AOG, Londres
Siempre despotrico contra los ingleses, pero tienen una virtud que echo mucho de menos en España (virtud que también tienen otros países, no sólo ellos): la historia.
No hablo de la memoria histórica, que en España parece que no va más allá de la Guerra Civil.
Hablo de que cuando estás en Reino Unido, el pasado te asalta, tanto por sus cimientos, aún presentes en la sociedad británica, como por su presencia aún a pesar de tratarse de una sociedad moderna.
No es que esto no pase en España, pasa, sí, pero menos. Tanto menos que a veces me asusta que no pase más.
No hablo ya del pasado religioso que, por desgracia, aún se mantiene firme en el país (Semana Santa tras Semana Santa nos vemos con los nazarenos, las vírgenes paseantes, y demás parafernalia idolátrica), ni del pasado aleatorio de algunas regiones que deciden dónde y cuando empiezan sus reivindicaciones históricas, saltándose a la torera los siglos que no les gustan, y los personajes que incordian su particular hilo conductor de la narrativa nacionalista.
Me refiero sobre todo al enorme desconocimiento que hay en España acerca de el país antes de 1936. O de 1931. Es decir, todo lo que pasó antes de Franco.
La mayoría de la gente sabe que hubo una República (que fue la segunda que hubo en España), y después una Guerra Civil. Pero pocas personas saben algo más del siglo XX hasta 1931.
Nadie sabe de las guerras del Rif en el norte de África; ni por qué España no participó en la Iª Guerra Mundial; de la Guerra de Cuba se sabe que existió, que España perdió Cuba y Filipinas, y poco más. También perdió las Carolinas.
Pocas personas saben cómo es que esas dos provincias de Ultramar (que en 1898 es justo lo que eran), pasaron de ser colonias, a ser parte del país a lo largo del XIX -y ya que estamos, que en 1975 el Sáhara era también una provincia, como Soria o como Girona-.
Mucho menos saben de la historia del imperio español en América.
No se trata de decir (que es lo que hacen muchos) que fue el más grande del mundo y que el sol no se ponía en él. Y que se nos llene la boca al hacerlo. Por cierto, ¿quien dijo lo del sol? No, no fue Felipe II, fue Fray Francisco de Ugalde en una carta a Carlos I (o V si se prefiere).
Fue algo más que eso. Más que cualquier otra cosa, ese imperio definió la península desde 1492 hasta hoy. Y a nadie le importa. Se desconoce casi por completo.
Y tanto es así, que si uno lee historia británica, ellos mismos dicen lo mismo de su imperio y lo del sol: "this vast empire on which the sun never sets, and whose bounds nature has not yet ascertained", como dijo George Macartney en el año 1773, quizá por primera vez en inglés (este vasto imperio en el que el sol nunca se pone y cuyos límites la naturaleza aún no ha asesorado).
Se trata de que aquel cuerpo internacional tuvo sus altibajos, sus contrastes, su propia cultura,; también su lado negativo, que fue inmenso y brutal, y su lado positivo que fue....¿alguien lo sabe?
¿Alguien puede hablar con propiedad de los logros de aquel país global que era una potencia tanto militar como cultural?
Pero más aún que eso, ¿sabemos por qué desapareció? ¿De verdad cree la gente que el no saberlo no es importante?
Los británicos, muchos de ellos, se llenan la boca cuando hablan de su imperio, pero es igual de cierto que muchos de ellos pueden, hasta cierto punto, discutir las razones por las cuales nació, creció, tuvo su apogeo en el XIX, y se derrumbó.
¿Podemos decir lo mismo en España? Diría que no.
Creo que nos falta mucho debate histórico en España todavía. Tenemos que conocer mejor el pasado para poder encarar mejor el futuro. Nos dicen que hay que hacer esto a nivel personal, ¿cómo no hacerlo a nivel nacional?
Es curioso que mientras en Hispanoamérica la gente tiene varios conocimientos de la historia de España, la venia no es recíproca.
¿Alguien sabe por qué La Habana es la capital de Cuba? ¿De dónde viene el nombre? ¿Cuántas veces cambió de manos Florida?
¿Qué la República Dominicana fue el único territorio que, una vez independizado, pasó de libre elección bajo la tutela española una vez más en 1861?
¿Conoce alguien el nombre del embajador español que mandó tirar un servicio de mesa de oro completo al Moskva para impresionar a la zarina?
Son sólo pequeñas anécdotas, pero es curioso que en España, la historia del país a lo largo de los siglos se ha olvidado. Y en Inglaterra, pues no.
Quizá no en la academia o en las facultades, pero es cierto que el pueblo llano, es decir, los españoles, hemos olvidado nuestra historia y la damos por obsoleta.
A nadie le importa por qué una de las plazas más emblemáticas de Londres se llama Trafalgar, un cabo sin mayor importancia de la provincia de Cádiz, pero todos (o casi todos) los ingleses lo saben.
Cuando camino por Londres, es dolorosamente obvio que en ese país, el pasado, su pasado, es una joya a la que pulen y lustran sin parar. Una entidad viva de la que derivan mucho placer, orgullo, y sentido histórico.
Lo que los británicos quieren o no ser tiene su sentido en los mares de su historia. Aunque a grandes rasgos, saben de donde vienen, y, por lo tanto, hacia donde dirigirse.
Diría lo mismo de los franceses, de hispanoamérica, de EEUU, en fin, de casi todos los países occidentales que he visitado en mi vida.
Quizá en la península deberíamos hacer lo mismo.
Al fin y al cabo, no seríamos nosotros mismos sin el pasado que hemos tenido. Pero al querer olvidar lo cercano, es decir, la tragedia de una guerra civil, ¿no hemos olvidado también lo lejano?
