AOG, Madrid
En un post previo, me preguntaba si los antiguos imperios seguían con sus batallitas. Hoy, confirmo que sí. Como dicen los franceses, plus ça change, plus c'est la même chose.
El premio Nobel de literatura José Saramago ha declarado en una entrevista en El País, que él cree que Portugal acabará por convertirse en una comunidad autónoma más de España, con el mismo rango que Cataluña, Galicia o Castilla-La Mancha, integrándose así en un país nuevo, que se llamaría “probablemente" Iberia para que el nombre de España no ofendiese "los bríos de los portugueses". No sé que pensará la compañía aérea de esto. ¿Pasará a llamarse Península? ¿Hispan-air? ¿Hesperia?
La unión hispánica de Saramago, de 85 años, fue lanzada el pasado domingo en una entrevista de cuatro páginas en el periódico portugues Diário de Noticias, en la que el autor afirma que los portugueses aceptarían la "integración territorial, administrativa y estructural" con España si fuese bien explicada: "Con diez millones de habitantes, (Portugal) tendría todo que ganar en cuanto a desarrollo, y no sería una cesión ni acabar con el país, continuaría de otra manera. No se dejaría de hablar, de pensar y de sentir en portugués, (...) y no seríamos gobernados por españoles, habría representantes de los partidos de ambos países en un parlamento único con todas las fuerzas políticas de Iberia". No entiendo muy bien cómo se lograría esto. ¿Referéndum? ¿Decreto ley? ¿Por qué sí?
Es curioso que ya en el XIX se trató de unir los dos países en un momento muy bajo para ambos (es difícil la vida en la periferia europea, mucho más en aquel siglo), y que a la Gran Bretaña no le apeteció en absoluto que eso ocurriese. Resultado: Una, grande, libre a la derecha, y una, pequeña y atlántica a la izquierda. Ambas olvidadas y fuera del núcleo de poder e influencia europeo. Pero esta vez, si es que ya estamos en la hazaña, la iniciativa va un poco más allá.
Predicando con el ejemplo, el escritor acaba de crear la fundación ibérica José Saramago, que tendrá sedes en Lisboa, Azinhaga (su pueblo natal), Lanzarote (donde vive hace 14 años) y Castril, el pueblo granadino de su mujer, Pilar del Río, quien ejercerá como presidenta vitalicia, y con quien se acaba de casar de nuevo en ese pueblo.
No contento con unir unilateralmente dos países que viven bastante cómodos uno a espaldas del otro, Saramago acusa a la Iglesia católica española de haber "emprendido una vergonzosa campaña" contra el Gobierno Zapatero, y denuncia que el diario italiano La Repúbblica "ha censurado" unas frases suyas sobre "el genocidio de Israel en Palestina" en una entrevista publicada hace unos días.
Pero antes que el (o los) partido de turno se alegre y se ponga a cantar vivas, hay que decir que la opinión pública portuguesa no se ha dejado esperar. Y la respuesta es bastante predecible. Diversas personalidades políticas y literarias portuguesas acusan al novelista de no ser capaz de defender a su país en el extranjero.
El ex ministro de Exteriores con José Manuel Durao Barroso y anteriormente embajador de Portugal en Madrid, Antonio Martins da Cruz, consideró que "la visión de Saramago es una visión del siglo XIX y no del siglo XXI". "Es muy fácil odiar a Portugal en el extranjero, lo que es difícil es defender los intereses de Portugal en el extranjero y eso el señor Saramago es manifiestamente incapaz de hacerlo", afirmó.
El señor Martins califica el deseo de unir a Portugal con España como un acto de odio. Quizá se olvida que en su país existe el derecho a la libre expresión, y, aunque no estoy de acuerdo con el señor Saramago, defiendo su derecho a decir cuantas barbaridades crea convenientes, siempre y cuando no haga daño a nadie. Creo que el señor Martins exagera, y además no se atañe a la cuestión planteada. Prefiere descalificar al contrincante.
El poeta, fundador del partido y diputado socialista (enemigo íntimo del Partido Comunista al que Saramago se afilió en 1986), ex candidato independiente a la presidencia de la República, Manuel Alegre, le recordó a Saramago que "tiene la responsabilidad de haber ganado el Nobel de Literatura con la lengua portuguesa". Otro que tilda al señor Saramago de ser mal portugués sin tratar la idea, por utópica que sea.
Vasco Graça Moura, escritor, fue algo más condescendiente. "Saramago concibe la realidad como si fuese algo gestionable con una ingeniería de racionalidad", dijo el autor, que encontró un aspecto positivo en las palabras de su colega: "creo que es saludablemente polémico poner las cosas en este plano, porque no perdemos nada en hacer una reflexión sobre eso". Viva el señor Graça Moura, que al menos reconoce que alguien ha hecho un planteamiento político.
Me viene a la mente una viñeta de Mafalda. El padre ve pasar a su hija y se pregunta si no le convendría tener amiguitos. De repente, ve a Manolito pasar a todo correr por el pasillo seguido de una letal silla volante. El padre entonces se pregunta “claro, habrá que ver si a los amiguitos les convendría tener a Mafalda”. No diré quien es quien, dejaré que el lector decida quien es Mafalda, y quien los amiguitos…
Por mi parte, mi voto se ajusta al consejo que Carlos I dio a su hijo Felipe II: "Si quieres que tu imperio surque los mares y sea eterno, que sea Lisboa tu capital. Si no, que lo sea Madrid". Y todos sabemos lo que pasó.
Creo que en este caso, si la breva cayese, podríamos emular a Pedro el Grande, y hacer de Lisboa, San Petersburgo, y de Madrid, Moscú.
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