lunes, 22 de mayo de 2006

La Entrevista al Brujo

Tenía que hacerle una entrevista a alguien, y, al no conocer a personalidad alguna, ni famosos, ni nada, se me ocurrió entrevistar a alguien místico.
Todo empezo bien. Y todo acabo bien. Fue el intermedio lo que me hizo pensar que a lo mejor algo, o alguien, me estaba tratando de decir algo.
Di con Don Ricardo sin ningún problema. Él accedió a ser entrevistado sin más, y quedamos el domingo en Atocha. El llevaría un sobre azul.
Y así fue.
Don Ricardo estaba ahí; nos dimos la mano y caminamos hacia el mini-amazonas que la estación de Atocha tiene en su interior. Menos mal que tengo el pelo corto que si no... la humedad del sitio era digna de cualquier parcela amazónica, aunque sin bichos, tarantulas o anacondas. No digo pirañas porque no había rio que si no...
Bueno, empecé la entrevista sin más. Yo preguntaba y él respondía. A los 15 minutos, la grabadora se quedó sin pilas.
Yo seguí y no tuve más remedio que escribir más rapido.
Al minuto 45 ( o por ahí) el bolígrafo negro se quedó sin tinta. Cambié de bolígrafo.
Don Ricardo seguía hablando de sus visiones, sus expediciones amazónicas cuando encontró una ciudad inca perdida, ( y perdida se va a quedar pues este señor, a menos que le aseguren gloria eterna por haberla descubierto, no le dirá a nadie donde está), sus roces con la alta ( y mala y cruel) sociedad limeña, los dones heredados de su hija y demás temas.
Yo escribía y preguntaba. Cada 10 minutos tenía que cambiar la pierna de posición, por cierto, pues se me dormía. Primero la derecha, luego la izquierda. Y asi toda la entrevista, preguntando, respondiendo, cambiando de pierna, mirando al reloj, etc etc.
Por no variar, el segundo plumier se quedó sin tinta al poco rato y tuve que ver si esculpía la información en el papel o que hacía. Don Ricardo no se inmutaba. Cada pregunta me daba cinco minutos de respuesta. ¿Qué hacer? No quería romper el hilo del momento e irme a comprar uno nuevo.
Encontré un lápiz que se quedó sin punta en un suspiro, pero yo seguí.
Al final, todo terminó con servidor teniendo que memorizar los últimos 15 minutos de conversación y mi pregunta favorita: ¿qué no le he preguntado que usted cree que le debería haber preguntado?
Respuesta: no me has preguntado por mis historias con los fantasmas.
Le pregunté. Me lo contó.
La entrevista acabó.
¿Sería que alguien me decía...no sé...."no le hagas entrevistas a bruuujosss"?
Luego redactar la entrevista no fue tan dificil. Tenía material de sobra. El problema era editar. Pero eso lo dejaré para otro día.

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