AOG, Madrid
Dentro de unos días salgo de viaje. ¡Por fin vacaciones!
Por supuesto, la maleta está sin hacer.
Tengo una lista de cosas por meter en ella que no está escrita –porque no soy de los que hacen listas sino de los que las piensan y se olvidan de todo-, y sé que debería añadir cosas que luego echaré en falta.
Recuerdo que hace un par de meses le pedí a mi pareja que este verano no quería mucho trajín, y que con una playa me bastaba.
Yo me refería a ir a algún todo incluido, de lo que me hice fan hace unos cuatro años, en algún lugar tropical y americano.
Al final estaremos una semana en Cataluña, otra en Londres, y otra en Turquía y habrá al final un viaje relámpago a Valladolid.
Sí, serán las típicas vacaciones de las cuales uno vuelve rendido y necesita unas vacaciones para reponerse de las vacaciones.
Entre las cosas que mantengo en mente de hacer incluyo: el apuntar las direcciones de las personas a las que les quiero mandar una postal; no olvidar el pasaporte; cargar las pilas de la cámara y llevar el cargador; gestionar el iPod y el iTunes (lo que conlleva elegir que 1500 canciones quiero llevarme de viaje); comprar unos zapatos de viaje; encontrar las sandalias (paradero desconocido oye); y, no olvidemos, dejar la casa semi-decente.
Tiritas
Hace unos días, me di cuenta que en la suela del zapato llevaba una tirita en diagonal. Era como si la suela del zapato tuviera una herida. La dejé ahí un par de días, a ver si el zapato sanaba, pero al final, contra el filo de la acera, tuve que deshacerme de ella.
Era demasiado raro tener una tirita –a saber de dónde vendría-, en la suela.
VIP
Desde hace unos seis días, en casa tengo un par de cajones nuevos de Muji (mi tienda adorada), de los de plástico opaco que me hacen las veces de baldas en el armario.
Sigo con el viejo arte del origami doméstico, donde uno trata de meter sus pertenencias en huecos cada vez más pequeños.
¡Que lleguen las vacaciones ya!
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