martes, 19 de octubre de 2010

Una señal

AOG, Madrid

Creo que todo el estudio me está haciendo místico últimamente. Ya más de lo que soy, quiero decir. 

Además de mis supersticiones, que son muchas y personales -quiero decir, comparto algunas con la humanidad, y otras me las he inventado yo-, como por ejemplo el dejar la tapa del baño bajada para que no se vaya el dinero (lo sé, lo sé, Feng Shui barato y desfasado pero en cuanto lo leí tuvo todo el sentido del mundo), o el pedir por los amigos que aún no he conocido (locura total, pero se me ocurrió de pequeño y sigue conmigo la costumbre), hoy buscaba una señal.

Quizá la señal la tuve antes de pedirla, pero 1) no la sé interpretar, con lo cual está descalificada como señal, y 2), al haberse producido a priori, no cuenta, ya que el evento en cuestión propició la búsqueda de la misma.

Y, de momento, no ha habido señal ninguna. Me imagino que me iré a dormir sin haber experimentado la "señal" que buscaba. 


Pero también es cierto que, a veces, (y cuando digo cierto, quiero decir que al menos así lo creo yo) las cosas pasan bajo el horario de otras dimensiones, y no el tuyo.

Quiero decir, cuando era pequeño, pensaba que tenía que pasar un tiempo desde que yo rezaba hasta que la deidad pertinente escuchaba mis rezos. Luego habría un periodo de discusión o reflexión (las deidades, obviamente, no conceden las cosas así como así, se lo tienen que pensar) y después, si conceden la plegaria en cuestión, tendría que pasar otro tanto hasta que se cumpliese. A su manera claro. 

No olvidemos que el Oráculo te explica sus enseñazas a su manera, y tú te enteras a al tuya (¡qué razón tenía Barthes cuando hablaba de la muerte del autor!).

En mi cabeza infantil casaba así el ver documentales de tecnología espacial y las teorías de los años luz con la religión. 

Si existía un Dios, esté donde esté, desde que le rezas hasta que se entera, era lógico que pasara un tiempo.

Como las llamadas de larga distancia. Marcas, y te esperas un poquito hasta que te contestan. Pues igual. Al menos eso creía de pequeño.  Hoy directamente creo que el teléfono al otro lado no existió nunca. 

Por lo tanto, la señal que pedí hoy, que por cierto es la primera vez que pido una ya que todas las demás las he ido interpretando bien que mal sin que yo pidiese nada, quizá tarde en manifestarse.
Tampoco exigí que fuera de alguna manera, o que tomase alguna forma.

Supongo que las "señales" las reconoces porque inmediatamente sabes lo que tienes enfrente. Por eso son señales. Porque en el momento menos esperado, ¡zas! algo ocurre que te hace recapacitar y meditar. Y confirma, desmiente, o incluso inspira un nuevo rumbo. O uno antiguo. O ninguno.

Por eso, esta noche duermo esperando una señal que, creo, vendrá a su tiempo. A su manera. Siguiendo sus pautas.

¿Y cómo sé que hoy no ha habido ninguna?

Bueno, encontrar un sitio decente en la biblioteca del Círculo no es señal. 

El que te repita toda la tarde la sopa Ramen de cerdo picante que comiste a las 16:00, tampoco.

 Nada de nada. No ha pasado nada.
Como buen periodista, seguiré informando.

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