por si fuera poco, hoy ha desaparecido del todo el picaporte. Ahora la puerta tiene un agujero por donde se filtra la sala con todo su aburguesado ser a un espacio en el que no se desarrollan las actividades que viven en la habitación contigua.

De igual manera, en el trabajo estamos de reformas. Nuestro espacio se empequeñece, y los escritorios cambian de sitio.

Los ordenadores vuelan, funcionan, no funcionan, la impresora aparece, desaparece, imprime, pero no lo tuyo. Es desconcertante.

Por no hablar de la nube de polvo que acompaña este ejercicio y de lo asmático que me pone.

Mudanzas vienen, mudanzas van.

Acaba el año y las cosas de siempre se desmoronan, tanto en casa como en la oficina. Y otras no acaban de cuajar del todo.

Este fin de semana me topé con un par de conocidos. Acaban de llegar del extranjero y piensan volver a mudarse, al menos durante un tiempo, a España

Pero volviendo a las permutas temporales del mes.

Diría que estoy viviendo, mejor dicho, sobreviviendo, al momento ave fénix del fin de año.

Bueno, parece ser que de fin de década. Nunca sé a ciencia cierta si las décadas van del cero al nueve, o del uno al cero. Para mi, siempre iban del uno al cero, pero creo que la humanidad me lleva la contraria y, en verdad, van del cero al nueve.

Consecuentemente, esta rara década, que empezó en Londres (y que terminaré en Londres físicamente), se dará por terminada el 31 de diciembre de este año y la nueva empezará el uno de enero del 2010.

Cuando pienso en dónde estábamos la humanidad en 1910, y hasta dónde hemos llegado en 100 años, me quedo atónito.

Y me entristece que no estaré aquí en 2110 para ver hasta dónde llegamos.

Por desgracia, soy de aquellas personas a las que no les asusta la inmortalidad. Siempre quise ser vampiro, pero me quedé en murciélago.

Bueno, ni eso, ¡más bien ardilla voladora!

jueves, 3 de diciembre de 2009

Gaviotas

AOG, Madrid

Hoy me topé con un libro que había sido comprado en un mercado de 2ª mano en México DF. Ocurrió esta fría mañana madrileña en la cuesta de Moyano, detrás del ministerio más bonito de Madrid, el de Agricultura, de donde había salido de dar una clase de inglés 25 minutos antes.

Hay un señor que tiene un puesto lleno de hombres mayores que revolotean alrededor de los viejos textos. Lo hacen sin mucho cuidado. Muchas veces, según me acerco, pienso que parecen gaviotas peleándose por un mendrugo de pan. La agresividad por llevarse el bocado a la boca es casi la misma.

Luego me acerco, y son educados (más o menos), pero no se hablan mucho entre sí. Van a lo que van.

No sé si son coleccionistas o lectores, o si tienen una librería propia en otro barrio madrileño y de ahí cogen los tesoros que luego revenden por más dinero. El señor del puesto no es caro con su mercancía. Al contrario.

Fui al puesto por penúltima vez hace unos 10 días. Vi un libro antiguo que se titulaba algo así como 'Fuego, Tierra, Aire, Mar'. Era un libro fotográfico publicado a principio de los años 1960 y estaba lleno de fotos de España.

Me pareció curioso pues mientras que en una página tenías una imagen de una pareja moderna, burguesa, ataviada a la última moda, y recostada sobre un descapotable italiano frente a un molino de viento manchego; en la siguiente: una procesión de Nazarenos.

O una imagen de ocho sevillanos a caballo con una chica montada atrás vestida de flamenca durante la feria de abril tomada desde un balcón.

Ya desde entonces se vislumbraba la contienda entre lo moderno y lo tradicional en el país.

Costaba 10 euros sólamente, y pensé, "lo dejo para otro día". El libro era muy pesado y yo tenía que acudir a una rueda de prensa.

Hoy, el libro ya no estaba. Y hoy aprendí por qué.

Al abrir la primera página del libro comprado en México, la leyenda rezaba su historia. El dueño lo había conseguido en un mercado de 2ª mano en el DF en 1999 y lo devolvía al mercado de 2ª mano de Madrid 10 años después, en mayo de 2009. Me encantó la dedicatoria. Hacía del libro algo especial.

