martes, 23 de enero de 2007

Arte y hastío a la carta

AOG, MAdrid

Este fin de semana estuve por Londres, la ciudad a la que siempre estaré atado a pesar de mí mismo. Juan y Mário estaban conmigo. Después de un largo viaje de 9 horas entre Madrid y Londres, cortesía de easyjet, la aduana británica, los retrasos con el equipaje, y finalmente los trenes británicos, llegué a casa sobre las 02:30 AM.

El sábado estuvimos en la National Portrait Gallery disfrutando del Photographic Portrait Prize 2006. Fantástico, aunque podría decirse que había dos temas: los chinos, y la depresión. Fotos de esta temática inundaban la exposición.

Después, por la tarde, visitamos algunas tiendas de Covent Garden y finalmente pasamos por la Photographer's Gallery. Tienen una exhibición titulada "Bound for Glory- America in Color 1939-1943" (Destinado a la gloria: América [entiéndase EE UU] a color 1939-1943) de donde proviene la foto que encabeza este artículo, obra de Jack Delano, de 1941.

Me pareció una exposición preciosa. Es increible lo rural, y pobre, que EE UU era antes de la Segunda Guerra Mundial. Obviamente la gran depresión que empezó en los años 1930 aún hacía estragos entre la población. Nada que ver con el monstruo económico que el país es hoy.

Al salir visité un par de librerías de seguna mano buscando el libro "Scoop" del escritor británico Evelyn Waugh para un compañero de la radio. Después fuimos a cenar con Madame Mère, y más tarde a tomar algo con unos amigos en el Soho.

El domingo pasó sin pena ni gloria hasta que me tocó ir a Gatwick. Al bajarme del taxi que me llevó hasta la estación de Victoria me di cuenta que el bulto que tenía en el bolsillo del pantalón no era la cartera, ¡era el teléfono inalámbrico de casa! El vuelo en si transcurrió sin pena ni gloria... quitando mis compañeros de fila en el avión: un señor más o menos de mi edad y un chico andaluz.

Además de sentarse en mi fila los dos, e incomodarme físicamente a mí y a ellos mismos durante dos horas por no querer separarse, tuve que aguantar los desvarios del chico andaluz mientras que le confesaba a su tio/padrino/consejero espiritual/primo mayor/lo que fuese, que conocía un chico que era gay y que éste tenía mucha pluma y que él no sabía si quería o si debería ser su amigo.

"Pero a mi no me importa que sea guei ni ná ¿sabeh?" El caso es que el chico gay parece que es simpático y no le importa ser amigo del chico andaluz, pero al chico andaluz no le gusta estar a solas con él. ¿Por qué? No llegué a interesarme lo suficiente como para poner tanta atención, ya la temática me cansaba por absurda.

Francamente creo que lo que el chico buscaba era que alguien le dijera que estaba mal hablar con ese chico. Pero al menos su compañero de viaje no le dijo lo que este chico quería escuchar. Le hizo pensar en la situación. O al menos pensar en ella como pensaba él, que es peor.

Creo que le estaba tendiendo una trampa. Me pareció escuchar como que le decía que fuera su amigo hasta cierto punto. Hasta que el otro hiciera algo. No sé el qué exáctamente, aunque me lo imagino. Una amistad con un caveat. ¿Desde cuando se pone a los amigos a prueba a sabiendas de que caeran en ella? ¿Es eso ser amigo? Pobre chico gay, ¡menudo le ha caido encima!

¡Y pobre chico andaluz! Tan jóven y tan lleno de prejuicios negativos contra las personas distintas a él sin saber que él mismo puede ser víctima de una discriminación por el simple hecho de tener el acento que tiene. Me viene a la mente aquello de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio....

Pero la verdadera guinda del viaje ocurrió ayer al coger un taxi desde el aeropuerto de Barajas. Al llegar al portal de mi casa, pagué ( o traté de hacerlo ) al taxista los 26 euros 50 del viaje más el suplemento por venir desde el aeropuerto. Ahí empezó todo.

Primero no tenía cambio de 50 euros. Se enfadó, me empezó a echar la bronca por no tener yo algo más pequeño y muy pronto llegamos a un impasse. Enfiló hacia no sé donde y siguió echando pestes y haciendo comentarios fuera de lugar. Le dije que se los guardara que no me interesaba escucharlos.

Acabamos en la puerta del Café Gijón. Al no bajarme yo porque tenía la maleta en el maletero, él se negó a bajar también. Se puso muy chulo el señor este. Se cabreó y me dijo que como no le pagaba, que iríamos a la comisaría. Me raptó, poco menos, y aparecimos en la comisaría de Atocha. Los agentes presenciaron una escena cuando menos cómica, por no decir patética. Un taxista quejandose de que no le querían pagar, y el idiota del pasajero- id est Yo, con las maletas detrás de él.

-No me quiere pagar
-Eso no es cierto, no tengo la culpa de que usted no tenga cambio de 50
-No tengo por qué llevar cambio de más de 20 euros

Etcétera durante 10 minutos.

Luego quería que le pagara 30 euros.

-¡¡¡El suplemento del aeropuerto!!!
-Ya me lo ha cobrado, el taxímetro marcaba 21 euros 50 al llegar al portal.
-¡No!
-¡Sí!

Etcétera durante 5 minutos.

Los gendarmes alucinando y yo perdiendo los estribos cada vez más.

Los agentes decían que eso se resolvía fácilmente yendo a una cafetería. De nuevo una discusión. Mientras que se quejaba con los agentes, y para acabar con la farsa de una buena vez, me fui a una cafetería para cambiar el billete de 50 euros. Al volver el taxista estaba haciendo cola para hacer una denuncia. Le pagué los 26.50 por no llevarme a mi casa y dejarme tirado en Atocha. Muerto el perro se acabó la rabia.

La policía le obligó a darme un recibo porque el buen señor se negaba a hacerlo. Y después me dijeron que le pusiera una denuncia en Consumo y otra por llevarme hasta la comisaría contra mi voluntad. Dado el cansancio y el grado de hastío en mí, decidí irme a casa andando y no denunciar nada esa noche. No tenía ganas de más taxistas. Los policías me contaban que había muchos que se pasaban de listos, que timaban a los turistas, etc etc.

Y me acosté al final a las mil y monas.

Mot du jour: Desquicio


No hay comentarios: