La reducción de los préstamos amenaza ya los créditos interbancarios y a otras instituciones financieras
Las Claves |
Los 700.000 millones de dólares del Programa de Rescate no serán suficientes para reavivar una economía que da signos claros de debilidad |
La disminución de capital en la banca podría causar una muy grave recesión, pero, según los expertos, no una depresión |
Las Datos |
La actual crisis económica ha llevado a numerosos expertos a afirmar que Wall Street ha dejado de ser el referente financiero mundial |
A lo largo del 2009 se perderán cerca de cuatro millones de empleos en EEUU, y el índice de paro puede llegar a rondar el 9 % de la población activa |
El presidente Obama encarará en el 2009 cuatro retos económicos que definirán su mandato. Tras la caída de los préstamos familiares, el primer reto será la disminución acrecentada del consumo privado, que se verá acentuado por la menor adquisición de viviendas, automóviles y otros bienes duraderos, y el cual, caerá en picado.
En segundo lugar, muchos propietarios de vivienda empezarán a tener problemas con las hipotecas y los préstamos bancarios y se incrementará la morosidad, especialmente cuando el valor de la vivienda caiga por debajo del precio de adquisición.
La banca presentará el tercer reto. Según empiece a caer su capital tras la condonación de las hipotecas basura y los préstamos personales, sus líneas de préstamos se verán afectadas. Estas pérdidas de capital llevarán a la bancarrota a más entidades financieras o forzaran las fusiones con los bancos más solventes.
Por último, la reducción de los préstamos amenaza ya hasta los créditos interbancarios y a otras instituciones a corto plazo.
De las cuatro amenazas la cuarta es la peor. Si los mercados monetarios y comerciales fallan, o se paralizan, la economía puede colapsarse severamente ya que las empresas solventes serían incapaces de atraer inversores o capital circulante.
Ese tipo de colapso de la liquidez fue la razón principal por la cual los ingresos de las economías asiáticas se vieron reducidos alrededor de un 10% entre 1997 y 1998 y por la cual la economía de EEUU cayó un 25% durante la Depresión de los años 1930.
La tercera amenaza, la disminución de capital en la banca, podría causar una muy grave recesión, pero, según los expertos, no una depresión.
El paro podría dispararse hasta el 10%, lo cual produciría graves apuros sociales. La caída de capital en la banca a causa de las malas hipotecas ya está forzando a que las entidades recorten los créditos pendientes ya que deben mantener sus préstamos dentro de los parámetros de sus posibilidades capitales.
Los grandes proyectos de inversión, como la adquisición de nuevos inmuebles o maquinaria, se están viendo aplazados o, en el mejor de los casos, reducidos. Algunas empresas no financieras también irán a la bancarrota.
La segunda amenaza, la angustia de los hipotecados, se sentirá en millones de hogares, especialmente aquellos que hayan obtenido grandes préstamos últimamente. Muchos perderán sus hogares; otros se irán a la bancarrota. Algunos, los que menos, verán sus condiciones de crédito mejoradas tras renegociar sus deudas con el banco.
Los consumidores empezarán a ahorrar de nuevo tras años de vivir del crédito. Esta tendencia no será algo malo a la larga, pero será dolorosa para muchos a corto plazo.
La primera amenaza, el recorte en la venta de vivienda y otros bienes, es el puzzle de la economía estadounidense al que le faltarán algunas piezas. El inventario de viviendas sin vender ya es importante por lo que la demanda y construcción de viviendas se mantendrá baja durante muchos años.
El gasto en electrodomésticos y automóviles también se está frenando en el país. Estas consecuencias de la crisis son difíciles de esquivar y forzarán al país a encarar, cuando menos, una ligera recesión, con la subida temporal del paro hasta un 8%.
A pesar de los planes de rescate a la banca y el sector automovilístico (del cual dependen unos 3 millones de trabajadores), el principal propósito de la nueva administración no debe ser el de prevenir una recesión porque, quizá ya es muy tarde para ello. Tampoco lo debe ser el de rescatar a todos los bancos.
