AOG, Madrid
Hace unos días que volví de Japón. Curiosamente, no fue hasta el jueves, es decir, cinco días más tarde, que mi cabeza se unió a mi cuerpo.
Es algo dificil de explicar.
No es que pensase que estaba todavía en Tokio, es que mi cabeza no entendía del todo, o no se hacía a la idea, de que estábamos de vuelta a España. No sé donde tenía el intelecto, pero no estaba conmigo.
Pasaron cinco días donde, a diario, me daba cuenta de que no estaba presente al 100%. No sé como llamar a aquella penunbra en la que viví estos días.
Finalmente, ya el jueves, mi cabeza comprendió que estábamos en España. Para bien y para mal.
Hace unos días que volví de Japón. Curiosamente, no fue hasta el jueves, es decir, cinco días más tarde, que mi cabeza se unió a mi cuerpo.
Es algo dificil de explicar.
No es que pensase que estaba todavía en Tokio, es que mi cabeza no entendía del todo, o no se hacía a la idea, de que estábamos de vuelta a España. No sé donde tenía el intelecto, pero no estaba conmigo.
Pasaron cinco días donde, a diario, me daba cuenta de que no estaba presente al 100%. No sé como llamar a aquella penunbra en la que viví estos días.
Finalmente, ya el jueves, mi cabeza comprendió que estábamos en España. Para bien y para mal.
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