lunes, 26 de enero de 2009

Revolutionary Road

AOG, Madrid

Hace algunos años, en 1999 concretamente, vi la película American Beauty sin saber nada de ella.

Todo el mundo la ponía por los aires, la aclamaba, y me picó el interés. No me pareció una mala película, pero me pregunté durante toda la película si el director era de EEUU o no. Su visión del país me parecía extraña.

Era como si una persona que nunca ha estado en contacto con esa sociedad, es decir en persona, decidió hacer una película basada en todos los tópicos habidos y por haber de la misma, cortesía de un sinfin de películas, cortos, videos musicales, revistas, teleseries y novelas.

Faltaba algo, aunque esto no impidió que algunas imágenes, por no hablar de la banda sonora, no entraran en el subconsciente colectivo de la era moderna. Era una buena película, amén de copiar alguna que otra idea de la reciente Bienal de Liverpool.

Luego me enteré que Sam Mendes, el director, era británico, no estadounidense. Esto lo explicaba todo.

Mientras que en los años 1940-1960, Hollywood se podía dar el lujo de mandar a cualquiera a España a rodar
El Cid y esperar que nadie se pregunte nada acerca del caracter de los personajes (¿son verosímiles? ¿eran así?), o a Peter O'Toole a hacer de Lawrence de Arabia rodeado de actores que están de adorno y no nos dice nada acerca del caracter de los árabes que no sea un tópico.

Por no hablar de la versión estadounidense de los rusos en Doctor Zhivago: él: Omar Sharif, egipcio. Ellas: Julie Christie : británica, aunque nacida en India, y Geraldine Chaplin: de California. ¿Y los rusos? De adorno. Bueno, ni eso pues la película fue rodada en España.

Hoy en día esto no puede hacerse. Y si se hace, queda raro.

Como ha vuelto a pasar con Sam Mendes y Revolutionary Road. Una vez más, los matices más sutiles de la sociedad de EEUU se le escapan y nos presenta un pastiche de lo que él cree es verídico.


La película está basada en la novela de Richard Yates, escrita en los años 1950 pero publicada en 1961.

No he leído la novela, pero la revista Time la considera una de las más importantes desde 1923 hasta el presente.

La película, desgraciadamente, la desmerece.

Tanto por la dirección como por la actuación de los actores principales: Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, esa que no hace más que, según la prensa española, 'robarle' el premio a Penélope Cruz.

Curiosamente los ingleses no dirían que Cruz le robó el premio a Winslet. Quizá directamente no dirían nada. No hay peor desprecio...

No quisiera hablar de la "
performance" de DiCaprio y Winslet demasiado.

Ella, por desgracia, no está ambientada en absoluto. Dentro del universo que se supone que es 1955, ella está vestida, peinada y se mueve como una mujer de hoy, no de entonces.

Por no hablar del calzado.

Diría que los zapatos que le han puesto se llevaban en los años 1980, no en 1955, época sublime del tacón de aguja, y no del zapato que le han puesto para toda la película. Habiéndola visto sólo una vez, juraría que sólo lleva 2 pares de zapatos en toda la cinta.

El caso es que su personaje es dificil de creer. Aunque lo del acento de EEUU no lo hace mal del todo, sus reacciones durante toda la película aparecen a la mitad de la potencia que podrían tener. Más que culparla a ella, culparía al director (su marido).

DiCaprio tiene algún que otro momento. Curiosamente el actor comienza la película más gordo de cara que cuando la acaba. Creo que es obvio a todas luces que este chico no será más guapo según se haga más mayor. No será Montgomery Clift.

Por lo demás, el guión es tan parco a veces, que uno ve las escenas y no puede más que pensar 'mucho ruido y para tan poca nuez'.

Si hay algo que salva la película son los actores secundarios.

Kathy Bates tiene un papel mínimo pero estelar. Dejá atrás sus histrionismos de siempre y se comporta como una actriz de buena calidad. Da gusto verla.

Michael Shannon también tiene un papel pequeño que logra bordar. Su participación hace pensar que, igual, la película mejorará a partir de entonces. No es así. Sigue a la deriva, a pesar de su interpretación.

Quizá la mayor queja es que se trata de una película que no va a ninguna parte y se tarda dos horas en llegar ahí. Es decir, en terminar.

Durante ese tiempo vemos a dos personas que no hacen nada, están molestas por algo, pero no se sabe el qué.

Una de ellas parece ser que se cree destinada a algo mejor en la vida, pero no nos da indicios de ello. Nos lo tenemos que creer. Ni siquiera nos enseñan que el personaje, verdaderamente, está equivocado. Ni que, irónicamente, tenía razón.

No pasa nada y no va a ninguna parte. El final es anticlimático y uno se queda vacío y pensando por qué esta película es tan insípida.

No tiene mucha trama, ni mucho sentimiento, ni mucho nada.

Me decepcioné mucho porque esperaba más de Mendes.

Si hay algo que me hizo reir, además del reciclaje del elenco de Titanic, es el otro guiño que Mendes hace a esa película. No diré mucho, pero envuelve una mano, un coche, una ventana, y una pareja copulando.

La escena fue muy parodiada en Reino Unido por muchos cómicos. Ahora podemos añadir a Mendes a esa lista. Cuando la vi no podía dejar de reirme.


No hay comentarios: