Sobre las 02:00 am llegué a casa. Y me pongo a escribir.
Día interesante. En la radio, a eso de las 19:55 se apagaron los ordenadores, y las luces (no todas) de la oficina como gesto solidario con el del apagón mundial que se vivió hoy.
A los pocos segundos, muchos salimos al balcón a ver cómo estaba Madrid de apagada. A ver que pasaba.
Pasaba poco. Desde el balcón trasero de la 9ª planta veíamos que desde Gran Vía hasta la Puerta de Europa, Madrid estaba igual. Al no tener Madrid una torre Eiffel ni nada que se le parezca, algunos de los monumentos de a pié, como la Puerta de Alcalá, supongon que fueron apagados.
Pero desde el balcón, era obvio que poco más se había apagado. La torre Picasso estaba iluminada, y el anuncio de Iberia en Diego de León esquina con Avenida de América igual; la plaza de Colón, la iglesia de la calle Goya (sí, esa, la gótica con una virgen sobre un pináculo iluminado), el edificio de Hacienda, las nuevas torres de la Telefónica etc etc. En fin, Madrid estaba rebosante de luz. A eso de las 20:00 sí me di cuenta de que la Biblioteca Nacional que está en el Paseo de la Castellana estaba iluminada de nuevo. ¡Al menos algo habían apagado!
Fue un experiencia nueva. Era curioso como un grupo de personas se asomó a la calle a ver si su ciudad, su país, ellos, participaban en un evento global, por frívolo y furtivo que fuese. ¡Y como se reiron cuando vieron lo que ellos ya sabían! Aquello que, de apagar la luz, nada; que para eso estamos en el siglo XXI y nos importa un pimiento el cambio climático. Y hubo muchas risas.
Colectivamente, el no haber sucumbido -una vez más- a las exigencias bien intencionadas de un evento de alcance global, se curó con risas que disfrazaban, quizá, la desilusión de no ser cómo los demás en esta ocasión. De haber sido diferentes.
Un peut plus tard.....
Al salir de la TOBE, me dirigí hacia el grupo de escritores de Ciencia Ficción que se congregan en la calle del Pez. Llegué tarde al bar, así que me tuve que acercar al sitio donde se reunen a cenar un poco más tarde, según me había explicado Sue por teléfon: un restaurante chino de la calle San Bernardo. Estuve un buen rato en la esquina con Gran Vía pensando en si iba o no iba. Uno, la típica indecisión de los Libra, y Dos, la típica timidéz mía.
Me dije a mi mismo que era mejor conocer gente nueva, aunque fuese de esta manera tan rara y socialmente obtusa, que irme para casa y volver la semana que viene. Me armé de valor una vez más y decidí ir al restaurante chino.
Una vez ahí, entré y le pregunté al camarero por un grupo llamado Terma. "Grupo reserva mesa jueves, aquí" me dijo el chico. Me tuve que armar de valor y sobreponerme a los nervios -y la estúpida timidéz- y acercarme y decirles "hola" por lo menos, aunque tuviera que salir corriendo más tarde.
Empecé a hablar y, a las pocas frases, mi súper castellano -cargado de bravura y cohesión- se desmoronó como castillo de arena cuando le abate una ola. Comenté que conocía a Sue (la chica de ayer) y sonrieron. Me invitaron a sentarme a cenar con ellos. ¡Menos mal! Estuve sentado en la esquina de la mesa (veo que esta temporada va de exilios y destierros) sentado junto a uno de ellos que resulta ser psicoanalista. Y ciego. Y muy curioso pero a la vez simpático, ¡al menos porque finge estar interesado! Enfrente nuestro, un señor argentino también simpático, conocido por todos como "el rico del grupo". Tiene apellido polaco y me parece recordar que en marzo saldrá publicado algo que él ha escrito.
Después de cenar nos fuimos a un bar cerca de Plaza de España a tomar algo. Ventajas según todos: no es caro; no ponen música y se puede hablar; podemos fumar.
Desventajas según yo: no es que esté lleno de humo, pero las paredes del piso de arriba sudaban el humo de los años; es muy obscuro; es cutre..pero no cutre tipo "ja ja ja" sino cutre tipo "My God what is this place???"
Todos se compraron algo y se fueron abajo. Si las paredes de arriba sudaban humo, las de abajo exhalaban humedad. Por primera vez en muchos meses me sentí muy asmático en Madrid. Pero sobreviví.
Ya en plan tertulia no literaria sino cinéfila, hablé poco. Les escuché hablar, y traté de no sacar muchas conclusiones, aunque por supuesto, alguna que otra me vino a la mente. La primera es que no pararon de comer pipas y cacahuetes. Me pareció algo muy español.
Creo que es el típico grupo que empezó con extraños y desconocidos, y se convirtió en un grupo de amiguetes. Algunos escriben, otros leen, otros van al cine. Les une, creo, el interés por la Ciencia Ficción y la Fantasía. Uno de ellos, el que más ha publicado (quizá el único que ha publicado algo pues me dijo que vive de escribir novelas históricas), León Arsenal, me preguntó alguna que otra cosilla personal y se interesó por mi, al igual que Pepe, el psicoanalista.
Me pareció interesante oírle hablar. Pero más interesante me pareció el título de una novela que jamás será escrita que le espetó a uno de los presentes como resumen de no sé qué película o relato. "Los asesinados van en busca de la virgen". En su momento me hizo mucha gracia.
Traté de no comparar este grupo con el grupo al que solía asistir en Londres. Pero tienen paralelos. En ambos grupos se consume alcohol. ¿Será propio de los escritores hacer esto? Y tienen diferencias. El madrileño es más pequeño que el inglés y más social. El inglés era muy particular pues unía a un grupo de gente con algo más que la literatura en común. Este no. O quizá sí pero a la inversa.
Al salir, me vine andando a casa por la Gran Vía, haciendo una parada de 30 minutos en el VIPS. Es curioso cómo cambia esta calle de la noche al día. En cada esquina una persona china vendiendo comida, bebidas y cervezas. En más de un portal, prostitutas africanas que acechan al transeunte. Paseando de arriba a abajo, personas que te invitan a una copa en un bar de alterne cercano. Vagabundos pocos, pero los hay. Sobre todo dentro de los portales de los cines y los bancos. Y así, sobre las 02:00 am llegué a casa. Y me puse a escribir.
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