jueves, 6 de mayo de 2010

Belleza en el Golfo de México

AOG, Madrid

Cuando era joven viví cerca del Golfo de México unos años.  Recuerdo ir con mi familia a las playas de Galveston, en la costa. 

Era curioso el paraje. Desolado. 

Con unas arenas blancas y suaves. El agua, sin embargo, era otra cosa. Uno entraba en el mar y salía con unas manchitas en la ropa y el cuerpo. Era chapopote. Crudo. Petróleo.


Las aguas del Golfo no viven como cristalinas en mi memoria, aunque no por eso son menos románticas.

Estos días, el cuerpo acuático está mucho en las noticias. La plataforma de BP que explotó, y sus consecuencias, provocando un desastre ecológico en la zona, salen día tras día en las noticias.

Hoy, por casualidad, encontré una serie de fotos en el Los Angeles Times.

Me pareció curioso la belleza de algunas de ellas. Curioso pero bienvenido. 

En cierta manera, como solo el arte puede,  mitigan la catástrofe ecológica, que no deja de ser apocalíptica cuando menos.   

Es irónico que de un desastre pueda surgir algo bello, pero así es.

¿No es bella esta  extraña imagen? No es que lo que ocurre sea bello, es solo que el fotógrafo busco lo bello dentro de lo abominable.

Aún a pesar de la pérdida de vidas humanas, que de esto en Europa se habla poco -aunque para las familias implicadas es, probablemente, el único desastre que les importa-, es difícil no sentirse pequeño ante el espectáculo, por escabroso que sea. 

Esta foto me recuerda a esa juventud en Jamaica Beach, con el Golfo y sus plataformas en el horizonte.

 Es curioso como el hombre aprende a vivir con todo esto a su alrededor y como esto llega a formar parte del paisaje, por dañino que sea. 

Yo, la verdad, entiendo que nuestra sociedad vive del petroleo. 

Aún recuerdo que en México me enseñaron que petroleo había hasta en los helados. 

Una locura, ¿no? 

Pero no puedo actuar como si estuviese ultrajado por ello. 

Es cierto que lo que está ocurriendo ahora mismo es una tragedia, pero no deja de ser parte de la vida moderna. Como todas las demás tragedias.

 Esta otra imagen, que no es más que veneno en el agua para los seres vivos, me recuerda a un lienzo impresionista, ¿no?  

O a algún cuadro del austriaco  Klimt. 

Normalmente el arte refleja la naturaleza, pero aquí la naturaleza refleja el arte, aunque sea con su propio lenguaje.
 Claro que, si nos ponemos poéticos, toda belleza pretende un precio, y el mar estará así durante mucho tiempo, algo cuya belleza no justifica la pérdida de vida animal, y vegetal, medioambiental,  además de las pérdidas económicas para las personas y empresas que viven de la pesca, el turismo, etc. 

Siempre se lee que de cada desastre alguien se beneficia. 

En este caso, no doy con quien puede ser. Mejor así.





1 comentario:

Antonia Maíllo Zamora (Antoñi) dijo...

Tu post hoy entre otras cosas me ha recordado un encuentro verbal, por no decir discusión, con uno de mis primos José, hace demasiados años, era casi una niña...; el petroleo se come- sostenía el- y yo le acusaba de decir barbaridades... la cuestión era el uso de la palabra; con el petroleo se come, se vive, produce ingresos, produce bien estar...


El ser positivo dentro de una catástrofe, nos lleva a buscar algo bueno de ella, lo cierto es que una catástrofe de ese tipo jamas tiene nada bueno y van demasiadas, el planeta empieza a pasar factura y quedan muchas consecuencias por sufrir...

Gracias por acompañarme en mis horas bajas, me reciclo fácilmente de la adversidad, aunque sea la salud, como en este caso. La salud y su incidencia sobre mi animo...
Feliz Domingo
Besos
Antoñi