La economía de EEUU ha adquirido, tras varios años de desregulación, demasiados desequilibrios en su haber: la deuda por consumo, un sector de la construcción demasiado extenso, el deterioro del capital bancario, como para evitar una desaceleración económica o una racionalización presupuestaria del sector bancario.
El propósito de la administración Obama en el 2009 ha de ser principalmente el evitar un colapso de la economía o una recesión prolongada.
El Gobierno y la Fed deben prevenir el colapso de una falta de capital operativo permitiendo medidas, como préstamos a corto plazo, que mantendrán el mercado monetario, los préstamos interbancarios, y el funcionamiento equilibrado de las inversiones en activo del mercado monetario.
Algo para lo cual tienen las herramientas adecuadas y que deberían utilizar de manera agresiva.
La administración también debería promover la recapitalización del sistema bancario para que los préstamos bancarios no se vean reducidos en los próximos años. El Gobierno puede inyectar capital público en la banca y puede presionar y tentar a los bancos a adquirir más capital privado.
Desempleo
Por último, durante su estancia en Hawai, el presidente electo de Estados Unidos, anunció la creación de un grupo de trabajo para defender a la clase media, aumentando a tres millones sus objetivos para la creación o mantenimiento del empleo.
Según varios analistas, a lo largo del 2009 se perderán cerca de cuatro millones de empleos en EEUU, y el índice de paro puede llegar a rondar el 10% de la población activa, frente al 6,7% actual.
Según muchos analistas, el rescate de 700.000 millones de dólares propuesto por Bush no se adecua del todo en los problemas de liquidez o recapitalización, y aunque esa legislación es mejor que nada para evitar el pánico, la labor de estabilización y recapitalización del sistema bancario tendrá que esperar a la próxima administración y la Reserva Federal deberá de evitar agresivamente el colapso de la liquidez en el sistema.
La actual crisis económica ha llevado a numerosos expertos a afirmar que Wall Street ha dejado de ser el referente financiero mundial, y el último informe sobre "tendencias globales" del Consejo Nacional de Inteligencia de EEUU estima que en el 2025 puede haber un mundo multipolar.
¿Un plan Obama?
El presidente electo ha comenzado a pergeñar con los líderes del Congreso, de mayoría demócrata, un plan de estímulo económico por un valor muy superior a lo pensado inicialmente y que podría rondar los 700.000 millones de dólares.
El programa, que funcionarios del equipo de transición abordaron a finales del mes de diciembre con representantes del Congreso, prevé fomentar el empleo mediante la inversión en infraestructuras, nuevas tecnologías y energías alternativas y contaría con una serie de mecanismos para garantizar que sus fondos se usan de manera efectiva y transparente, aseguraron las fuentes.
Obama anunció la formación de un grupo de trabajo, encabezado por Biden, que tendrá como objetivo proponer medidas para fortalecer la clase media.
"Mi Administración estará completamente comprometida con el futuro de las clases media y trabajadora de Estados Unidos. Estarán en el centro y serán la prioridad de nuestro trabajo en la Casa Blanca. Este grupo de trabajo será un vehículo que utilizaremos para garantizar que nunca olvidamos ese compromiso", destacó el presidente electo.
Ese grupo, según Nick Shapiro, portavoz del equipo de transición de Obama, tendrá como meta, entre otras cosas, la conciliación del trabajo y la vida familiar; la protección de los ingresos de las familias medias y la expansión de las oportunidades educativas.
Además de Biden, el equipo estará formado, entre otros, por los secretarios de Trabajo, Salud, Educación y Comercio.
Según ha manifestado el presidente electo, su plan económico no será hecho "a la vieja manera de Washington", ya que su administración no sólo "tirará dinero al problema".
El plan se enfocará en un "esfuerzo masivo" para remodelar y construir edificios públicos con más eficiencia energética y que la construcción de carreteras, puentes y escuelas respondan a las necesidades tecnológicas del siglo XXI.
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