miércoles, 9 de diciembre de 2009

Paga, llama, destripa y calla

AOG, Madrid

Toda empresa se constituye para ganar dinero. Espero que todos los que vivamos en un país capitalista (creo que todos, los chinos y los norcoreanos y hasta los cubanos, vivimos en uno de estos - o al menos en uno que lo es aunque sea a pesar suyo-) tengamos esto claro.

En España, capitalista pero a su manera, desde hace tiempo las cadenas de televisión decidieron esconder su naturaleza como empresa, y nos empezaron a vender basura a precio de oro.

Sin ir más lejos, en España, a partir de cierta hora, ponen programas interminables en los cuales una aspirante a famosa con mucho escote, mucho pelo, y mucho todo menos intelecto, salta, brinca, grita y rabia para que llames, trates de descifrar un acertijo, o adivinanza, o estupidez por el estilo, con el engaño de que te llevarás un gran premio monetario. También lo hacen los varones.

"¡¡¡Llama y gana!!!" nos exigen durante horas y horas, programa tras programa, canal tras canal, prometiendonos riquezas con sólo llamar por teléfono.

Este género tiene dos curiosidades, la primera, que no gana nunca nadie. Y dos, que la gente llama a pesar de esto.

Bien es cierto que cada quien es libre de hacer de su vida un tambor y buscar quien se lo toque, pero no deja de asombrarme el como la gente se aprovecha del bajo nivel cultural de mis compatriotas.

¿No se dan cuenta de que esto es un engaño como la copa de un pino?

Parece ser que no, y aquí abajo un buen ejemplo.



No ayuda el que las cadenas mismas atisben a la gente durante todo el día con programas diseñados para encandilar las pasiones, y dejar al intelecto dormido, por no decir en coma.

Prensa rosa

En lo llamado, 'programas del corazón', tenemos hora tras hora de personas llamadas periodistas (que quizá lo sean, pero en ese momento ejercen de porteras, con perdón de las porteras de verdad) y de un sinnúmero de colaboradores (sacados de las mejores cloacas del país) que se dedican a descuartizar incesantemente las vidas de personajes y personajillos de la farándula española como si algo de eso de verdad tuviera trascendencia.

"¡Porque tú le dijiste a fulano que no ibas a ir con mengano, y eso es una mentira, porque tenemos las fotos!". Cielos, ¡las fotos!.

Decir que es una vergüenza es decir poco. Entiendo que en España haya personas que, dado su nivel cultural, crean que ver ese tipo de programas es divertido.

Y no puedo atreverme a criticar a las personas que así lo crean, porque ya lo dicen los ingleses, "Lo que para mi es veneno para ti es medicina".

Pero lo que me molesta es la excusa barata de algunos apologistas del género que se escudan en el ya muy trillado "es lo que la gente pide". No es verdad.

Lo que es verdad es que sí es a lo que la gente se ha acostumbrado, pero no lo que la gente pide.

Aún así, no abogo por que se prohiban estos programas.

Repito que para algunas personas pueden ser su única fuente de entretenimiento, como para otras lo puede ser el fútbol retransmitido o una misa dominical.

Y aunque a mi no me guste, con un simple cambio de canal dejo de verlo y asunto acabado.

Sin embargo, el cambio de canal no significa que este programa no tenga un gemelo en otra cadena.

Por desgracia, todo lo malo se pega.

Y en España, todas las cadenas tienen algún tipo de programas de lo denominado "prensa rosa".

Por si alguno no sabe a lo que me refiero, les dirigo a esta página, y esta, y esta. No son las únicas, hay muchas más.

Y bien, puedo vivir con ello, no alcanzo tamaño nivel de intolerancia. Mi queja no es que existan estos programas, en los cuales a la audiencia se le pide constantemente que llame y participe, por un "módico" precio por minuto, sino que no se moleste nadie en que haya otro tipo de programas.

Realities a babor y estribor

Bien es cierto que en España, y en el mundo, la ola de los "realities" nos inundó hace tiempo. Pero no sé por qué en este país se hacen los peores.