Yo pensaba que era la única persona que estaba lo suficientemente atolondrada como para llevar libros de más de 4 kilos de país en país. Pero veo que no. Somos más. Al menos somos dos. Bueno, tres. Alguien llevó ese libro italiano a México en un principio hace, al menos, diez años. El libro fue publicado en los años 1960.

También había un libro de arquitectura y urbanismo, publicado en los años 1960 por tres euros. Estaba lleno de planos antiguos y mapas. Justo el tipo de libro que me gusta hojear horas y horas (es el arquitecto urbanista frustrado que llevo dentro).

Me ausenté del puesto. En mi ausencia cási compro un libro de relatos de Mario Vargas Llosa publicado en los 1970; por partida doble, 'Los cachorros; Los jefes'. Me gustaba su portada setentera, con esos colores 'post-psicodelia', 'pre-no-se-sabe-bien-qué'.

Pero tenía mucho polvo, y al pasar las páginas, me daba tirizia al tacto. Y no. Tengo alergia al polvo.

Volví por mi libro. No habrían pasado ni siete minutos. ¡El libro no estaba!

Me sorprendía que no estuviese, y como un tonto, hice lo que se hace cuando uno cree que las cosas están pero no las ve. Fui viendo los lomos de cada libro, uno por uno. Y por todo el puesto. Y envuelto en ansiedad y angustia por haber sido tan tonto.

Navegué entre los brazos de los demás hombres, buzeando entre sus manos, y espiando entre los huecos que me dejaban entrever algún título, alguna pista, quizá alguna portada.

Pero no hubo suerte. Alguien más listo que yo se lo había llevado. Es decir, lo había comprado. Di un paso atrás y es entonces cuando vi que los compradores íban apilando bajo el puesto los libros que elegían. Y entendí que, ante ellos, soy un simple amateur.

Me cambié de puesto, y di con el libro de México. Que en verdad era italiano. Y que tuve que dejar en su sitio muy a pesar mio.

Vivo en un piso tan pequeño que no caben ni las ideas. Muchas veces las tengo que dejar fuera. Otras, soy yo el que se larga a la calle para que quepan.

Y si no caben las ideas, mucho menos los libros. Y yo tengo muchos. Aunque creo que no tengo suficientes, hay quien me dice que tengo demasiados. Y esto, simplemente, no es cierto. Se pueden tener demasiados gastos, demasiadas penas, demasiados aires. Pero no se pueden tener demasiados libros.

Al menos yo pienso así, aunque entiendo que hay libros que sobran. Libros que acabaron en tus manos de alguna manera, pero que el intelecto rechaza por alguna razón; o que el corazón no quiere nada con ellos.

Estos, en Londres, solía regalarlos a la beneficiencia. O al algún amigo. Un par de veces hice una cena literaria donde puse en una mesa los libros que no quería tener más. Invité a un par de amigos, y los libros desaparecieron.

Aquí en Madrid he encontrado bolsas con libros antiguos en la calle un par de veces. Tras revisarlas, me llevo el botín a casa.

Unos días más tarde, devuelvo al mundo los que creo que no caben en mi vida, dejándolos en la entrada del edificio donde vivo. En un par de días, los libros desaparecen a otras manos, otros mundos.

En Londres he dejado unas 20 cajas llenas de libros en casa de mi hermana. Y hay otras siete u ocho en mi propia casa. No las puedo traer a España aún.

Mi madre siempre nos decía de pequeños que su herencia, su única herencia, serían los libros.

Curiosamente, lo heredado, como si de una cuenta bancaria se tratase, no ha dejado nunca de crecer y con interés. Y con "interés".

Y aunque me dolió mucho, tuve que dejar el libro recopilatorio de la publicidad en Italia, 1962-1963 atrás.

Y no creo que me vaya a arrepentir porque arrepentido...ya lo estoy.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Azul Tlatelolco

AOG, Madrid

Hace un par de días, en televisión, vi el programa "Callejeros Viajeros". Primero estaban en Rumania. Sólo vi el segmento referente a Transilvania aunque me perdí el segmento del famoso castillo de Drácula. Tampoco soy vampirófilo.

