lunes, 15 de octubre de 2012

Ranas

AOG, Madrid

Cuando era pequeño, como todos los niños pequeños, participé con mis congéneres de la información disponible a nuestro grupo y a nuestra edad, con todo lo que esto conlleva.

Con el tiempo, como muchos, fui descartando la mayoría por imposibles (reyes magos, ratones Pérez etc.), otras por fantasiosas (súper héroes, fantasmas etc.) y otras simplemente por ignorantes (si comes mucho chocolate te saldrán lombrices).

Sin embargo, aún hoy contemplo algunas cosas que escuché en mi infancia como pequeños ejemplos de sabiduría, o de crueldad, colectiva, cuyo uso aún no percibo y, francamente, mejor que así sea.

Recuerdo claramente la época durante la cual mis amigos y compañeros de clase estaban investigando la crueldad a los animales. Digo investigar ya que lo que ellos hacían era experimentar con aquel famoso “que pasaría si...”.

Sin haberlo comprobado yo mismo, hasta hoy me acompaña el resultado del experimento ‘gato en el microondas’.

Por no hablar del ‘cuete en el culo’ de gatos y perros.

Ojala no lo supiera pero, cosas de la infancia, quizá la crueldad de aquel momento me ha ayudado a ser una persona más humana, menos cruel.

Es obvio que somos una especie cruel, y que nos pasamos toda la vida luchando contra este sentimiento innato en nosotros. La madurez ayuda, y mucho. Espero, porque a veces parece que somos unos niños para muchas cosas.

Me explico.

Recuerdo, algo más mayorcito, una particular lección de bilogía y como ésta se aplicaba a la sociología política: Si quieres hervir una rana, no la eches a una cacuela de agua hirviendo; la rana saltará y se escapará.

Para llegar a hervirla, métela en agua fría y sube la temperatura poco a poco hasta que la rana muera.

Si uno estudia historia, es fácil extrapolar la lección a la política de nuestra especie en un sinnúmero de ejemplos.

Hoy en día, sin ir más lejos, el populismo en ciertos países hispanoamericanos nos hace ver la mejor manera de cómo acabar con una democracia utilizando sus instrumentos. 

Ya ocurrió lo mismo en las urnas alemanas previas al comienzo de la locura que fue el Tercer Reich.

En España, aunque no lo parezca, desde hace unos meses nos tienen metidos en una cazuela de agua fría, que cada día sube un poco más de temperatura. 

Pero no me refiero a la situación política o económica. Ojala fuera solo eso.

Me refiero al sigiloso, y a la vez venenoso, interés por parte del Gobierno en RTVE y en controlar la información, que, en teoría, debería ser libre. 

No contento con ‘enmendar’ la ley del PSOE que hacía del ente público un órgano de comunicación independiente, el PP ha organizado una caza de brujas en la que muchos de los mejores profesionales fueron substituidos por otros más afines a la ideología del partido en el poder. 

Bienvenido siglo XXI, como te pareces en esto al anterior.

Estos cambios, igual de sigilosamente, aunque no por ello menos perversos, se han ido implantando levemente en el telediario de las 9, por ejemplo. 

Ese telediario que se pasa 15 minutos hablando de Artur Mas mientras que en Madrid hay disturbios frente al Congreso de los Diputados.

Un programa que gusta de acompañar noticias referentes al PP con la cancioncilla triunfal del partido y luego repasa a toda velocidad cualquier cosa referente a los demás partidos, más por cumplir que por interés en hacerlo. Sí, eso parece. Lo siento.

O que, mientras nos cuenta lo maravilloso que fue la fiesta del 12 de octubre, "en la que no hubo pitidos como en otros años" a la vez nos informa de que la infanta Elena estaba junto “al líder del principal partido de la oposición”, a secas. Sin más introducción.

Menos mal que hasta Tele5 abrío con los disturbios, y no pasó a hablar del señor Mas y Cataluña hasta más tarde.

Por suerte para nosotros, la España de 2012 no es la misma de 1972. 

Es decir, menos mal que, por lo menos de momento, tenemos otros medios (aunque muchos de ellos se auto posicionen a la derecha, a la derecha de la derecha, o inclusive, a la derecha de la derecha de la derecha) y la prensa es libre a su manera.

O al menos eso me gusta pensar.

Menos mal que hay Internet, y que la gente, sobre todo la gente joven, aunque también los más mayores, están cogiéndole el gustillo a las noticias por Internet.

Sin embargo, no puedo sino reflexionar en el daño que hace a nuestra sociedad que TVE nos venda una normalidad adulterada como trigo limpio. No lo es.

No lo fue cuando la administración del señor Aznar nos vendía cosas como ‘C-C-O-O’ como si fuese una cosa normal. 

Por no hablar del circo que fueron las horas inmediatas a la tragedia de Atocha. Más lo que vino después.

Y por desgracia, y gracias a las urnas, aquello se convirtió en esto. Las razones son muchas, no quiero enumerarlas.


 Pero quizá hay una que se nos escapa y a la que pocos, o nadie, tiene respuesta. 

¿A qué se debe que el PP y la derecha en España sean algo tan anacrónico? 

¿Por qué no hay en España una derecha moderada como la Europea, cuna de la social democracia?

E igualmente pregunto, ¿por qué en España no pedimos un sistema republicano normal y corriente y nos limitamos a pedir una tercera república que, parece ser, sería una fotocopia de la derrocada en 1936? 

Es curioso que nuestro discurso público no habla de tener un sistema republicano, sino que hablamos de mandar al rey a freír espárragos y de instalar aquella república una vez más. 

Es decir, no hay un debate acerca de convertirnos en una república sino en convertirnos en aquella.

¿Es esto ser un país en paz consigo mismo?

No lo sé. No sé si lo somos y si lo estamos.

Y sí veo, por desgracia, que nos envenenan la libertad de expresión desde las altas esferas del Estado con niñerías como las antes citadas. 

Y todo esto me preocupa. No sé qué nos pasa que parecemos incapaces de superarnos a nosotros mismos. 

Diría que me da vergüenza, pero lo que me da, verdaderamente, es pena. 

Por que veo que, de momento, socialmente hablando, más parece que vamos hacia atrás y no hacia delante.

¿Alguien me puede explicar por qué nos tratan como ranas?



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