Suso33 tiene su estudio/taller/casa cerca de la avenida de Extremadura, en Madrid. Se abre la puerta y, sorprendido de no haber escuchado el timbre, aparece un hombre delgado, muy arropado, con el pelo lacio, largo, y con coleta, de 32 años. “¿Quieres un Cola Cao?”, preguntó.
Se ausenta del espacio inmenso que es su estudio y desaparece al piso de abajo dejando una gata embarazada blanca de manchas negras, que resulta ser muy remolona, como única compañía.
Al subir, Suso33 trae una bandeja con tostadas, miel, galletas, azúcar, mermelada y Cola Cao. Se dirigió hacia su mesa de trabajo y empezó a hablar. Existe un amigo en común- Xavy, de Barcelona, alias freaklub.
Mientras que desayuna, salta el tema de Londres. Él está interesado en saber quien está por allí. Qué se hace. Quien ha salido nuevo. Sobre todo, qué nuevas imágenes han surgido.
Mientras que habla, se le ve inquieto. “Tengo ganas de dibujar” dice. Pero antes, se va hacia el ordenador para mostrar con orgullo, pero también con cierta humildad, su trabajo.
Lo primero que muestra es el homenaje al Guernica de Picasso que el Museo Reina Sofía ofreció a distintos artistas este pasado mes de junio. “El museo me dijo que tenía ocho horas para hacerlo. Utilicé las primeras cuatro para pintar la bandera de Irak. Vinieron unos periodistas del ABC pero no veían cómo vender la pieza al periódico. Se fueron. Las cuatro horas restantes las utilicé para terminar el cuadro”, explica Suso33.
Después del cuadro, siguieron las Ausencias. Las Ausencias son figuras, o más bien, siluetas, o las sombras de las siluetas, que él dibuja en las ventanas y las paredes tapiadas de los edificios abandonados o derruidos. También las pinta en las secciones de muro que suelen quedar en los edificios que están junto a un terreno baldío, o algún solar vacío. Las paredes que parecen un recorte en vivo de 13 Rue del Percebe donde se ven las baldosas del baño, las de la cocina, el papel de la pared de la sala, el contorno de las escaleras.
Son espacios muertos que guardan el recuerdo de las personas que vivían ahí. “Madrid ha evolucionado mucho en los últimos diez años. Ha habido, y hay, mucho movimiento en la ciudad. Aquí se notan y se sufren una despersonalización y una deshumanización que nunca antes habían ocurrido en ninguna ciudad española. Yo plasmo las imágenes donde quedan estos espacios vacíos”, explica.
La gata se sube a la mesa y Suso33 se ofrece a llevarla abajo y dejarla ahí para que no moleste ni de alergia. Se sube al patinete que tiene al lado de la silla y viaja rodando hasta las escaleras que están en la otra punta del estudio. Suelta al (resulta que es macho) gato, y vuelve a la mesa montado de nuevo en el patinete. Sigue hablando de su trabajo.
A continuación enseña orgulloso unos videos de lo que él llama Telegraffiti; la unión de varios medios artísticos, durante un concierto en León. Una especie de evento posmoderno donde se juntan la creación visual, aural, el baile, el performance, en fin, casi todas las disciplinas del arte en un momento irrepetible.
Tan es así, que Suso33 no suele vender las piezas producidas en ellos. “Están ligadas a ese momento, y sólo tienen sentido dentro de él. No quiero vender algo irreproducible. Además, las piezas suelen tener fallos. No son perfectas”, explica. Cuenta, entre risas y no risas, que hubo una galería que quiso vender unas imágenes que Suso33 produjo dentro de la galería y que chorreaban pintura hasta el suelo. La galería las montó sobre una madera que colocaron enfrente de la pared para protegerla. “El cliente quería incluso la pared con el chorro de pintura. La galería, por supuesto, estaba dispuesta a venderles la pared. ‘Si van a pagar por ello’ me dijeron. No estaba de acuerdo. Esas piezas eran únicas precisamente por eso, por haber sido pintadas así”, relata Suso33.