Vi como nos explicaban que a la gente no le gusta mucho que la graben; explicación seguida de unas imágenes de un señor mayor, ya jubilado, que se acerca a la cámara, como quien va a cazar un animal, y suelta un gargajo acompañado de varios insultos (y no es necesario hablar rumano para saber cuando te estan mandando a freir espárragos).

Me sorprendió, aunque quizá no debería haberlo hecho, la ira del ciudadano. Siempre he respetado a quienes peinan canas, pero a la vez, siempre he pensado que se toman ciertas libertades para con el resto de la humanidad. No me parece bien.

Un escupitajo es, al final, una agresión fisica, aunque no sea más que por el asco que da y el mal cuerpo que te deja.... por no hablar de las secuelas psicológicas.

En fin. Lo segundo que vi, fue el segmento dedicado a México DF. Sí, mi México de mis amores.


El caso es que mis huaraches no han pisado el DF desde que de él salieron hace más de 20 años.

Tenía interés por ver la ciudad. Sorprendentemente, no vi la ciudad. Al menos no la que dejé atrás. Vi una urbe extraña, distinta.

Familiar y a la vez desconocida. Aunque el DF es inmenso, todo me parecía más pequeño. Al menos los edificios. La ciudad es todavía más gigantesca que en aquel entonces.

Supongo que sigue en regla aquello de que cuando eres pequeño todo te parece más grande.

Vi imágenes del Estadio Azteca. Muchas veces, cuando vivíamos en la capital, íbamos a pasar los domingos al Ajusco. De camino, parábamos en el Estadio Azteca.

Mi madre nos había comprado una "Avalancha", que era una especie de tabla con cuatro ruedas, un volante, y un freno de mano. La nuestra era de color blanco.

Sólo funcionaba si estabas ante alguna pendiente o cuesta.

También recuerdo que, gracias a la Avalancha, le rompí el fémur a mi hermana en el balneario de Oaxtepec cuando, al no darle al freno a tiempo, nos estrellamos los dos contra la pared en el estadio del sitio aquel.

Nos llevamos un buen chichón, pero la peor parte se la llevó ella por ir delante mío. Todavía no me lo perdono. ¡Qué trauma fue aquello!

Sobre todo porque, como niño que era, yo pensaba que le iban a cortar la pierna a mi hermana, y eso era demasiado trauma para mis pocos años.

Desde entonces, la Avalancha quedó aparcada para siempre. Primero en casa, y, desde entonces, en la memoria.

Volviendo al DF, la memoria me fallaba al ver las nuevas imágenes. Los lugares conocidos eran muy distintos a como yo los recuerdo.

Por ejemplo, el mercado de Tepito. Famoso porque en aquella época, se encontraba ahí todo tipo de "fayuca". Es decir, productos traídos ilegalmente de otro país (léase EEUU). Contrabando.

A mi me encantaba ir ahí de compras porque todos los juguetes que no estaban en las tiendas, pero que yo sabía que existían (de algo sirve leer comics en inglés), los solía encontrar ahí.

Sobre todo los muñequitos (que me importaban menos) y las naves (que me importaban muchísimo más) de Star Wars, alias La Guerra de las Galaxias.

Pero también tenían cosas antiguas, y, como buen coleccionista en potencia (desde esa temprana edad), me encantaba ver el paso del tiempo a través de sus objetos, aunque no lo entendiera del todo, y yo lo que veía, era un producto distinto a lo que había en mi mundo.

Por ejemplo, una lámpara antigua. Una mesa Art Deco. En fin, multitud de cosas.

Ayer, Tepito lo describieron como el mercado de artículos robados. Supongo que en mi infancia sería lo mismo, pero eso, o no lo supe nunca, o lo olvidé. Y ayer al escucharlo se me antojó extraño.

También lo fueron las imágenes de la antigua Basílica de Guadalupe.

Yo recuerdo que íbamos por ahí con mi madre sobre todo en Semana Santa.

Recuerdo los domingos de palmas en la ciudad. Recuerdo las cruces hechas con palma seca, y con una estampita de Jesus, o la virgen en el centro.

Sin embargo, la memoria creo que me falla. No es noticia que ésta nos engaña, pero que dulce mentir, ¿no?

"En la juventud es frecuente una atmósfera general lóbrega, cual si el otoño proyectase sus sombras por adelantado. Poco a poco va aclarándose la vista; también a vivir hay que aprender". (Ernst Jünger)

No sé por qué recuerdo la basílica original al pie de unos escalones encima de una colina.