No hablo de la memoria histórica, que en España parece que no va más allá de la Guerra Civil.
Hablo de que cuando estás en Reino Unido, el pasado te asalta, tanto por sus cimientos, aún presentes en la sociedad británica, como por su presencia aún a pesar de tratarse de una sociedad moderna.
No es que esto no pase en España, pasa, sí, pero menos. Tanto menos que a veces me asusta que no pase más.
No hablo ya del pasado religioso que, por desgracia, aún se mantiene firme en el país (Semana Santa tras Semana Santa nos vemos con los nazarenos, las vírgenes paseantes, y demás parafernalia idolátrica), ni del pasado aleatorio de algunas regiones que deciden dónde y cuando empiezan sus reivindicaciones históricas, saltándose a la torera los siglos que no les gustan, y los personajes que incordian su particular hilo conductor de la narrativa nacionalista.
Me refiero sobre todo al enorme desconocimiento que hay en España acerca de el país antes de 1936. O de 1931. Es decir, todo lo que pasó antes de Franco.
La mayoría de la gente sabe que hubo una República (que fue la segunda que hubo en España), y después una Guerra Civil. Pero pocas personas saben algo más del siglo XX hasta 1931.
Nadie sabe de las guerras del Rif en el norte de África; ni por qué España no participó en la Iª Guerra Mundial; de la Guerra de Cuba se sabe que existió, que España perdió Cuba y Filipinas, y poco más. También perdió las Carolinas.
Pocas personas saben cómo es que esas dos provincias de Ultramar (que en 1898 es justo lo que eran), pasaron de ser colonias, a ser parte del país a lo largo del XIX -y ya que estamos, que en 1975 el Sáhara era también una provincia, como Soria o como Girona-.
Mucho menos saben de la historia del imperio español en América.
No se trata de decir (que es lo que hacen muchos) que fue el más grande del mundo y que el sol no se ponía en él. Y que se nos llene la boca al hacerlo. Por cierto, ¿quien dijo lo del sol? No, no fue Felipe II, fue Fray Francisco de Ugalde en una carta a Carlos I (o V si se prefiere).
Fue algo más que eso. Más que cualquier otra cosa, ese imperio definió la península desde 1492 hasta hoy. Y a nadie le importa. Se desconoce casi por completo.
Y tanto es así, que si uno lee historia británica, ellos mismos dicen lo mismo de su imperio y lo del sol: "this vast empire on which the sun never sets, and whose bounds nature has not yet ascertained", como dijo George Macartney en el año 1773, quizá por primera vez en inglés (este vasto imperio en el que el sol nunca se pone y cuyos límites la naturaleza aún no ha asesorado).
Se trata de que aquel cuerpo internacional tuvo sus altibajos, sus contrastes, su propia cultura,; también su lado negativo, que fue inmenso y brutal, y su lado positivo que fue....¿alguien lo sabe?
¿Alguien puede hablar con propiedad de los logros de aquel país global que era una potencia tanto militar como cultural?
Pero más aún que eso, ¿sabemos por qué desapareció? ¿De verdad cree la gente que el no saberlo no es importante?
Los británicos, muchos de ellos, se llenan la boca cuando hablan de su imperio, pero es igual de cierto que muchos de ellos pueden, hasta cierto punto, discutir las razones por las cuales nació, creció, tuvo su apogeo en el XIX, y se derrumbó.
¿Podemos decir lo mismo en España? Diría que no.
Creo que nos falta mucho debate histórico en España todavía. Tenemos que conocer mejor el pasado para poder encarar mejor el futuro. Nos dicen que hay que hacer esto a nivel personal, ¿cómo no hacerlo a nivel nacional?
Es curioso que mientras en Hispanoamérica la gente tiene varios conocimientos de la historia de España, la venia no es recíproca.
¿Alguien sabe por qué La Habana es la capital de Cuba? ¿De dónde viene el nombre? ¿Cuántas veces cambió de manos Florida?
¿Qué la República Dominicana fue el único territorio que, una vez independizado, pasó de libre elección bajo la tutela española una vez más en 1861?
¿Conoce alguien el nombre del embajador español que mandó tirar un servicio de mesa de oro completo al Moskva para impresionar a la zarina?
Son sólo pequeñas anécdotas, pero es curioso que en España, la historia del país a lo largo de los siglos se ha olvidado. Y en Inglaterra, pues no.
Quizá no en la academia o en las facultades, pero es cierto que el pueblo llano, es decir, los españoles, hemos olvidado nuestra historia y la damos por obsoleta.
A nadie le importa por qué una de las plazas más emblemáticas de Londres se llama Trafalgar, un cabo sin mayor importancia de la provincia de Cádiz, pero todos (o casi todos) los ingleses lo saben.
Cuando camino por Londres, es dolorosamente obvio que en ese país, el pasado, su pasado, es una joya a la que pulen y lustran sin parar. Una entidad viva de la que derivan mucho placer, orgullo, y sentido histórico.
Lo que los británicos quieren o no ser tiene su sentido en los mares de su historia. Aunque a grandes rasgos, saben de donde vienen, y, por lo tanto, hacia donde dirigirse.
Diría lo mismo de los franceses, de hispanoamérica, de EEUU, en fin, de casi todos los países occidentales que he visitado en mi vida.
Quizá en la península deberíamos hacer lo mismo.
Al fin y al cabo, no seríamos nosotros mismos sin el pasado que hemos tenido. Pero al querer olvidar lo cercano, es decir, la tragedia de una guerra civil, ¿no hemos olvidado también lo lejano?
2 comentarios:
En estos tiempos, a veces basta con saberse vivos...
Hay días que sí...pero en general...es un error no aprender del pasado- bueno, no ya aprender, ¡conocerlo!
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