No tanto por el contenido, que puede gustar más o menos, sino por la necesidad de desangrar al espectador con anuncios y promociones diseñadas para que a los emisores les llueva el dinero a costa de la audiencia.

¿Es esto justo? ¿Es coherente con alguna idea de civilizacion avanzada?

Lo dudo.

Siempre mi queja es la falta de alternativas, la flojera por parte de la empresa de gastarse el dinero y producir programación de calidad. La falta de conciencia social. De imaginación. La idea de que está bien producir programación de calidad cuestionable como si nada.

Y sí, es cierto que las televisiones no tienen por qué educar a las masas. Pero es igual de cierto que lo hacen, y que lo vienen haciendo desde hace décadas.

Quizá bien, quizá mal, pero lo hacen. Y es absurdo pensar que la televisión se puede abstener de esta realidad a conciencia. No pueden. Ni tampoco deben.

También es difícil exigirle a un negocio, cuyo principal interés es ganar dinero, que tenga conciencia social. Pero su naturaleza se lo exige.

A través de la mal llamada caja tonta (de tonta no tiene un pelo), sociedades enteras digieren la realidad que les rodea, que les oprime, que les informa y aculturiza o embrutece. Sobre todo lo segundo.

Y es que, con perdón de Marshall Mcluhan, el problema no es el medio.

Es el contenido.

Esa pequeña pantalla tiene la necesidad de emitir con responsabilidad. Hace falta más cultura. Aunque cueste dinero.

Y no, no pido que sea todo ópera y conciertos desde Viena. La cultura es mucho más que eso. La cultura es, inclusive, los programas de la prensa rosa. Cierto. Pero no es sólo eso.

Es más.

Es deporte. Es documentales. Noticieros. Festivales. Concursos. Baile. Tómbolas. Cortos. Música. Humor. Cine. Imagen. En fin. Todo. Lo es todo. ¡Hasta publicidad!

Pero las cadena se abstienen motu propio de aceptar esto. Y se decantan por lo más barato. Lo que acaba siendo más zafio.

Es mucho más barato pagar un plató, el sueldo de un presentador, el de unos colaboradores, y el de unos técnicos y cámaras (más el catering del público presente que rie las gracias sin gracia del show), que pagar a un equipo creativo para que te produzcan una serie, o un documental. O cualquier otro tipo de programa del cual se pueden sacar créditos culturales. La gente se queja, o se quejaba, de las series de EEUU. Lo que en el mundo hispano llamamos la "Americanada". Pero EEUU siempre ha sido líder en materia televisiva. Y hoy más que nunca. No nos engañemos, las series del gigante Norteamericano triunfan. Y lo hacen porque ellos tienen acceso a un presupuesto que presupone calidad. Porque en EEUU calidad presupone dinero, publicidad y audiencia. Es obvio que en ese país, la calidad cultural no está reñida con el marketing.

Es una pena que en España no sea así. Sobre todo porque no veo que esté cambiando. Más bien al revés. Veo que en España la televisión va de mal en peor.

Y dejo para otro día la avalancha publicitaria que tenemos que comernos día a día. Más que vergonzoso es perverso.

Y como siempre, ¿a quien le pedimos cuentas?

4 comentarios:

Gato Pardowski dijo...

..."Antes iban de profetas, y ahora el éxito es su meta; mercaderes traficantes, más que nausea dan trizteza. No rozaron ni un instante...la belleza"
Luis Eduardo Aute.

AOG dijo...

Gracias GatoPardo. Curiosamente no sé si Aute se refiere a religiosos o a faranduleros.

Mondragón de Malatesta dijo...

"Empresas de comunicación" bien dicho. Lamentablemente esto ocurre en todo el mundo, lo que vende es la basura que en nuestro ojos entra. Será difícil podar la hojarasca que rodea lo bueno... Si Edipo estaría vivo, se volvería a quitar los ojos. Pienso yo.

AOG dijo...

Muy cierto Mondragón, pero lo haría en vivo, en directo y a todo color en algún programilla de estos, previo paso por caja para cobrar. Y los espectadores, encantandos de verlo.