Hoy ha terminado el Mundial de fútbol en Berlín. Acabo de ver a Italia ganar a Francia. Me ha llamado Juan, mi pareja, desde Barcelona para decirme que Zidane, que jugaba para Francia, jugó hoy su último partido y que se retiraba del fútbol.
Un jugador italiano le dijo algo, alguna barbaridad, y Zidane perdió los papeles y le dio un cabezazo en el pecho. Fue expulsado. No es la mejor manera de terminar una carrera. Expulsado.
Italia ganó el mundial en penaltis. El marcador decía 1-1. Empate. Por lo que me cuentan, dicen, he visto y deduzco, Francia jugó como un buen equipo e Italia llegó al final por aprovecharse de situaciones, por jugar de una manera innoble. Eso dicen, cuentan, y algo he visto. Pero no soy ningún experto de la materia. Supongo que uno gana como puede, no como debe. Porque, no olvidémoslo nunca, lo importante es ganar. ¿No?
Este mundial empezó conmigo en Madrid. He visto partidos en Londres. Estaba en México cuando este país perdió ante Argentina- en Tulúm. Y en Mérida, en un Sanborns junto a Juan, cuando España perdió ante Francia.
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