lunes, 5 de enero de 2009

Tácticas epifánicas

AOG, Madrid

Epifanía # 1

Camino de casa en el metro tuve la poca suerte de ser testigo de un casi robo. Resulta que en el vagón en el que iba se subió un chico del este de Europa que estaba hablando por el móvil. En la mano izquierda llevaba una cazadora que le cubría del codo a la mano. Al lado suyo iban dos chicas.

Me le quedé mirando un rato y de repente vi como con la mano de debajo de la cazadora estaba tratando de tocar a una de ellas. Lo primero que pensé fue, mira que andamos salidos. Segundo y medio después pensé, mira que hay ladrones por todas partes.

Lo que estaba tratando de hacer era meterle la mano en el bolsillo y robar lo que fuese a la chica. La vieja táctica del robo por descuido y mano escondida.

Cuando se percató de que le estaba mirando, se giró y se antepuso entre la chica y yo. No sé si esto era una táctica nueva, o simplemente chulería por su parte.

Obviamente no le quité el ojo de encima y, en cuanto el tren llegó a la siguiente estación, se bajó del vagón un poco apurado, y, ni corto ni perezoso, se subió en el siguiente vagón.

Le pregunté a la chica si notaba que le habían quitado algo. La chica, apuradísima, miró el bolso que llevaba abierto de par en par y dijo que no. También hay que decir que si te roban la cartera por ir con el bolso abierto es porque eres tonto.

Un par de personas me dijeron que no llegó a robar porque yo le había visto, y ellos a mi, por lo que vi.

Los demás pasajeros empezaron a mirar al vagón contiguo y algunas personas en él se percataron de ello. En la siguiente parada me bajé yo y ya no le vi.

Epifanía # 2

En el trabajo, esta tarde, un compañero me contaba que no podría ir a la cabalgata de
Reyes con su familia.

"Pero se han puesto al principio para verlo pronto. Empieza sobre las seis. Están a la altura del Gregorio Marañón".

Mi sorpresa e incredulidad no pudieron ser mayores.

Recuerdo que en mi infancia, tanto en México como en España, si íbamos a ver la cabalgata de Reyes era porque alguno de mis padres había conseguido que una amistad les prestase el balcón, a la altura que fuese el desfile. Y la hora, bueno, por la noche. Siempre era por la noche. O al menos, siempre estaba oscuro.

Después a cenar, y a la cama temprano a dormir. Esa era la táctica.

Y llegaban los Reyes.

Nunca operó el factor "táctica para verla temprano".

Me sorprendió saber que existe. Supongo que si algún día tengo hijos, y se me ocurre inculcarles esa fábula de los Reyes, tendré que escoger entre utilizar el balcón de algún amigo (allá dónde yo ande en esas fechas), o saber dónde posicionarme para ver la cabalgata prontito.

En cualquier caso, he de saber qué táctica adoptar o no. Como con todo en la vida.

Felices Reyes a todos.

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