Esta sobreprotección de su obra quizá le venga de la mala costumbre que tienen los medios de robar su imagen y su trabajo sin su consentimiento. “Los de las tiendas, Zara, Corte Inglés, ven una imagen mía por la calle. La copian y la estampan en un a camiseta. Me han robado el diseño, y yo no me he beneficiado en absoluto”. Ahora cuando pinta en público, usa ropa especial que lleva su logo “Para que no me vuelvan a robar la imagen para vender algo”, relata algo enfadado, si es que a Suso33 se le puede ver enfadado.
El gato sube del destierro subterráneo y se mete entre las piernas de su amo adoptado. Al preguntar, resulta que el gato no tiene nombre porque fue Suso33 el que resultó el adoptado, y no al revés. “¿No has visto nunca Desayuno con Diamantes?”.... La respuesta es “Todavía no”. Sin embargo, sí ha visto la Guerra de las Galaxias. Algunos de los juguetes, las naves, y los muñequitos de las películas están en una repisa de su sala. “Me gustan más los originales. Me gusta su rigidez. Los nuevos tienen muchas curvas”, explica.
Accede ha hacerse unas fotos enfrente de un corazón que la Pasarela Cibeles rechazó por parecerse su estilo al de Ágatha Ruiz de la Prada, y esconde el diseño que ha hecho para Cibeles 2007. “No puede haber fotos de él antes de los desfiles”. Se pone una camiseta con su Logo personal, y posa. Cierra mucho los ojos durante la corta sesión. “Es un reflejo, seguro. Lo hago porque cuando pintas con aerosoles, la pinturita se te mete en los ojos y duele, entonces siempre los estás cerrando un poco para poder pintar”.
La entrevista se va acabando y el gato sin nombre quiere salir a pasear. “Sale pero luego siempre vuelve”. Se despide tosiendo pues aún tiene un poco de catarro y sonríe un poco. Le gustaría una copia de la entrevista si es posible.
Se ausenta del espacio inmenso que es su estudio y desaparece al piso de abajo dejando una gata embarazada blanca de manchas negras, que resulta ser muy remolona, como única compañía.
Al subir, Suso33 trae una bandeja con tostadas, miel, galletas, azúcar, mermelada y Cola Cao. Se dirigió hacia su mesa de trabajo y empezó a hablar. Existe un amigo en común- Xavy, de Barcelona, alias freaklub.
Mientras que desayuna, salta el tema de Londres. Él está interesado en saber quien está por allí. Qué se hace. Quien ha salido nuevo. Sobre todo, qué nuevas imágenes han surgido.
Mientras que habla, se le ve inquieto. “Tengo ganas de dibujar” dice. Pero antes, se va hacia el ordenador para mostrar con orgullo, pero también con cierta humildad, su trabajo.
Lo primero que muestra es el homenaje al Guernica de Picasso que el Museo Reina Sofía ofreció a distintos artistas este pasado mes de junio. “El museo me dijo que tenía ocho horas para hacerlo. Utilicé las primeras cuatro para pintar la bandera de Irak. Vinieron unos periodistas del ABC pero no veían cómo vender la pieza al periódico. Se fueron. Las cuatro horas restantes las utilicé para terminar el cuadro”, explica Suso33.
Después del cuadro, siguieron las Ausencias. Las Ausencias son figuras, o más bien, siluetas, o las sombras de las siluetas, que él dibuja en las ventanas y las paredes tapiadas de los edificios abandonados o derruidos. También las pinta en las secciones de muro que suelen quedar en los edificios que están junto a un terreno baldío, o algún solar vacío. Las paredes que parecen un recorte en vivo de 13 Rue del Percebe donde se ven las baldosas del baño, las de la cocina, el papel de la pared de la sala, el contorno de las escaleras.