Ayer, al menos, la basílica barroca no estaba al pie de ningún cerro. Quizá confundo los sitios. Aunque en México hay muy buenos arquitectos, no creo que hayan cambiado de sitio el templo guadalupano.

El caso es que la ciudad que vi ayer era en muy poco parecida a la que dejé atrás. Y hoy, tras haber cenado, dormido, desayunado, y pensado en el tema, me preguntó ¿dónde quedó aquella ciudad de mi infancia?

Más de una vez he pensado que todo aquello que no veo, cuando veo imágenes de México, se debe al terremoto de 1986. Aunque en esto sé que estoy quivocado.

Ya no veo las torres de Tlatelolco. De pequeño me parecían tan feas.

Pero siempre recuerdo aquel azul intenso que remataba la última planta.

Para mi, desde entonces, Azul Tlatelolco.

Ahora de mayor las echo de menos.

Esas sí que se cayeron. Una sobra la otra. Fue una tragedia aquello.

El terremoto destruyó un México y dio paso a otro. Supongo que el mío quedó sepultado también con el peso de los años. Lo mismo que pasa con la infancia.

Los terremotos que nos regala la vida.

martes, 1 de diciembre de 2009

Lecciones desde Suiza

AOG, Madrid

Este domingo día 29 de noviembre, Suiza votó en un referendum contra la construcción de minaretes en las mezquitas que se vayan a construír en el país. La medida no afecta a las ya construídas, que, según dicta El País, son cuatro.

No me parecen muchas. Sin embargo, a los ciudadanos suizos, mayoritariamente, sí. Decir xenofóbia, es poco. A la izquierda el cartel publicitario que nos muestra los minaretes como misiles y a una extraña mujer, enburkada, al estilo ninja. Y la pobre bandera suiza, con su cristiana cruz, taladrada por estos símbolos del 'otro' musulman.

Hay que decir que fue la extrema derecha quien pidió el referéndum, pero que han sido los suizos, el 57% del electorado, el que ha estado de acuerdo.

En Europa, la respuesta no se ha hecho esperar.

Según el Financial Times, Suiza, que era el símbolo de ‘tolerancia’, decidió a través del voto directo, que 400.000 musulmanes (5% de la población en su mayoría proveniente de Kosovo y Turquía) no tengan el derecho legal de construirlos.

Esta prohibición es ofensiva y contraproducentes”, asegura el diario y hace una comparación interesante: “es una bofetada a los musulmanes como cuando un país musulmán prohíbe la construcción de iglesias cristianas en su territorio”.

El New York Times se entristece de que hayan ganado la intolerancia, la xenofobia y la ignorancia sobre la razón y que la propaganda de la extrema derecha, avalada por el SVP (Partido del Pueblo Suizo) haya tenido tanto éxito. “
La peor forma de enfrentar al extremismo y la intolerancia es con extremismo e intolerancia”, asegura el diario global.

En Francia, Le Monde insiste en que los resultados en Suiza afectan a toda Europa, donde el Islam es la segunda religión más importante. “
Los resultados del domingo son la edificación de un nuevo muro en Europa de intolerancia, desconfianza, de rechazo al otro y un obstáculo a la integración del Islam en Europa”.

¿No es curioso como siempre vemos a los países de Centro Europa como guardianes de la cultura y como el ejemplo a seguir? Al menos en lo económico y lo social.

¿Y no es igual de curioso que estos mismos países, a los que España está extrañamente ligada desde hace siglos, nos dieron sorpresas como Hitler -quien los austríacos lograron que el mundo pensase que era alemán-, y Marx?

Suiza, ese bastión de las finanzas, la banca, el chocolate y la neutralidad, por otra parte, no otorgó el voto a la mujer hasta 1971, cuando el electorado masculino se lo permitió.

¿Y tenemos a este país como ejemplo? Mal ejemplo que ahora puede que los partidos de extrema derecha en Europa, en países como Bélgica, Holanda o Dinamarca, sigan. Este artículo de El País asegura que en Sevilla también se han dado problemas a la hora de construir mezquitas.

Creo que lo ocurrido en la República Helvética debe servir como advertencia para el resto de Europa de que algo anda muy mal en su corazón.