viernes, 11 de enero de 2008

TIME OUT: Barcelona

AOG, Madrid

Hay veces que pido a voces que la modernidad llegue a España. Que nos lleguen lazos que nos unan al mundo que ocurre, discurre y se sucede más allá de las fronteras tanto físicas como emocionales y psicológicas que definen España.

Hay ciertas publicaciones que han logrado convertirse en revistas de referencia internacional. Por ejemplo Vanity Fair, que tiene una edición británica, una alemana, otra italiana, parece ser que pronto habrá una española, o Vogue (que es de las revistas más internacionales que hay) e incluso Esquire. Estás tres de procedencia estadounidense. Una española (¿la única?) el célebre ¡HOLA!. La primera vez que lo vi fuera de España fue en Portugal, en inglés. Hello! que ha hecho escuela en el Reino Unido y se llama igual en sus ediciones rusa, canadiense y griega, (la mexicana se llama, claro, ¡Hola!).


De vez en cuando, alguien, o algo, nos tira una cuerda que, de alguna manera, nos acerca más al mundo. Pues nos acaban de tirar (nunca mejor dicho) el famoso Time Out londinense.

Me gustaría poder escribir que ésta, es una de esas sogas auxiliadoras, pero creo que debería haber escuchado más a los proverbios chinos. Sobre todo aquel que reza: "Ten cuidado con lo que deseas, no vaya a ser que se cumpla". Y vaya si se cumplió, pero con una condición.....

Alguien ha tenido la increíble idea de publicar Time Out en catalán. Una revista de corte británico, que sobre todo será consultada por el público que visite la ciudad condal, es decir: turistas, será publicada en catalán.

Entiendo la reticencia a publicar Time Out Barcelona en inglés (aunque si tuvieran dos dedos de frente se haría al menos una edición mensual en esa lengua), y hasta apoyo que Time Out Barcelona fuese bilingüe (español/catalán), pero ¿sólo en catalán? ¿Se puede ser más parroquial?

¿Es necesario hacer patria de algo tan inofensivo y apolítico?

Una vez más nos llega la modernidad, y la desfiguramos por no esforzarnos un poco. Por no pensar más allá de las ideas comunes e insistir en recorrer únicamente los paseos cien mil veces caminados, sin buscar nuevos rumbos ni tratar de captar una nueva idea. Como dicen en EEUU, no tratamos de pensar fuera de la caja.*

Supongo que esto es el síntoma de una enfermedad que padecen los países que no producen modernidad, y solo la consumen, a su manera, a su paso, a sus anchas. De los países que no saben por donde empezar, que aún están batallando con las últimas 'moderneces' que les llegaron hace ahora unos 200 años.

Y conste que soy consciente que en España, muchas veces somos capaces de dar no un paso adelante, sino que lo que damos es un salto vertiginoso que deja a todos sin respiración.

Pero luego, al caer y dejar de jadear, volvemos a lo de antes. A los viejos argumentos; a las viejas ideas. A la vida cercana a la que siempre hemos conocido, sin querer de verdad una mejora. Una bocanada de aire fresco.

En ningún país he escuchado la frase "Lo mejor es el peor enemigo de lo bueno". Nunca he escuchado algo que siquiera se le parezca. ¿Un síntoma más? ¿Un reflejo del pragmatismo español?

No sé la respuesta. Sólo sé que Time Out Barcelona debería haber sido bilingüe, no monolingüe.

Y lo mismo va por si algún día, Time Out Madrid se llega a publicar.

*"Thinking out of the box"







martes, 1 de enero de 2008

Año nuevo ¿vida nueva?

AOG, Madrid

El año 2007 termina y el 2008 comienza. Ayer, 31 de diciembre 2007, fue el último día de la beca en la TOBE. Muchos abrazos, pero pocos despidos. Al fin y al cabo, de alguna manera, sigo yendo por ahí al menos una o dos veces por semana para seguir colaborando en la radio.

¿Qué deparará el 2008?

Nadie lo sabe.

En fin, espero que el año 2008 sea más fortuito que el 2007, al que dedico estos versos de Becquer:

Este armazón de huesos y pellejos,
de pasear una cabeza loca
se halla cansado al fin, y no lo extraño,
pues, aunque es la verdad que no soy viejo,
de la parte de vida que me toca
en la vida del mundo, por mi daño
he hecho un uso tal, que juraría
que he condensado un siglo en cada día.

Así, aunque ahora muriera,
no podría decir que no he vivido;
que el sayo, al parecer nuevo por fuera,
conozco que por dentro ha envejecido.

Ha envejecido, sí, ¡pese a mi estrella!
Harto lo dice ya mi afán doliente,
que hay dolor que al pasar, su horrible huella
graba en el corazón, si no en la frente.