Son espacios muertos que guardan el recuerdo de las personas que vivían ahí. “Madrid ha evolucionado mucho en los últimos diez años. Ha habido, y hay, mucho movimiento en la ciudad. Aquí se notan y se sufren una despersonalización y una deshumanización que nunca antes habían ocurrido en ninguna ciudad española. Yo plasmo las imágenes donde quedan estos espacios vacíos”, explica.
La gata se sube a la mesa y Suso33 se ofrece a llevarla abajo y dejarla ahí para que no moleste ni de alergia. Se sube al patinete que tiene al lado de la silla y viaja rodando hasta las escaleras que están en la otra punta del estudio. Suelta al (resulta que es macho) gato, y vuelve a la mesa montado de nuevo en el patinete. Sigue hablando de su trabajo.
A continuación enseña orgulloso unos videos de lo que él llama Telegraffiti; la unión de varios medios artísticos, durante un concierto en León. Una especie de evento posmoderno donde se juntan la creación visual, aural, el baile, el performance, en fin, casi todas las disciplinas del arte en un momento irrepetible.
Tan es así, que Suso33 no suele vender las piezas producidas en ellos. “Están ligadas a ese momento, y sólo tienen sentido dentro de él. No quiero vender algo irreproducible. Además, las piezas suelen tener fallos. No son perfectas”, explica. Cuenta, entre risas y no risas, que hubo una galería que quiso vender unas imágenes que Suso33 produjo dentro de la galería y que chorreaban pintura hasta el suelo. La galería las montó sobre una madera que colocaron enfrente de la pared para protegerla. “El cliente quería incluso la pared con el chorro de pintura. La galería, por supuesto, estaba dispuesta a venderles la pared. ‘Si van a pagar por ello’ me dijeron. No estaba de acuerdo. Esas piezas eran únicas precisamente por eso, por haber sido pintadas así”, relata Suso33.
Esta sobreprotección de su obra quizá le venga de la mala costumbre que tienen los medios de robar su imagen y su trabajo sin su consentimiento. “Los de las tiendas, Zara, Corte Inglés, ven una imagen mía por la calle. La copian y la estampan en un a camiseta. Me han robado el diseño, y yo no me he beneficiado en absoluto”. Ahora cuando pinta en público, usa ropa especial que lleva su logo “Para que no me vuelvan a robar la imagen para vender algo”, relata algo enfadado, si es que a Suso33 se le puede ver enfadado.
El gato sube del destierro subterráneo y se mete entre las piernas de su amo adoptado. Al preguntar, resulta que el gato no tiene nombre porque fue Suso33 el que resultó el adoptado, y no al revés. “¿No has visto nunca Desayuno con Diamantes?”.... La respuesta es “Todavía no”. Sin embargo, sí ha visto la Guerra de las Galaxias. Algunos de los juguetes, las naves, y los muñequitos de las películas están en una repisa de su sala. “Me gustan más los originales. Me gusta su rigidez. Los nuevos tienen muchas curvas”, explica.
Accede ha hacerse unas fotos enfrente de un corazón que la Pasarela Cibeles rechazó por parecerse su estilo al de Ágatha Ruiz de la Prada, y esconde el diseño que ha hecho para Cibeles 2007. “No puede haber fotos de él antes de los desfiles”. Se pone una camiseta con su Logo personal, y posa. Cierra mucho los ojos durante la corta sesión. “Es un reflejo, seguro. Lo hago porque cuando pintas con aerosoles, la pinturita se te mete en los ojos y duele, entonces siempre los estás cerrando un poco para poder pintar”.
La entrevista se va acabando y el gato sin nombre quiere salir a pasear. “Sale pero luego siempre vuelve”. Se despide tosiendo pues aún tiene un poco de catarro y sonríe un poco. Le gustaría una copia de la entrevista si es posible.
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