lunes, 12 de enero de 2009

El ángulo universal

AOG, Barcelona

Se puede hacer mucho en dos días y a todo se le puede ver un hilo conductor. A ver si me sale.

Este fin de semana, primero que nada, tuve la suerte de ver como un niño de apenas 3 añitos celebraba Reyes unos días más tarde gracias el regalo que estos habían dejado en casa de su padrino, y como su hermana mayor, de apenas 6 añitos, le hacía rabiar.

No por los Reyes y el regalo, sino porque así son las hermanas mayores con los hermanitos menores. Es algo universal y propio de las hermanas y hermanos mayores.

También tuve la suerte de visitar a un amigo que está en cama. Hace un par de días sufrió un accidente de moto. Digo suerte porque vive para contarlo, aunque está muy maltrecho.

El culpable del accidente fue la chica que salió sin más de un cruce de calles en moto sin mirar a la derecha. Se la llevó por delante.

Ella, por suerte, salió intacta. Él tiene la pierna y varias costillas rotas. Y, según pude ver, la procesión iba por dentro.

Ante la pregunta del millón de dólares, id est, ¿seguirás con la moto después de esta?, la respuesta de dos duros- ¡pues claro!

Mi amigo tiene más de 40 años. Su cabezonería también es algo universal.

También tuve la oportunidad de ir a ver el grupo El Tricile y su espectáculo ‘Garrick’. Lo recomiendo. Muy divertido. Me contaron que el grupo estuvo en Nueva York hace unos años y que, gracias a una reseña negativa por parte de un periodista, estuvieron en cartelera más o menos una semana.



Ayer, viendo el espectáculo, entendí que, quizá, era porque el humor en escena era algo muy español. Es cierto que había chistes universales, el de la pizarra y la uña, por ejemplo. Pero también vi cosas que solo hacen gracia en España. Y creo que vi cosas que sólo harán gracia a un público catalán. Me parece normal.

Si se me permite la observación, quizá aquel periodista se vio ante algo muy particular y no lo supo interpretar.

Aunque la risa es universal, el humor es bastante parroquial. Aunque todo se puede aprender. No sólo los ingleses se rieron con Monty Python, por ejemplo.

Hablando de interpretaciones, el domingo al mediodía estuve mirando un buen rato a un grupo de chicos haciendo los malabarismos y saltos propios de un grupo de Capoeira en un parque junto al monumento a Colón, al principio (¿final?) de las Ramblas.

Me pareció curioso que todos, es decir, todos, eran magrebíes. No sé si de Marruecos, o de Argelia, o de Ceuta y Melilla. El caso es que me pareció curioso que les interesara esta forma de arte.

Estoy, quizá, acostumbrado a los grupos de Capoeira londinenses que suelen estar formados un 95% por personas brasileñas, y un 5% por británicos o europeos. No conjugaba el Magreb con la Capoeira.

Ahora ya lo hago. Me faltaba el ángulo universal de las formas artísticas que no tienen por qué pertenecer únicamente a su lugar de origen- vease el flamenco en Japón, por ejemplo.

Ya por la noche fui a ver la película Milk, sobre la vida de Harvey Milk con unos amigos.

Me parece que la candidatura al Óscar de Sean Penn está muy bien merecida.

Mi voto lo tiene.

La película me gustó porque me pareció muy bien hecha.

Mezclaba imágenes y sonidos de la época y era una mezcla entre un relato oral, un documental, y un drama todo en uno.

Uno de los que fuimos al cine dijo más tarde “menos mal que existe gente como él”, refiriéndose a Harvey Milk.

Estoy completamente de acuerdo. Sus principios y su lucha eran, a mi ver, universales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues a los japoneses les vuelve locos el flamenco, a los magrebies la copoeira... son gustos a saber...

en cuanto al humor si, intente mostrarle a mi chico calico electronico y le gusto a ratos, y es que claro.... venimos de sociedades donde los chistes tienen colores muy diferentes (me temo que los españoles somos algo acidos y directos)

son como los chistes de politica, si no estas puesto no te enteras.


saludos