Hace quizá un año, quizá un poco menos, volvía andando a casa del trabajo por la noche, ensimismado con mis pensamientos.
Tras cruzar la plaza de Colón, cuando todavía la estatua estaba en un lateral de un parque/plaza tan extraño como incoherente de cara a la Castellana en su esquina, me decidí por visitar el Vips de la calle Génova.
No era la primera vez, ni tampoco la última. Era, simplemente, una vez más.
Entré sobre la medianoche, aunque bien podrían ser las 23:20, y me fui derechito a los libros, como suelo hacer siempre.
Como he hecho esta noche al salir de clase de francés.
Entre los muchos títulos que siempre hojeo y nunca compro, me saltó a la vista por enésima vez el libro 'El mundo amarillo', de Albert Espinosa.
No era un libro muy grande, ni con muchas hojas. El autor no me sonaba de nada, y mucho menos el libro.
Sin embargo, algo hizo que lo abriese, y leyera de manera trasversal algunas líneas -no puedo decir que una página entera-.
Y fue al cabo de un rato (aunque un rato define un buen espacio de tiempo, y esto fue un ratito, pero tampoco, ya que fue aún menos que eso, pero más que un segundo) que vi una idea de las que él propone que me hizo interesarme por la lectura un poco más.
Era el tercer punto de su filosofía:
"Espera treinta minutos. Es cuando aparecen las energías que te permitirán solucionar el problema."
El libro en sí trata sobre el cáncer. Y el autor habla de lo que ha aprendido del mismo.
Esta idea de los 30 minutos se me quedó por dentro desde aquel día y la he utilizado en más de una ocasión desde entonces.
No quise comprar el libro, y lo dejé en la repisa.
Los siguientes meses visité varias veces ese Vips, y ese libro, siempre leyendo la misma idea. Pero no lo compraba.
¿La excusa?
Bueno, que tengo ya muchísimos libros en casa que aún están por ser terminados, y añadir uno más, así, sin razón específica, pues no tiene caso.
Y un día, un buen día, un día en Navidades 2010, el libro desapareció de la repisa. Del Vips, y de mi vida inmediata.
Con las ventas de la temporada, y la necesidad de hacer sitio a los bestseller de toda la vida de siempre, supongo que este librito sobraba.
Habrán vendido la última copia y Santas Pascuas.
Pero su memoria quedó conmigo. Basta que el libro desaparezca para que justamente quiera comprarlo. Y no estaba por ninguna parte.
El problema se complica cuando confieso que no me acordaba del título, únicamente de la forma y color del mismo: amarillo y pequeño, casi de bolsillo.
Hoy, como dije, acudí a clase de francés, y al salir, me acerqué al Vips de Gran Vía, por si acaso. No vi el libro.
Vi otro libro, titulado algo así como "Como hacerlo todo; 2" o algo por el estilo (es obvio que los títulos no son lo mío).
Lo abrí y leí algo muy curioso. "Como escoger el nombre de tu hijo a lo egipcio".
El consejo/instrucción en cuestión te pide que escribas unos cinco nombres en un pedazo de papel. Y que enciendas una vela a cada nombre.
La primera vela en extinguirse señala el nombre que se ha escogido. Me pareció algo muy curioso y digno de no olvidar.
También vi un libro en inglés de Banana Yoshimoto, pero no lo compré.
Me pareció caro y, bueno, ya tengo muchos libros en casa blah blah blah...
Me acerqué a ver si veía el libro Amarillo, pero no estaba. Lo positivo era que, al menos, me acordaba de parte del título. No sé como pero me vino a la cabeza lo del amarillo.
Una hora más tarde -y con un poco de pánico ante la posibilidad de haber perdido el libro para siempre-, en casa, me pasé unos 30 minutos haciendo cábalas y fórmulas hasta que di con el nombre del libro en cuestión.
Lo hay en La Casa del Libro de Gran Vía.
Por fin.
PS: (Claro, ahora que lo tengo localizado, queda por ver si lo compro algún día o no...)
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