domingo, 5 de diciembre de 2010

Escrituras

AOG, Madrid

Bueno, mi gran plan de la escritura hoy se topó con su primer domingo. 

Pensé que podría hacer un ejercicio al día, y, con algo de tiempo, pasarlos a limpio y subirlos a un blog que aún no existe pero que pensé podría inugurar.

Pensé que podría ir haciendo algunos ejercicios de antemano para ir subiéndolos según haga falta. Lo digo porque dentro de poco empieza la temporada navideña y escribir uno al día va a ser algo casi imposible. No imposible 100%, pero casi.

Y cuando digo casi, quiero decir que, bueno, la temporada ya está con nosotros.
Hoy fui de paseo con mi pareja por la Gran Vía madrileña. ¿Qué vi? Todas las tiendas con sus músicas a todo volumen, robándose entre sí la atención de los viandantes para que pasen y compren. Pasen y compren. De premio, una tienda bien caliente, no como la calle fría y húmeda. 

Por no hablar de la locura en la que se está convirtiendo la tienda de Doña Manolita, lotera por excelencia. La tienda. La Doña ya no está con nosotros. 

El caso es que la cola es enorme. Inmensa. Bestial.

Todos comprando en un sitio que la superstición popular cree que es afortunado. Que da suerte comprar ahí. Que la suerte les puede acompañar esta Navidad y sacarles de su miserable existencia, cortesía de uno, o varios, millones de euros. 

No me río de eso. A mi también me arreglarían la vida algunos millones de más. Pero es, por desgracia, triste, que, si se compara con el año pasado, cuando la economía estaba un poco mejor que ahora, no había tanta cola y tanta necesidad. Bueno, esto último no lo sé a ciencia cierta. 

La necesidad de cada quien es infinita y no debo ser yo quien la cuestione. 
Aún queda una hora y 15 minutos antes de que acabe el día. Quizá sí consiga escribir algo.

No hay comentarios: