martes, 18 de julio de 2006

Monjas Anacrónicas


Me doy cuenta cuando voy por las calles de Madrid (en Barcelona lo veo poco por no decir nunca) el enorme número de monjas que circulan por la vida diaria del país. En el metro las veo. Si son entre jóvenes y los 50 o 55 años, suelen ir en grupo. Cuanto más mejor, más fuerza.

Si son mayores, es decir, monjas de 60 o más años, suelen ir solas por las calles y metros y autobuses de Madrid. Supongo que a esa edad, los años de servicio les da una superioridad moral que puede mover a cualquier usuario de su asiento para que la mujer se siente. Las viejas suelen ir con crucifijos enormes. Me recuerdan a sus contemporaneas adineradas, que lo que suelen llevar enorme es el peinado, lo cual, sin duda, les da el mismo sentimiento de superioridad moral que a las monjas. Lo que importa es ser mayor, estar viva, haber sobrevivido y poder contarlo. Pero, claro, hay que llevar munición para recobrar un poco el estatus que la juventud te da, y la edad te quita.

Y en el caso de las señoras mayores, cuanto más grande es el pelo, el bolso, el crucifijo o el culo, más seguridad personal llevan estas señoras encima.

Cada una lleva su uniforme que la proteje de todo. Ya sea el velo y las gafas de culo de botella de unas, o el traje Chanel y perlas de otras. Ambas tienen un porte que exige les dejes el asiento nada más entrar por la puerta.
¡Y pobre de ti si no lo haces!

Recuerdo que hace algunos años en Londres, en el metro, vi una monja joven. No me di cuenta de que era monja hasta que empezó frenéticamente a bajarse la falda porque se le había subido por encima de la rodilla. Cuando la vi, me percaté de que la combinación llevaba un resorte. No habiendo visto eso en mi vida, lo primero que me vino a la cabeza era que tenía a una chica llena de remilgos y seguramente virgen en la vida. No me di cuenta de que era una monja. Meses más tarde, en un autobús, vi a dos chicas con el mismo tipo de combinación. Entonces caí. Eran monjas. Me asombré, se ven pocas en las islas británicas. No en Irlanda...claro.

Pero mientras que en Inglaterra se ven pocas monjas, en España se ven muchas más. Y me pregunto...¿ qué hacen estas personas en la sociedad moderna ? ¿No son un ancronismo social ya?

Y luego me doy cuenta de que mi vida está poblada de anacronismos. Sociales, artísticos, musicales, cinemáticos &c.

Me gusta tener cosas viejas por la casa. Me gusta como juegan, por ejemplo, un Vogue de marzo 1960 junto a una mesa de Ikea circa 2006. Mezclar lo antiguo con lo nuevo crea ese eclecticismo que, las monjas en España, ayudan a crear. Supongo que igual que las geishas en Japón. Un eco del pasado que ayuda a resaltar mejor el presente.

Aparte de la labor social de estas señoras mojas ( que creo se desempeña sobre todo en el tercer mundo porque en España no creo que den golpe más allá de sus conventos donde, todos sabemos, viven bastante bien y privadas de nada ) creo que su presencia en las calles y transportes de Madrid, ayudan a resaltar como las cosas en este país han mejorado desde que esa institución ha perdido un poco de su influencia y poder.

Un poco....pero eso es tema de otro día. De momento me conformo con que vayan por la calle sin incordiar demasiado. Y lo mismo digo de las señoras con peinados a prueba de vientos que, a su manera, y con una labor social no muy definida y que tampoco dan golpe más allá de sus hogares y clubes sociales, también ayudan a resaltar la realidad española que se ve en las calles y transportes de Madrid. De todo hay en la viña del señor dicen. ¿Será verdad?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No creo ser un anacronismo social, y no creo que se diera cuenta que soy monja a no ser que mi medalla me delatase aunque suelen decirme que dónde me lo he comprado porque les mola. Soy joven eso sí pero no llevo de esas combinaciones que dice, no uso gafas culo vaso y suelo ir con coleta o el pelo suelto. Nada de ir quitando el asiento a los demás ni de ir incordiando por ahí. Soy joven, normal y la moralidad... bueno tampoco soy excesivamente moral para mí la felicidad de la persona está por encima de todas las leyes del mundo como lo estaba para Jesús, sí ese el de Nazaret.
Escribe muy bien, le felicito, me ha gustado el post salvo por las cosas que no estoy de acuerdo. Quizá deba conocer a monjas del siglo XXi, hablar con ellas y ver que somos gente normal, sabemos hablar de todo y sin llevarnos la mano a la cabeza.

AOG dijo...

Señora monja: ante todo, gracias por molestarse en escribir, y sobre todo, por tener el suficiente criterio para leer y entender lo que escribo, y no lo que parece que escribo.

El problema de hablar de algún grupo social es que se tiende a generalizar (cómo yo he hecho) por tratar de hacer ver un punto de vista. Pero el lector siempre es individual, y si se ve reflejado entre la multitud, es obvio que se defenderá a su manera.

Usted me habla de su experiencia personal igual que yo escribí desde mi perspectiva personal. Al fin y al cabo, la única que nos vale de algo al ser propia e intransferible.

Y sería un ser ignorante si criticara a todas las monjas del mundo. No lo hice. No lo haré. Pero sí sigo pensando que la institución monástica es (a mi ver) algo anacrónico. Además de complicado.

Cómo pequeño ejemplo le diré que nuncá entenderé por qué la iglesia se ceba tanto con la sexualidad humana como lo hace. Tanto en el hombre como en la mujer. En el caso cristiano, no creo que Cristo dijera específicamente nada al respecto. Pero de esto escribiré un poco más adelante.

Desde mi punto de vista, me cuesta mucho comprender cómo un acto físico es incompatible con una vocacíon religiosa (algo que tampoco entiendo, pero que sé existe). Nunca entenderé el acto de casarse con el Señor, por ejemplo. Un acto que prohibe cualquier tipo de actividad sexual a la persona que lo hace. De ahí que me cuesta creer que sólo si se es casta (o lo que se supone que significa casarse con un ente incorpóreo) se pueden llevar a cabo las obras que las monjas llevan a cabo. Ser buena persona no es ningún monopólio de la iglesia. Cualquiera puede ser bueno. Y malo. La fe, ahí, no pinta nada. Desde mi punto de vista.

Si algún día llego a conocer a Jesús de Nazaret (que por cierto no se llamaba así- otro punto en contra de la fe cristiana: ese afán de controlar la información, aunque sea mentira) dudo mucho que me diga que tiene 897 millones de esposas, todas ellas monjas.

Supongo que él habrá sido un hombre de su tiempo y con su tiempo habrá sido consecuente. Pero de lo que él dijo e hizo, a lo que nos dicen que dijo e hizo....hay un abismo. ¿No le parece?

Pero no quiero entrar en un debate de este tipo, ni mucho menos quiero insultar su fe.

De nuevo le agradezco el que haya leído lo que escribí, y también le agradezco el que sea usted un poco distinta a las demás monjas como me cuenta.

Distinto no significa algo malo. Solo algo distinto. Muchas veces significa algo único.

Le deseo lo mejor y le mando un saludo.