AOG, Madrid
Veo como poco a poco la economía de España se desploma sin que nadie haga nada. Eso es lo que más miedo me da, el que nadie haga nada. Y que lleven meses sin hacer nada. Y lo que queda.
Este dato es de El País:
"España 2012. Más de 5,6 millones de empleos y decenas de miles de techos
arrasados por el huracán de la crisis. Más de 300.000 ejecuciones
hipotecarias iniciadas en los últimos cinco años, muchas de las cuales
han derivado en desahucios —más de 100.000— a los que se suman los
motivados por el impago de alquiler".
Más allá de reprochar a estas alturas al Gobierno de Rajoy, o al de Zapatero, o al de nadie, que por qué estamos como estamos, ahora me preocupa sobre todo el por qué estamos empeorando.
Hemos perdido poder adquisitivo. La mayor caída en 27 años. Hay muchas familias a punto de caer en la pobreza.
¿Por qué nadie en el Gobierno hace nada?
Veo con horror y con espanto que la clase política española sigue cobrando como si nada sus pensiones vitalicias, sus dietas y demás privilegios, mientras suben el IVA, rebajan las prestaciones sociales, recortan salarios y pensiones a diestra y siniestra, y me asusta que ellos actúen como si no pasara nada. Como si esto fuera de lo más normal.
Hablando con algún entendido del tema, me suelen soltar que bueno, que esos privilegios de la clase política verdaderamente son sólo el chocolate del loro.
No lo dudo pero francamente no creo que estemos ni para loros ni para chocolates.
A la vez, veo que a las puertas del Carrefour hay personas que se acercan a buscar de comer. Y hay de todo. Tanto vagabundos como personas que, al menos desde la distancia en que les veo, parecen de todo menos pobres.
Quizá ese es el problema, que en España, país de la eterna apariencia, país en la que ésta siempre ha de guardarse, las apariencias engañan.
Y creo que engañan todas ellas, y quizá por eso nosotros estamos acostumbrados a que nos vendan gato por liebre, y no nos quejamos.
Y sí, hay algunos que se quejan, pero ¿y qué con eso?
¿De qué ha servido el movimiento indignados de momento?
Sí, sus triunfos, ahí donde los ha habido, son necesarios pero, por la razón que sea, no han transcendido.
¿De qué sirve el ocupar el Congreso de los Diputados? De nada.
¿De qué serviría el expulsar a los gobernantes del poder en una supuesta Fronde a la española? ¿Quién los reemplazaría?
Conjeturas aparte, y volviendo al tema, hoy en día, lo que más me preocupa es que no veo por ninguna parte la manera en que el Gobierno está haciendo algo para que la economía crezca.
No veo medidas para, no ya ayudar económicamente, sino para sacar a cinco millones y medio de parados del desempleo.
¿Ha pensado alguien en Moncloa la manera de acabar con este gran problema?
Diría que no, y a las pruebas me remito. Ahí siguen las familias, con sus economías maltrechas y sus esperanzas destrozadas.
Y mientras que la economía española se desmorona cada día un poco más, el Gobierno se preocupa por mantenerse en el poder.
Por ganar las elecciones en Galicia (claudiquemos), en el País Vasco (riámonos), en Cataluña (apaguemos y vayámonos).
Por mandar al señor Rajoy a la ONU para hablar de Gibraltar –y él cree que tiene tan pocos problemas, y que estos están tan solucionados, que lo mejor que se le ocurre es pasearse por Nueva York fumando un puro–; por tantas cosas inútiles para la gente que lo está pasando mal que me pregunto: ¿exactamente qué cree este Gobierno que son sus deberes y responsabilidades para con los ciudadanos y el electorado?
Mientras que el señor Wert, ministro de Cultura , lanza puyas pseudo-franquistas a diestra y siniestra, caldeando cada vez más los ánimos, y mientras que en Cataluña se rasgan las vestiduras con el tema independentismo, veo que la gente sigue pidiendo comida a la salida de los grandes almacenes cuando estos cierran.
Veo que España ha perdido 1 millón de habitantes porque la gente se está volviendo a sus países de origen (¿cómo es posible que el Gobierno no sepa lo negativo que es esto?).
Observo con pavor como el tema de conversación del señor Rajoy es un eterno vaivén con el supuesto rescato-préstamo-panacea de la economía española por parte de la Unión Europea, mientras que los medios Europeos no hacen más que preguntarse que a qué espera España para que la rescaten.
Parecemos tontos. Es obvio.
No tiene sentido ya insultar a nadie, ni calificar de nada a nadie, ya que eso no resuelve el problema.
No sé de qué le sirve a una pobre mujer que tiene que dar de comer a sus hijos el escuchar que el señor Rajoy no está a la altura de las circunstancias.
No sé como ayuda a una familia, donde todos viven de la pensión del abuelo o la abuela de turno, la eterna cantinela del PP de que la culpa es del PSOE, que esto lo heredaron ellos.
Únicamente me percato a diario de que de esta situación, nadie en el Gobierno de España sabe como salir.
Puedo entender que el señor Rajoy no se sienta capacitado para sacar a España del agujero.
No le puedo recriminar que no sepa hacerlo. Al fin y al cabo lo suyo es ser registrador de la propiedad y católico devuelvecódigos robados.
Pero sí le puedo pedir que me explique cómo justifica su presencia día tras días en la Moncloa cuando a todas luces él no sabe qué hacer para sacar a cinco millones y medio de las listas del paro. Y es que no hay otro tema ahora mismo. Es ya un tema de humanidad. En Grecia hoy aprobaron una ley por la que se permite la venta de artículos comestibles ya pasados de la fecha de caducidad.
Estamos en el siglo XXI, ¿no es esto un escándalo? No, no le puedo echar la culpa de esto a quien no la tiene, es decir, el PP. Pero mucho me temo que España va por el mismo camino.
Lo siento señores gobernantes pero es que ni siquiera el tema catalán es tan importante como el bienestar de los parados ahora mismo.
Es un problema de hondo calado social. Es una situación de ansiedad diaria, de hambre y frío. Donde la dignidad humana se pierde poco a poco mientras que los dirigentes miran al electorado con desdén y se despreocupan del tema.
Y si el señor Rajoy no sabe qué hacer para hacer que la economía de España crezca, y sus consejeros tampoco, sí que puedo pedirles que se apeen del carro y dejen a otros hacer lo que ellos mismos no son capaces de lograr.
Sin acritud. Sin ideología ninguna. Sin vergüenza ni insultos. Sin crisis de Gobierno.
Y no, hacer recortes y reducir el déficit no hace que la economía crezca ni que los parados tengan trabajo mañana.
Simplemente, si usted no sabe como hacer algo, quítese de en medio para que aquel, o aquellos, que sí lo sepan, puedan obrar.
¿Es mucho pedir?
Por mi parte, me limito a copiar unas líneas de Benedetti:
"Todo este terremoto nos ha dejado rengos, incompletos, parcialmente vacíos, insomnes. Nunca vamos a ser los de antes. Mejores o peores, cada uno lo sabrá."
Mi gran duda es si la tierra ha dejado de moverse, o si es que aún ni siquiera ha empezado a temblar.
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