jueves, 3 de agosto de 2006

Diario de un jueves en Madrid


Hoy ha sido un día largo, muy largo. Quizá demasiado. Hoy he estado en la radio desde las 07:20 hasta las 19:45. Salí muerto de cansancio, mareado, y con dolor de cabeza.

Estuve todo el día preparando el programa de mañana. Fui a comer con los compañeros y volví enseguida a la oficina.

Hoy mantuve conversaciones con 3 mujeres de aproximadamente 45 minutos cada una. Y luego tuve que traspasar las conversaciones para que Pedro pueda entrevistarlas mañana y quede bien.

Hoy hice las cosas bien. Creo. Y salí satisfecho de la radio.

Me encontré en Gran Vía sólo y sin nadie a quien llamar para ir a tomar un café. En parte culpa mía. Apenas conozco a gente en Madrid y salgo poco. Esto tiene que cambiar.

Me eché a andar por la calle Preciados y llegué hasta la Plaza de Santo Domingo. No sé a quien se le ocurrió poner ahí una estación de metro pero...ahí está. La plaza en si está siendo remodelada y espero que quede mejor de lo que está. Cada día en Madrid me doy cuenta más y más lo poco plana que es esta ciudad y lo muy llena de colinas, subidas y bajadas está.

Después volví a Gran Vía y aparecí en la Plaza de España. Me quedé un buen rato mirando a los dos rascacielos franquistas que hay ahí, admirando los colores de uno y las alturas del otro. El más alto, resulta, fue el reascacielos de viviendas más alto de Europa desde 1957 a 1967. Quise vivir en el más alto y me le quedé mirando un buen rato. Después decidí irme a casa.

Cogí el autobús pues mis pies no daban para más y al subir, al igual que hago en Londres, no dije ni mú al conductor. Al subir unas señoras detrás de mí, les escuché decir “buenas tardes” al conductor. No le oí a él responder, pero tampoco estaba a su lado para hacerlo. A la siguiente parada, de nuevo, unas señoras daban las buenas tardes. Me sentí como un maleducado, y a la vez, como un extranjero. O sea, como siempre me siento en todos los sitios adonde voy.

Salí del autobús y me volví a casa caminando por la calle paralela a Infantas donde se encuentra el bar Cock. Sí, sí, muy gracioso. Ja Ja.

Al girar para ir a la Plaza del Rey decidí ir por la calle de enfrente a la que suelo ir, y admiré las fachadas que no tenía apenas vistas. Edificios merengue. Pero muy bonitos. Quiero vivir en un ático con terraza. ¡Y más cosas!

Vi que muchos pisos se vendían. Algunos en edificios nuevos, otros en edificios antiguos.

Quise tener un piso. Me dio igual nuevo que viejo.

Al subir por la Calle Barquillo me encontré un....¿tarjetero? en un skip en la calle. Me gustó su forma, su color, su tacto. Pensé que lo podría convertir en lámpara o, en última instancia, colgar en la pared como...object d’art. Ya veremos que hago con él.

Ahora estoy en casa muerto de cansancio. Son casi las 23:30 y me caigo de sueño.

Espero que mañana pueda descansar, pero vuelo a Barcelona por la tarde....tengo ganas de ver a Juan.

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