miércoles, 7 de marzo de 2007

Baudrillard fallece -

AOG, Madrid

Hace 10 años, mientras estudiaba en Londres, Baudrillard entró en mi decálogo filosófico personal de la mano de la clase de "Modernismo & Postmodernismo". El primer libro que leí suyo se titula América, escrito en 1986. Es de los pocos libros que he leído más de una vez.

Es de los pocos libros que me costó mucho entender. Muchísimo.
Acostumbrado como uno está a leer frases enteras y de su conjunto sacar un significado, o un entendimiento, Baudrillard me forzó a leer palabra por palabra lo que escribía pues en cada palabra había una pequeña mina de conocimiento.

Era, es, y supongo que será, imposible leer a Baudrillard de golpe; hay que hacerlo minuciosamente. Desde 1997, no he encontrado a nadie que le supere en su entendimiento de la vida moderna. Me queda toda la vida para acabar de entenderle, y supongo que nunca acabaré de aprender de él.


Hoy, leo con sorpresa, que ha muerto con 77 años en Francia.

"El simulacro no es lo que oculta la verdad.
Es la verdad la que oculta que no hay verdad.
El simulacro es verdadero"

Jean Baudrillard

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no he leído América, seguro lo haré ahora. Hay dos precisiones muy claras que comparto de tu descripción sobre la escritura de Baudrillard, están relacionadas muy estrechamente una con otra: Su capacidad de aprehensión del espíritu de la vida moderna es tal, su conocimiento es tan puntutal y su reflexión tan profunda, que cada palabra nos exige que superemos nuestras estructuras clásicas de lectura. Este hecho me lleva a asociar sus textos a la imagen de metros y metros de telas preciosas, que te maravillan no sólo por su extensión y belleza, o por sus cromatismos y diseños que aprecias de una mirada primera y de conjunto, sino porque sientes la necesidad de acercarla a tus ojos, y entonces descubres cada punto del bordado y luego cómo se imbrincan unos con otros, y cómo el todo se conforma de finas y pequeñas partes maravillosas cada una trabajada con minuciosidad, y que luego se unen y se unen y se unen unas con otras. El texto tiene tanto en ebullición que parece un ser vivo, y la lectura y la asimilación de sus contenidos se pueden convertir en una experiencia explosiva en el lector.

AOG dijo...

Creo que jamás hubiera descrito a Baudrillard como lo haces tú. Me encanta como lo has hecho con la imagen de las telas. Gracias por dejar tus ideas en mi blog. :)