domingo, 15 de marzo de 2009

Gran Torino

AOG, Madrid

Hay cosas que a un director se le pueden permitir dentro de lo llamado cine de autor. Se puede permitir que un personaje sea representado por dos actrices en la misma película, como hizo Buñuel con Cet Obscur Objet du Désir con Ángela Molina y Carole Bouquet en el papel de Conchita.

También se pueden permitir los estados incesantes de sueños y flashbacks de la filmografía de Bergman.

Pero hay cosas que cuesta trabajo de adular dentro de la clasificacion "cine de autor". Gran Torino, de Clint Eastwood, es una de ellas.

Se trata de una película en la cual el personaje no hace más que gruñir cada vez que ve un vecino de la etnia Hmong. La gente en la sala se reía.

No me extraña, parecía más un episodio de "Aquí no hay quien viva" que una película seria.

Pero bueno, partiendo de la base que no es una película que yo tacharía de séria, puede uno tragarse los gruñidos y los escupitajos constantes de Walt (así se llama el personaje) que hacen las veces de metáfora masculina.

Entre las cosas que menos me gustaron de la película se encuentra el hecho de que, casi desde el principio sabes de qué va a ir la misma. Es demasiado auto didáctica. No hay sorpresas, y, al final, tampoco hay pathos.

Lo que el director nos muestra es bastante parecido a lo que tú piensas que va a ocurrir. Y ocurre. Y acaba la película.

Entre principio y fin, a veces parece que lo que estamos viendo es la versión post Guerra de Vietnam de un episodio de Heidi, con Pedro y señorita Rottenmeier (en forma de cura católico empeñado en sustraer una confesión de Walt como sea) incluidos. Cuesta tomarse la película en serio, y es una pena porque empieza bien y quieres que la cosa te guste. Pero cuesta.

Se trata de la vida de un veterano de la Guerra de Corea que vive en un barrio de Cleveland, Ohio, venido a menos y de mayoría Hmong.

Él comete un acto de valentía y los vecinos lo elevan a héroe del barrio, algo que él no soporta. Entre toma y toma, se pelea con ellos, con la iglesia, con la versión doméstica de los Latin Kings de Cleveland, se corta el pelo con un barbero cachondo, se pasa de recista (pero con corazón, no lo olvidemos) y se pelea con sus hijos, a quienes no entiende y tampoco se sabe si ama o no. Y viceversa. Claro, nada de esto lleva explicación, es así y punto.

Moralina por aquí, Historia de dos ciudades por alla... en fin, después de Million Dollar Baby y el binomio Flags of our fathers/ Letters from Iwo Jima esperaba algo mejor.

Creo que lo que más me gustó fue la canción del final cuando la canta Jamie cullum, porque cuando la empieza a cantar Eastwood no pude contener la risa.



Hay cantantes que actuan y actores que cantan. Y también hay cantantes que no saben actuar y actores que no saben cantar. Sé que Eastwood sabe hacer cosas mejores.








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