jueves, 7 de junio de 2007

San Jorge el demócrata


AOG, Madrid

Hace dos días la banda terrorista ETA lanzó un comunicado en el cual anunciaba que la tregua declarada por ellos el 22 de marzo de 2006, la daban por terminada. La prensa, los medios, en general todo el mundo, no paraba de hablar de ello.

Personalmente, aún estoy viviendo un pequeño estado de shock personal. Ingenuamente pensé que lo que escuché el año pasado se cumpliría. Que, de alguna manera, a pesar de los pesares, vendría la paz a España. Pero no. Me equivoqué como lo hicimos miles, ¿millones? de españoles. Y pensé que, de nuevo, vuelven el miedo y la desesperanza. La angustia y la ansiedad.

Así las cosas, ayer, en la radio, escuché algo que me pareció una especie de himno a la esperanza y a la cordura.

En la SER, Luis del Val empezaba uno de sus escritos de esta manera con respecto a los eventos del día: "De nuevo, el dragón exige más doncellas". Me quedé de piedra. La conjunción de poesía y realismo me pareció exquisita. Inigualable.

De repente, yo en la novena planta del edificio de Gran Vía, me enfrenté con el espíritu humano versión invencible. Con el que puede con todo lo que le echen, sea lo que sea.

Me pareció una frase bella. Esperanzadora. También tremebunda. Pero creo que necesaria.

El dragón demanda más doncellas. Cierto. Está en su naturaleza pedirlas. Pero a nuestro favor juega un factor del que el dragón no está al tanto. Hace tiempo que los dragones dejaron de existir, y los anacronismos acaban por sucumbir ante el peso de la realidad. El dragón no sabe que, por muchas doncellas que se zampe, tiene los días contados. Y sobre todo, los dragones no ganan. Ganan los caballeros.

Como rayo de esperanza recuerdo que, en toda leyenda, el dragón está a sólo una par de capítulos de ser despachado por algún San Jorge.

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